La rosácea, conocida como “el rubor que no desaparece”, afecta sobre todo a la zona central de la cara y se caracteriza por la aparición de brotes y remisiones. En la rosácea se produce un enrojecimiento de la cara debido a que los vasos sanguíneos y los folículos pilosos se alteran, especialmente en zonas como las mejillas, la frente, la nariz, la barbilla e, incluso, los ojos. Al dilatarse con más facilidad, los capilares superficiales producen el típico enrojecimiento de la piel.
Esto se complica en granitos e inflamación de estas zonas, provocando picor o ardor, sobre todo si hay cambios bruscos de temperatura ambiental, si se está viviendo una época de estrés o si se consumen alimentos picantes o muy condimentados, según la Fundación Piel Sana de la Asociación Española de Dermatología (AEDV).
Al principio, el enrojecimiento desaparece al cabo de un corto periodo de tiempo, de manera similar a cuando se practica algún deporte, como después de correr. Sin embargo, con el tiempo, el enrojecimiento se va convirtiendo en algo más permanente. La mayoría de las personas que contraen rosácea lo hacen a partir de los 30 años (hasta los 50 aproximadamente), sobre todo en los casos siguientes:
Personas con la piel clara, el cabello rubio y los ojos azules.
Personas con ascendencia celta o escandinava (de ahí que se denomine también “la maldición de los celtas”).
Personas que tienen algún antecedente de rosácea o acné severo.
Las mujeres son un poco más propensas que los hombres a contraer rosácea, aunque las formas más graves suelen localizarse en ellos. La rosácea no es infecciosa y no se propaga por contacto con la piel o por inhalación, según la Academia Americana de Dermatología (AAD),
Cómo saber si se tiene rosácea
El enrojecimiento facial es uno de los signos más comunes, puede parecerse a un rubor o una quemadura solar que no desaparece. Una de las características de la aparición temprana de esta afección es la sensación de calor o ardor que va y viene, así como la aparición de vasos sanguíneos pequeños llamados telangiectasias, localizados sobre todo en las mejillas, puente nasal y otras zonas centrales de la cara.
En algunos casos los ojos pueden aparecer irritados (rosácea ocular), produciendo la sensación de tener arena en los ojos, quemazón, picor, sequedad o sensibilidad a la luz, y los párpados pueden enrojecerse. Los estudios han demostrado que, con el tiempo, el enrojecimiento tiende a volverse más persistente. En los casos más graves, aparecen vasos sanguíneos visibles que, si no se tratan, acaban formando granos inflamatorios y aparece engrosamiento de la superficie.
de la piel de la nariz (rinofima)
de la frente (frontofima)
delos pómulos (zigofima)
del mentón (mentofima)
de las orejas (otofima)
Aunque se desconocen las causas de la rosácea, en los últimos años las investigaciones la han vinculado con otras afecciones autoinmunes, como la artritis reumatoide o la celiaquía. Igual que otras afecciones de la piel, los cambios hormonales como la menopausia pueden influir también en la aparición de la rosácea.
Rosácea no es acné
A pesar de que se tratan de dos erupciones comunes que afectan a la cara, ambas son distintas, como refleja la infografía elaborada por la AAD, en la forma en la que afectan la piel. El acné se asocia con la obstrucción de los conductos de las glándulas sebáceas, lo que produce la formación de las típicas espinillas negras y granos en la cara y, en ocasiones, en la espalda, los hombros o el pecho.
La rosácea, en cambio, está relacionada con la red vascular de la piel facial central que causa el enrojecimiento y granos, pero no aparecen espinillas. Además, rara vez va más allá de la cara.
La piel con rosácea debe tratarse como piel sensible porque su barrera está comprometida. Esto significa que deben usarse limpiadores sin tensioactivos, ni exfoliantes físicos, ni productos con retinol o ácido glicólico.
10 pasos para el cuidado de la rosácea
La inflamación que provoca la rosácea puede controlarse con medicamentos aplicados en las áreas afectadas. Los antibióticos orales son útiles en caso de rosácea moderada o grave, funcionan principalmente como antiinflamatorios, aunque se desconoce el motivo exacto de dicho efecto. Los más usados pertenecen al grupo de la tetraciclina e incluyen oxitetraciclina, doxiciclina, ciclecina y minociclina, según la Asociación Británica de Dermatólogos (BAD). La duración de los tratamientos con antibióticos varía en función de su respuesta. El médico será el que establezca las pautas y el que considere oportuno el uso de una crema y un tratamiento oral a la vez.
Hay algunos pasos que pueden seguirse para cuidar la piel en caso de rosácea:
Proteger la piel con un protector solar en la cara todos los días.
No frotar la cara al limpiarla porque el roce empeora la rosácea.
No usar productos como jabones perfumados.
Si la piel está seca o sensible, usar una crema hidratante sin perfume de forma regular.
Evitar las prácticas que se observen que empeoran la rosácea, como una mala alimentación. Llevar un registro de los episodios de enrojecimiento ayuda a ver si pueden estar asociados con ciertos alimentos, actividades u otros factores desencadenantes, que varían de persona a persona.
No usar preparaciones tópicas con corticosteroides si el dermatólogo no lo recomienda porque pueden empeorar la rosácea a largo plazo.
Lo peor de la rosácea
La autoestima de la persona que sufre rosácea es una de las que recibe un golpe más duro. Casi el 90% de los pacientes aseguran que esta afección llega a reducir la confianza en sí mismos y su autoestima, y el 41% ha llegado incluso a reducir su círculo social, según una encuesta de la Sociedad Nacional de Rosácea (NRS). Al igual que otras enfermedades crónicas, es difícil lidiar desde el punto de vista psicológico con una afección persistente durante muchos años.
Además de sentirse mal por el enrojecimiento y las protuberancias que dañan el rostro (y que en la mayoría de los casos no pueden ocultarse), también pueden verse afectados por los conceptos erróneos comunes sobre esta afección, como la creencia de que es un signo de abuso de alcohol o de mala higiene. Pese a todo, más del 70% de las personas con rosácea mejoran con el tratamiento médico, fortaleciendo así el bienestar emocional. Se ha demostrado que el control exitoso de los síntomas con el tratamiento mejora el bienestar emocional.
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