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Seis cosas que tal vez expliquen por qué sudas más que los demás

Eric Santaona

20 de mayo de 2023 22:38 h

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Sudar es normal, es una respuesta del cuerpo a una subida de la temperatura por encima de los valores normales y pretende, con la emisión de agua a través de los poros de nuestra piel, conseguir una evaporación de la misma que nos enfríe.

Es un proceso que nos distingue de la mayoría de los mamíferos, que poseen pelo y tienen que regular la temperatura corporal emitiendo vapor a través de la boca.

Por lo tanto, es mucho más probable que sudemos en mayor cantidad y frecuencia en verano y primavera que no en otras épocas del año, si bien el excesivo abrigo o el ejercicio intenso también nos pueden hacer sudar.

Tradicionalmente se ha dicho que el sudor también es una forma de excreción de toxinas, ayudando a los riñones y el tracto gastrointestinal, pero según algunos estudios, este papel de secreción es menos importante de lo que se esperaba.

Así, las principales sustancias expulsadas con el sudor son agua, cloruro sódico, sal cálcica, sal de potasio, ácido láctico y derivados nitrogenados, urea, etc., estos sí desechos metabólicos. Y lo más importante, estas sustancias por sí mismas no tienen ningún tipo de olor, si bien sí un sabor salado, resultado de que algunas son expulsadas en forma de sales.

En nuestro cuerpo contamos con dos tipos de glándulas dedicadas al sudor, las ecrinas, que se distribuyen por los poros de la piel, y las apocrinas, que se radican en los folículos pilosos, es decir en las zonas donde tenemos vello, como las ingles, las axilas, el cuero cabelludo o las cejas.

Las glándulas ecrinas están por todo el cuerpo y son las principales responsables de la sudoración abundante, sobre todo de agua con azúcares y otras sustancias. Pero no son ellas, de por sí, las responsables del mal olor corporal. En realidad, tampoco lo son las apocrinas, aunque estas tienen un sudor más concentrado tal como explica la clínica Mayo.

Entonces, ¿quién es el responsable de dicho mal olor? La respuesta parece encontrarse en las bacterias y hongos de nuestra flora dérmica, que cuando hay un exceso de sudor y, por lo tanto, quedan concentrados muchos componentes, los fermentan y oxidan produciendo subproductos que sí son olorosos.

Esto es especialmente así en el caso de las glándulas apocrinas, ya que su sudor contiene una mayor cantidad de sustancias que al oxidarse producen olores similares a los del queso rancio. Pero también puede pasar en el pie cuando las glándulas ecrinas secretan sudor en grandes cantidades, ya que intervienen bacterias y hongos descomponedores.

Parece claro entonces que el objetivo debe ser intentar sudar menos, especialmente cuando hace mucho calor. Pero el sudor no depende solo de la diferencia entre la temperatura corporal y la exterior, sino que hay otros factores que intervienen como los alimentos que ingerimos, el estrés o el tipo de vestimenta que llevemos y que nos permite o no transpirar.

También hay un componente genético, de modo que hay personas que tienden a sudar más y otras menos porque así está inscrito en su ADN. Y finalmente los ataques de sudoración excesiva también son un síntoma muy molesto para algunas mujeres posmenopáusicas, ya que en este caso lo que los provoca es un desajuste hormonal.

En este sentido, aunque afuera haga mucho calor, el objetivo debe ser intentar controlar el sudor de nuestro cuerpo, y para ello nada mejor que conocer aquellas cosas que tal vez estemos haciendo y que incentiven dicho sudor. De este modo podremos llegar a controlarlas y mantener así el sudor a raya.

Seis cosas que tal vez expliquen por qué sudamos más que los demás

La Sociedad Internacional de Hiperhidrosis desconseja las siguientes acciones

1. Aplicarnos el antitranspirante por la mañana

Aunque suene extraño, lo aconsejable es hacerlo por la noche, ya que antes de dormir la piel está seca y solemos sudar menos. Esto da tiempo a los ingredientes activos de un antitranspirante (como zinc y aluminio) a formar tapones superficiales en los conductos sudoríparos. Aplicarlo en una piel que ya está sudando puede provocar irritación o picazón, así como una menor eficacia del antitranspirante.

2. Abusar de las comidas picantes

Las comidas picantes pueden activar el neurotransmisor acetilcolina, fundamental en la estimulación de la sudoración. Controlar y limitar su ingesta ayudará a regular también la sudoración.

La culpable es la capsaicina, el ingrediente activo que hace que los alimentos picantes lo sean. Esta sustancia interactúa con los nervios sensibles responsables de detectar el calor en la boca.

Esta interacción engaña al cuerpo para que piense que la boca está caliente, aunque no sea así. Se trata de evitar sobre todo el consumo de productos como el chile o los pimientos picantes, los alimentos grasos y productos muy salados porque el cuerpo intentará procesar el exceso de sal sudando.

3. Comer mucha carne e hidratos y poca verdura

El magnesio es un elemento muy importante para muchas funciones de nuestra fisiología, y solo puede obtenerse en cantidades suficientes en una dieta variada en la que estén presentes los vegetales, las legumbres, el pescado, los frutos secos y las frutas.

Las dietas basadas solo en carnes y productos procesados corren el riesgo de hacernos caer en la deficiencia de magnesio, uno de los efectos de la cuál es la sudoración excesiva.

4. Beber poca agua

Puede sonar paradójico, pero el beber agua no hace que sudemos más, sino al contrario. El motivo es que al tener el grado de hidratación adecuado, las glándulas son más eficientes en la expulsión de sudor y, por lo tanto, en la regulación de la temperatura corporal, de modo que esta no sube tanto y no es necesario sudar en mayores cantidades.

Por el contrario, si estamos deshidratados tendremos menor eficiencia en la termorregulación por transpiración y deberemos hacer más esfuerzo con el sudor para mantener nuestra temperatura corporal estable, en un proceso que a la par nos provocará una mayor deshidratación.

5. Usar ropa sintética y de cuero

Usar tejidos sintéticos, con poco poro, o chaquetas de piel en primavera y verano provoca que la transpiración sea, lógicamente, menos eficiente; con lo cual el sudor tiende a encharcarse en nuestra ropa y piel e impedir que perdamos temperatura con eficacia. La consecuencia será que para mantener la temperatura baja tendremos que sudar más.

Lo aconsejable es llevar ropa de tejidos naturales como algodón y lino, que permiten la transpiración y el enfriamiento de nuestro cuerpo.

6. Abusar de la cafeína

En general, la sustancias excitantes provocan una subida del estado de atención en el cuerpo, esto quiere decir un mayor estrés y, por tanto, un aumento de la temperatura corporal, lo que nos llevará a tener que regularla mediante el sudor.

Tomar demasiado café o té por las mañanas o por la tarde para estar muy despiertos también provoca que tengamos niveles de la hormona cortisol más altos y por tanto que nuestra temperatura corporal tienda aumentar.

Las mujeres posmenopáusicas que sufran entre los síntomas de dicho estadio vital una sudoración excesiva, deben procurar controlar la cantidad de cafeína o teína que ingieren.

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