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El sexo en los adultos mayores sigue siendo un tema tabú. A veces, casi como si no existiera. O, peor aún, como si fuera algo no deseable, cuando en realidad es todo lo contrario. Un estudio de 2019 comprobó que la actividad sexual en esa etapa de la vida está relacionada de forma directa con el bienestar de las personas.
Según esta investigación -basada en datos de casi 6.900 hombres y mujeres de una edad media de 65 años-, las personas que habían tenido actividad sexual durante el último año mostraron unos “índices de disfrute de la vida significativamente más altos” que quienes no la habían tenido.
El trabajo, realizado por científicos del Reino Unido, Austria, Italia y Turquía, destaca que cuando se habla de “actividad sexual” no se limita a las relaciones coitales, sino también a los besos, caricias, abrazos y otras formas de contacto íntimo.
La actividad sexual en esas edades también está relacionada con un mejor estado de salud. Así lo comprobó un estudio de 2021 realizado por científicos suecos, según el cual hasta el 10% de las personas mayores de 90 años se mantienen sexualmente activas.
Pero, ¿cuántos adultos mayores se mantienen sexualmente activos? En España, el 62,3% de los hombres y el 37,4% de las mujeres mayores de 65 años. Unas cifras bajas y, como es evidente, demasiado dispares entre ambos géneros. Los problemas que con mayor frecuencia conspiran contra el sexo en esta etapa de la vida son los siguientes.
Los problemas más comunes
Entre los hombres, el principal problema no es exclusivo de la edad, pero en esta etapa de la vida se da con mayor frecuencia. Es la disfunción eréctil, definida como la pérdida de la capacidad de lograr y mantener una erección. Así lo explica el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, de Estados Unidos (NIA, por sus siglas en inglés).
Esta disfunción también causa que se tarde más tiempo en lograr la erección (tanto si es la primera como si es una nueva después del orgasmo), que esta “no sea tan firme o tan grande como solía ser” o que la pérdida de la erección después del orgasmo se produzca más rápidamente.
Para las mujeres, en tanto, uno de los mayores inconvenientes están relacionados con los cambios en su vagina, informa el NIA. Por un lado, la sequedad. “La mayoría de las mujeres tendrán menos lubricación vaginal, y puede tomar más tiempo para que la vagina se lubrique naturalmente”, dice el documento.
Por otro, la vagina puede “acortarse y estrecharse”, y sus paredes “volverse más delgadas y un poco más rígidas”. Como resultado, puede aparecer dolor en el momento de la penetración, o incluso antes o después. Al igual que la disfunción eréctil, estos problemas no son privativos de esta etapa, aunque sí más comunes en ella.
En parte como consecuencia de esos inconvenientes, muchas personas también sufren la inhibición del deseo. Sin embargo, esta falta de deseo también puede deberse a muchos otros factores, como los que se describen a continuación.
Dificultades típicas de esta etapa de la vida
Otros problemas para la sexualidad de los adultos mayores sí tienen que ver con cuestiones propias de esa etapa vital. Uno no menor es la pérdida de la pareja, en muchos casos por viudez, aunque también puede ser simplemente la soledad por llegar a ese momento sin una pareja estable.
Esta forma de estar solo “probablemente es la barrera más frecuente a la intimidad relacionada con la edad”, apunta el ‘Manual Merck de diagnóstico y terapia’, editado en Estados Unidos, una obra de referencia en temas de salud.
Otra cuestión que representa un problema para la vida sexual de muchos adultos mayores -y en el que tal vez no se piense demasiado- es la falta de privacidad. Cuando estas personas comparten casa con sus hijos u otros familiares, o si viven en una residencia, pueden carecer de las oportunidades necesarias para gozar de su intimidad.
Luego están, desde luego, muchas otras dolencias de salud no relacionadas de forma directa con la sexualidad pero que pueden afectar: desde enfermedades que causen dolor (como artritis) hasta problemas cardiacos, pasando por problemas de salud mental -como la depresión- o de deterioro cognitivo.
Esos males pueden hacer que el sexo sea menos placentero o inhibir el deseo. Este último efecto también pueden causarlo algunos medicamentos tomados para combatir o controlar esos problemas.
Y también hay que tener en cuenta los inconvenientes derivados de la “reticencia a discutir los efectos del envejecimiento”, como explica el Manual Merck. Se refiere a las personas que se sienten avergonzadas por los cambios naturales de su cuerpo (arrugas, flacidez, etc.), y a las limitaciones que esta sensación puede ocasionar.
Sin embargo, puede ser el mejor sexo de la vida
La enumeración de todos esos problemas o impedimentos puede hacer pensar que el sexo en esta etapa es demasiado difícil o poco satisfactorio. Sin embargo, los expertos suceden que es justo al contrario. Según el NIA, “muchas parejas mayores encuentran mayor satisfacción en su vida sexual que cuando eran más jóvenes”.
¿Por qué? Pues en muchos casos porque “tienen menos distracciones, más tiempo y privacidad, no se preocupan por causar un embarazo y disfrutan de una intimidad mayor con una persona que ha sido su pareja de por vida”, señala ese organismo.
Además, numerosos estudios han llegado a la conclusión de que el sexo en estas edades puede ser aún más placentero que en la juventud. Un trabajo de 2016 afirma que “la edad tiene una relación positiva” no con la cantidad pero sí con la calidad de la vida sexual. Los investigadores lo atribuyeron a la “sabiduría sexual”.
Tal sabiduría consiste en “la adquisición de habilidades y estrategias que amortiguan las disminuciones de la calidad de la vida sexual relacionadas con la edad”. Algo así como aprender de la experiencia para disfrutar más del sexo de otras maneras.
Otra investigación, publicada en 2018 por científicos de Estados Unidos e Israel, mostró que entre las principales motivaciones de las personas mayores de 60 para tener sexo se encuentran dos cambios importantes en relación con la juventud: pasaron “de la lujuria al amor” y también de la prioridad de “tener sexo” a “dar sexo”.
Todo esto se relaciona con la importancia de las ya señaladas prácticas sexuales no limitadas al coito. Los besos, las caricias, los abrazos: en definitiva, un modelo que priorice el encuentro, la comunicación y el intercambio emocional por encima del rendimiento sexual.
Y si pese a eso subsisten los problemas, no dudar en acudir en busca de ayuda profesional, tanto médica como psicológica. Nunca es demasiado tarde para poder disfrutar de la propia sexualidad y aprovechar -además- los beneficios que proporciona.
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