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Síndrome post-UCI, las secuelas de un ingreso en cuidados intensivos

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Gracias a todos los avances en medicina, cada vez son más personas las que sobreviven a enfermedades críticas como insuficiencia respiratoria. Miles de personas tienen que ingresar en las unidades de cuidados intensivos (UCI) para salvar su vida.

Un ingreso que, pese a todo lo que significa por su capacidad para salvar vidas, no está exento de algunas dificultades porque en la mayoría de los casos la recuperación no termina cuando salen de la UCI sino que justo comienza entonces.

Se calcula que entre el 30-50% de las personas que sobreviven a un ingreso en una UCI experimentan dificultades con la función física, la cognición y la salud mental, independientemente del motivo principal de ingreso.

Hablamos del síndrome post-cuidados intensivos (PICS, en sus siglas inglesas), cuyos síntomas aparecen después de una permanencia sobre todo prolongada en esta unidad, después del alta.

Qué es el síndrome post-UCI y cuáles son las principales causas

Las largas hospitalizaciones en las UCIs a las que han tenido que someterse muchas personas debido a la pandemia del Covid-19 han puesto en evidencia más que nunca el problema que tienen muchas de ellas para recuperarse y para superar posteriores secuelas.

El síndrome post-UCI es el resultado de la combinación de varios factores porque la atención en estas unidades puede ser intensa debido a las condiciones médicas graves.  

También influyen aspectos como el uso de equipos de soporte vital como tubos endotraqueales o la necesidad de ventilación mecánica; la utilización de algunos fármacos como sedantes, corticoides o bloqueantes musculares; la sepsis; el síndrome de distrés respiratorio agudo o la inmovilización prolongada.

La exposición de la persona a todos estos factores estresantes tiene implicaciones en muchos aspectos de su vida. Se calcula que en el 30% de los casos la persona no podrá retomar su trabajo habitual y un 25% va a necesitar ayuda para realizar las actividades diarias básicas como vestirse.

Las secuelas de un ingreso en la UCI 

Las estancias prolongadas en la UCI implican un deterioro, al menos temporal para algunas personas, en su calidad de vida. Los síntomas más comunes son:

  • Deterioro cognitivo: entre los síntomas cerebrales más comunes prevalen la disminución de la memoria, dificultad para hablar, olvidos y problemas para concentrarse. Estos síntomas nos llevan a la aparición de problemas para recordar, prestar atención, resolver problemas y organizar y trabajar en tareas complejas. Según datos de la Sociedad de Medicina de Cuidados Intensivos (SCCM), del 30% al 50% de los pacientes pueden tener este tipo de problemas.
  • Síntomas emocionales: se describen sobre todo el trastorno de estrés postraumático (pesadillas, recuerdos no deseados), depresión o ansiedad. Por tanto, los pacientes pueden desarrollar problemas para conciliar el sueño, en ocasiones como consecuencia de la alteración de los ciclos normales de sueño y vigilia y que, en algunos casos, puede ser una de las primeras señales que indican la presencia del síndrome.
  • Síntomas físicos: según los expertos, la debilidad muscular es la forma más común de deterioro físico que afecta a más del 25% de los supervivientes de la UCI y que se manifiesta con una pobre movilidad o caídas recurrentes. Se debe sobre todo a la afectación de los nervios periféricos y de los músculos, lo que se conoce como polineuropatía-miopatía del paciente crítico. También puede aparecer fatiga, respiración dificultosa o insomnio. Todo ello se traduce en dificultad para realizar actividades diarias como vestirse, comer, ducharse o caminar, algo que variará en función de la severidad.

La aparición de estos factores depende de otros como la edad avanzada o ciertas enfermedades previas al ingreso, como deterioro cognitivo, enfermedades neuromusculares o patología psiquiátrica, que aumentan el riesgo de sufrir este síndrome.

Cómo recuperar una nueva normalidad 

Dejar el hospital y volver a casa es un paso importante y positivo en la recuperación, pero puede llevar tiempo y esfuerzo volver a una vida normal. El tratamiento para el síndrome post UCI dependerá de los síntomas.

En la mayoría de los casos se basa en medidas preventivas y en el inicio precoz de la rehabilitación. Como prevención, es importante reducir tanto como sea posible la administración de fármacos como sedantes o corticoides y no descuidar la salud nutricional. 

La debilidad muscular puede tratarse con fisioterapia y programas de ejercicio, algo que no solo repercute en la recuperación motora, ya que también mejora la salud cognitiva y el estado de ánimo.

Los síntomas como la depresión o la ansiedad pueden tratarse con una combinación de terapia y medicamentos. El deterioro cognitivo puede tratarse terapia ocupacional para ayudar a reaprender habilidades de la vida diaria y el uso de la memoria.

El plan de tratamiento implica un trabajo multidisciplinar en el que intervienen trabajadores sociales, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, enfermeras, neurólogos, logopedas y psiquiatras.

Muchos de los pacientes lograrán recuperarse por completo tras un periodo de tiempo que varía en función de los síntomas y, sobre todo, tras una rehabilitación en la que se trabajan las tres áreas más afectadas.

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