El sudor o transpiración, conocido científicamente como hidrosis, es un mecanismo regulador de temperatura, además de excretor, de nuestro cuerpo. Mediante la hidrosis expulsamos sustancias sobrantes además de agua, que al evaporarse hará bajar la temperatura superficial de nuestra piel y con ella, de todo nuestro cuerpo.
El intercambio de líquidos con el exterior, ya sea por las glándulas sudoríparas o por el aliento, es un sistema inherente a los animales de sangre caliente por el controlan la temperatura corporal.
En el caso de los humanos, los únicos animales que sudan, la transpiración es controlada por el sistema nervioso simpático, la red neuronal encargada de coordinar las acciones del cuerpo que no precisan de órdenes conscientes, como el ritmo de los latidos, de la respiración, los movimientos del intestino u otros.
Este sistema responde a estímulos externos para aumentar los ritmos aquí citados. Por ejemplo, al hacer ejercicio moderado o intenso, el sistema nervioso simpático aumenta el ritmo cardíaco y respiratorio y activa la sudoración. Cuando aumenta el calor, actúa de forma parecida.
Así, el sistema simpático “manda una orden” a las glándulas sudoríparas para que produzcan sudor y ellas “se activan”. Posteriormente, el mismo sistema tenía una “orden de apagado” cuando el estímulo externo cesa. Esto es lo normal.
Ahora bien, puede suceder en algunas personas que las glándulas sudoríparas sean “sensibles en exceso” o se “enciendan solas”, lo cual se traduce en que la persona suda mucho y sin motivo aparente, esto es sin calor, sin agitación, incluso con frio. Es lo que se conoce como hiperhidrosis.
Razones genéticas
A las personas con hiperhidrosis que les sudan sin motivo sobre todo las palmas de las manos, las axilas o los pies las conocemos como personas con hiperhidrosis primaria o focal, ya que estos son los principales focos del cuerpo para la transpiración.
Detrás de este fenómeno primario se han comprobado motivaciones genéticas principalmente, ya que es normal en personas de una misma familia, sin más datos sobre otras posibles causas.
Se especula sobre mutaciones de algunos genes que harían que las glándulas del sudor actuasen un poco por su cuenta en lugar de responder solo al sistema nervioso simpático.
Otros trastornos
El 90% de los afectados por hiperhidrosis la padece primaria y por tanto hereditaria; es un fenómeno que sufren desde la infancia y con el que tienen que vivir. Hablamos en su día sobre él en este artículo sobre el sudor en las manos.
No obstante hay otras causas que pueden desembocar en una hiperhidrosis prolongada en el tiempo. Es el caso de personas que de un tiempo a esta parte notan que sudan más de la cuenta y en circunstancias no propicias a ello. Los motivos pueden ser desde poco graves, aun que sin duda molestos, a enfermedades crónicas o degenerativas que conviene consultar con personal sanitario.
En el caso de las mujeres de más de 40 años, la más frecuente las causas es la menopausia, en las que por la caída de producción de hormonas sexuales como la progesterona y los estrógenos se desestabiliza la regulación de temperatura interna con subida de calores (sofocos) y la consiguiente hiperhidrosis sin motivo.
Pero la hiperhidrosis también puede esconder problemas en las glándulas tiroideas, como el hipertiroidismo, en el que la aceleración del metabolismo produce un aumento de la temperatura corporal que se debe solventar con la sudoración.
Otra causa de hiperhidrosis pueden ser hipoglucemias, es decir niveles bajos de azúcar en sangre, que producen además otros síntomas como mareos, nauseas, dolor de cabeza, temblores, etc.
Si la hiperhidrosis acompañada de los otros síntomas citados es en los últimos tiempos muy frecuente, podemos valorar un posible cuadro de diabetes de tipo 2, si bien debe ser un médico quien haga el diagnóstico tras hacer los pertinentes análisis.
También, con mucha menor frecuencia, se puede producir sudoración excesiva en algunos tipos de cáncer como el linfoma, tanto el de Hodgkin como el No Hodgkin. En este caso la sudoración es un efecto secundario que acompaña a otros síntomas como fatiga muy pronunciada, pérdida de peso, etc., que deben ser valorados por un médico.
Y para terminar, no se debe descartar el consumo de ciertos medicamentos que tienen como efecto secundario una excesiva sudoración, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, los antidepresivos tricíclicos, los agentes colinérgicos, algunos hipoglucemiantes como la insulina o las sulfonilureas, agonistas beta, triptanes, opioides, antiandrógenos, inhibidores de la aromatasa, betabloqueantes.
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