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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Por qué tomar el sol a través del cristal no sirve para hacer vitamina D

Tincho, socio y lector de eldiario.es, nos formula la siguiente pregunta mediante un texto en un correo electrónico: “Aprovechando los rayos de sol que aparecen a través de la ventana (sin abrirla porque aún hace frío), suelo quitarme la camiseta y ponerme a tomar el sol. Me ha comentado una amiga que no se sintetiza el sol que pasa a través de los cristales. ¿Es eso cierto? ¿Recibo mi ración de vitamina D?”.

Aunque la primavera ya está aquí, en efecto todavía ofrece mañanas frías y es previsible que, con las lluvias propias de la estación, las temperaturas tarden en ser cálidas, por lo que para muchas personas el “fabricar su ración diaria de vitamina D” mediante la exposición solar, lo que solemos llamar “que nos dé la luz”, no es todavía sencillo. De ahí a que se busquen alternativas como la de Tincho, pensando en que ponernos dentro de casa expuestos a la luz a través del cristal nos ayudará a mantener el nivel de vitamina D corporal.

No todos los rayos fabrican vitamina D

Pero desgraciadamente no es así, este no es un método eficaz para que los rayos solares penetren en nuestra piel e incidan sobre las moléculas de colesterol de la epidermis, partiéndolas para fabricar pro-vitamina D o colecalciferol, que después se repartirá por todo el cuerpo. El motivo es que no todos los rayos solares tienen la capacidad de hacer esta conversión; solo los rayos de longitud de onda más corta –o mayor frecuencia y, por tanto, energía– son capaces.

Por lo tanto, los rayos de la franja del rojo iluminan, pero no inciden con tanta potencia sobre la piel y no pueden partir el colesterol; no valen para fabricar vitamina D. Serán, por tanto, los del extremo de la franja del azul, los ultravioleta, los que sí pueden hacerlo. Pero incluso dentro de los rayos ultravioleta, los conocidos como UV, son minoritarios los capaces de incidir sobre el colesterol de las células dérmicas. En concreto solo son el 5% y se conocen como rayos UVB frente a los rayos UVA, que son el 95%.

El caso es que los cristales de las ventanas, sin necesidad de estar ahumados, ejercen una potente labor de filtro, rebotan una importante proporción de los rayos UV que pasan por ellos; aproximadamente solo pasa el 32% de los UV. Así, la proporción de UVB que pasan es tan baja que apenas es eficiente para fabricar vitamina D, a no ser que nos estemos todo el día expuestos. Y ni así.

Cuidado con el sol

Es mucho más eficaz salir a las horas centrales del día a exponerse un cuarto de hora o veinte minutos con los brazos descubiertos, y si no podemos, buscar fuentes de vitamina D en alimentos naturales. Otros casos en los que tampoco fabricamos vitamina D es cuando tomamos el sol con protectores y cremas solares, así como cuando lo hacemos a primera o última hora o bien en invierno en latitudes frías. Es por ello que en muchos países de Europa, España incluida, la gente presenta estadísticamente deficiencia en esta vitamina.

De la importancia de la vitamina D ya hemos hablado largo y tendido en ConsumoClaro, por ejemplo en D, la vitamina del sol que se nos escapa absurdamente en España. También en La ciencia confirma que los suplementos de vitamina D apenas son eficaces y en Si los suplementos de vitamina D no funcionan, ¿de qué alimentos podemos obtenerla?

Como resumen, diremos que la vitamina D es fundamental para:

  • El buen funcionamiento del sistema inmunitario
  • El mantenimiento de la densidad ósea, que evita roturas
  • Se cree que juega un cierto papel prevención del cáncer
  • También hay indicios de que puede tener un papel en la prevención de la diabetes
  • Se estudia su importancia para combatir las enfermedades autoinmunes

No obstante, hay que ser muy precavidos a la hora de tomar el sol; en verano o primavera, por ejemplo, con poco más de quince minutos de tomar el sol en cara, cuello y brazos sin protector, e incluso menos en pieles muy blancas, tenemos suficiente ración de vitamina D. Más allá de este lapso de tiempo, los efectos de los rayos UV sobre nuestra piel son muy nocivos y aumentan el riesgo de padecer melanoma, pues alteran el ADN de las células dérmicas.

De hecho, el enrojecimiento de la piel y posterior oscurecimiento con la fabricación de melanina es una reacción defensiva y de protección contra la agresión de los ratos UV. Además, si nos pelamos, es señal de que el cuerpo está expulsando una capa de células muertas que muy probablemente tendrán su ADN alterado.

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