El verano es una época propicia para los deportes al aire libre y, por tanto, para aumentar la ración de ejercicio diario. La consecuencia directa de ello es que quemamos más grasas que en otras estaciones, con lo que perdemos las reservas de la panza y las cartucheras y lucimos mejor en la playa y en la piscina. Y para colmo de bienes, nos oxigenamos y mejoramos nuestro estado de salud, previniendo la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
El verano también puede significar una época de relajo y vida contemplativa, con un ritmo más pausado que no hemos podido llevar el resto del año. En este sentido, es positivo que reduzcamos el estrés y con ello las tasas de cortisol en la sangre, previniendo así también el riesgo de problemas cardiovasculares.
Ahora bien, hay una tercera vía perversa en la que entran ciertas costumbres veraniegas que entrañan permisividad y un poco de abuso dietético, y que si no se vigilan con el suficiente rigor, pueden acabar en un aumento del sobre peso a principios de octubre. Si no queremos entrar en el otoño con más lorzas ni cartucheras de las que teníamos en junio, debemos supervisar con mano de hierro durante todo el verano el consumo de los siguientes diez productos.
1. Los gin-tonic
Si al azúcar que lleva la tónica, casi tanto como una CocaCola, le sumamos los 40º alcohólicos de la ginebra, tenemos una bebida ideal para matar al páncreas y el hígado de un solo tiro, además de meternos un montón de calorías que irán directa a formar células adiposas, sobre todo si nos tomamos los gin-tonic por la noche. Es mejor racionar las bebidas combinadas en base a azúcar y alcoholes destilados, o bien reservarlas para los fines de semana. Pero nunca convertirlas en una costumbre.
2. Las ensaladas veraniegas
Campera veraniega con pasta y salsa de yogurt; campera veraniega con arroz y aceitunas, con un chorrito de aceite y algo de mayonesa; ensaladilla rusa, la reina del verano... Las ensaladas veraniegas a base de macarrones, patata o arroz están muy buenas y alimentan si eres un niño que se pasa el día arriba y abajo gastando energía. Pero para los adultos sedentarios constituyen un vicio calórico peligroso si se convierten en norma.
3. Las patatas fritas del vermut
Es normal tomar cañas o vermut en verano, sobre todo cuando estamos ya de vacaciones y nos relajamos. Pero más allá del hábito aperitivo, están los snacks que lo acompañan y que en forma de patatas fritas, cheetos, doritos, etc., son una entrada de azúcares, sal y grasas en nuestro sistema. Mejor lo acompañamos con unas gildas, unas anchoas o unos boquerones, que el vinagre no engorda tanto.
4. La cerveza
Hablando de cañas de cerveza, una cosa es la cervecita del medio día y otra es sumarle las de la noche o la tarde, sobre todo cuando aprieta el calor o simplemente estamos relajados en una terraza, en la playa o la piscina. Si tenemos sed o queremos refrescarnos, nada como el agua fresca.
5. Las bebidas carbonatadas
En el mismo saco se debe poner a las bebidas dulces. Cargadas de azúcares añadidos como están, su consumo continuado para amortiguar los rigores del calor puede suponer un considerable aumento de peso y una amenaza para el páncreas. De nuevo, el mejor remedio es el agua fresca.
6. Las claras
No nos engañemos: las claras, 'shandis' y otras denominaciones para la mezcla de limonada y cerveza no son más sanas porque lleven la mitad de alcohol, sino que son peores porque a este le suman los azúcares añadidos. Procuremos mantenernos lejos de las mezclas diabólicas.
7. El gazpacho
Ojo que el gazpacho no es un zumo de verduras, al menos no uno simple y menos cuando va colado. Lleva aceite, sal y a veces pan, y cuando es industrial se pueden encontrar algunos azúcares añadidos, especialmente en los denominados light. Sin duda es un gran invento, pero debemos ser conscientes de que engorda si lo tomamos como si fuera agua. Contención con el gazpacho.
8. El pincho frío de tortilla
El pincho de tortilla es una tapa agradecida: fresco, sabroso, meloso y consistente, nos puede solucionar una comida como el mejor tentempié. Pero hay que ser conscientes de que es huevo, patata y aceite, por lo que si convertimos en comida habitual, y le sumamos el acompañamiento de pan, tenemos asegurado el aumento adiposo.
9. Los zumos
Aunque sean naturales no son una buena idea, ya que implican una gran cantidad de azúcar, no aportan fibra vegetal y no son el equivalente de una pieza de fruta sino de varias, por lo que es difícil de controlar cuántas calorías se ingieren. Son algo a evitar tanto si son zumos de fruta naturales como industriales; mejor una pieza de fruta y un vaso de agua si lo que buscamos es hidratarnos.
10. Los helados
Apetecen un montón ahora que llegan los calores, tanto de postre como paseando a media tarde, pero contienen demasiado azúcar, grasas hidrogenadas y algunos incluso aceite de palma, por lo que no se deben convertir en costumbre. De los polos, que son agua con azúcar, ya ni hablamos.
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