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Con la subida de temperaturas hay quien ya empieza a pensar en lucir piel bronceada. Sobre cómo conseguirla existe una creencia popular que dice que comer zanahorias nos puede ayudar a ello y potenciar un tono más moreno de piel de forma rápida cuando nos tocan los primeros rayos de sol.
Sin embargo, no es exactamente el bronceado lo que obtenemos de las zanahorias sino otro efecto que nos suele llevar a confusión.
Por qué nos ponemos morenos: el papel de la melanina
Que nuestra piel cambie de tono cuando nos toca el sol se explica, según la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV), porque se produce melanina como defensa natural.
La epidermis, que es la capa que tenemos más externa de la piel, se engrosa y los melanocitos, que son las células que le dan color, empiezan a producir melanina de forma más rápida.
Aunque en cantidades moderadas, el sol es beneficioso y recomendable, los expertos alertan de sus riesgos y reconocen que no existe conciencia sobre el hecho de que el bronceado es una señal de daño en la piel.
Porque estar moreno significa que se ha producido un daño solar con la creación de melanina y, por tanto, con el bronceado, lo que llevaría a una serie de procesos acumulativos que, en un futuro, terminarán pasando factura en la salud de la piel.
¿Tienen la zanahoria y otros alimentos similares en cuanto a composición este efecto sobre la piel? ¿Nos ayudan de verdad a producir más melanina y, por tanto, a broncearnos?
El efecto real de las zanahorias sobre la piel
La zanahoria es una hortaliza rica en agua (está presente en un 88%), además de hidratos de carbono. Esta raíz, por tanto, nos aporta numerosos beneficios, como energía, y es además una importante fuente de vitamina E, que juega un papel fundamental en aspectos como la estabilidad de las células sanguíneas, en la fertilidad, y es de acción antioxidante.
Su particular color naranja se debe a la presencia de carotenos, entre los que destacan los betacarotenos, precursores de la provitamina A, que se transforma en vitamina A en nuestro organismo.
El consumo moderado de esta vitamina es esencial para la visión, el buen estado de la piel, los tejidos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Es, además, una de las vitaminas que más contribuye a mantener la piel sana.
Lo que ocurre es que “un consumo excesivo de alimentos ricos en betacarotenos (como la zanahoria) en nuestra dieta puede producir una tinción anaranjada de las palmas de las manos y de los pies llamada carotenemia”, dice Marta Abardia Pijuan, nutricionista en Nutricionistas Barcelona, y esta se nota sobre todo en las personas que tienen la piel más clara. Según la experta, este exceso en el consumo “solo produce este efecto estético y no es perjudicial, ya que desaparece cuando cesa la ingesta elevada de este tipo de alimentos”.
Esto no tiene nada que ver con el bronceado ya que “consumir muchas zanahorias no va a provocar que nuestra piel produzca más melanina per se ni nos pondremos más morenos, sino que el bronceado va a depender de factores como la exposición al sol y del tipo de piel”, asegura Abardia.
Como fuentes vegetales de betacarotenos también encontramos la calabaza, el boniato, las espinacas, el brócoli, el mango, el caqui, el melocotón, los albaricoques, los nísperos y la papaya.
La cocción moderada de estos alimentos facilita la absorción de los carotenos, porque la absorción de las grasas durante la digestión aumenta con este tratamiento. Sí es verdad que tomar betacarotenos nos ayuda a preparar la piel a la exposición al sol porque la hidrata y le da capacidad antioxidante.
La experta advierte también que, aunque las zanahorias protegen las células de los radicales libres de la radiación UV y, por tanto, ejercerían un suave efecto de protección solar, esto no significa que no debamos usar protector solar cuando nos expongamos al sol.
Otro factor que debe tenerse en cuenta es que, pese a que la zanahoria sea rica en vitamina C y E y que juntas actúen como antioxidantes, protegiendo la piel del sol, no significa tampoco que promuevan el bronceado ni que el color de la piel vaya a cambiar.
Para ponernos morenos, los betacarotenos tendrían que estimular la producción de melanina, que es el pigmento que sintetizamos con la exposición al sol. Pero ni la zanahoria (ni ningún otro alimento) lo hacen.
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