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Lo que Casado y Ayuso olvidan cuando culpan al Gobierno de los muertos
Es infame la instrumentalización de los muertos que está haciendo la derecha para intentar tumbar al Gobierno, eludiendo su parte de responsabilidad en la gestión, exagerando los errores ajenos y escondiendo los propios
1. Pablo Casado: “Cada retraso, mentira o error cuesta vidas”. Desde el PP, distintos portavoces hace días que culpan al Gobierno del alto número de muertos en España por coronavirus, de mentir sobre las cifras, de provocar más víctimas por “negligencia”. “Esta crisis no es simétrica porque ha afectado de forma distinta a los países en función de la eficacia de los gobiernos”, sentenciaba el líder del PP el 9 de abril en el Congreso. Después, redondeaba la tesis: “España es el país del mundo con más fallecidos por millón de habitantes”, subrayaba Casado, siempre más fino que Vox, que directamente llama “criminal” al Gobierno.
El dato es cierto: ya son 360 muertos por cada millón en España. Pero Casado olvida que en la Comunidad de Madrid la cifra casi triplica la media española: 951 fallecidos por cada millón de habitantes. De entre las regiones más afectadas, solo está peor Lombardía.
2. España es un Estado descentralizado y las competencias en Sanidad están transferidas. Las tienen las comunidades autónomas desde hace décadas. Y en Madrid, el PP gobierna desde hace un cuarto de siglo.
3. En el Ministerio de Sanidad y todos sus organismos adscritos apenas trabajan 1.200 personas. De la Consejería de Sanidad de Madrid dependen más de 83.000 trabajadores: 74.000 en el Servicio Madrileño de Salud (de ellos, unos 56.000 son personal sanitario), 8.000 en los cinco hospitales concertados y otros 1.400 más entre inspección, formación, asesores y otros funcionarios. Solo la plantilla del Hospital de La Paz de Madrid (6.895 empleados) es casi seis veces más grande que todo el Ministerio de Sanidad al completo.
4. A toro pasado, es evidente que el Gobierno de España cometió errores en su gestión del coronavirus: tomó muchas decisiones tarde y de manera improvisada. Como muchos otros. Basta con comparar las fechas del confinamiento contra la pandemia en otros lugares para comprobar que España no lo hizo ni mucho peor ni mucho mejor que otros grandes países europeos.
5. Tampoco reaccionó mucho antes la oposición, que estaba en otras cosas. Entre el 1 de enero y el 10 de marzo, PP y Vox llevaron 107 iniciativas a pleno en el Congreso; ni una sola sobre el coronavirus. No hubo un solo debate en el pleno sobre la COVID-19 antes del estado de alarma, solo en la comisión de Sanidad y en algunas preguntas por escrito. Para la oposición, lo prioritario en esas fechas era hablar de Venezuela.
6. El Gobierno infravaloró la epidemia. Nos pasó a casi todos, a mí también. “Creemos que España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado”, decía el 31 de enero Fernando Simón, un epidemiólogo que no está ahí por motivos políticos. Es un técnico de impresionante currículum, con experiencia en las epidemias de la gripe A y del ébola, y que dirige el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias desde el año 2012, cuando lo nombró el Gobierno de Mariano Rajoy.
7. Simón no fue el único especialista que falló estrepitosamente en sus pronósticos. Fracasaron la mayor parte de los expertos y científicos, como explica el director de 'The Lancet' –la revista médica más importante del mundo– en este imprescindible artículo.
8. También falló la Comunidad de Madrid, y en fechas posteriores. El 24 de febrero, la OMS advirtió al mundo que la epidemia se iba a transformar en pandemia, aunque con previsiones mucho menos graves de la realidad que tenemos hoy. Dos días después –el 26 de febrero en una entrevista en Antena 3–, Isabel Díaz Ayuso aseguraba: “Lo más peligroso ahora es el miedo, más que el propio virus, que normalmente lo que deja como secuelas son síntomas menores incluso que los de una gripe”.
En aquel momento solo había dos contagios detectados en Madrid. Y el Gobierno autonómico, como tantos otros, no imaginaba lo que nos venía encima.
9. “Yo misma me reuní con los servicios que están coordinando este dispositivo a finales de enero, está todo previsto”, decía Isabel Díaz Ayuso en esa misma entrevista. De esa comisión para coordinar el dispositivo contra la epidemia y de las supuestas previsiones del Gobierno de Ayuso poco más se supo.
11. La Comunidad de Madrid tiene las competencias en Sanidad no solo porque lo diga Rocío Monasterio –acertada en esta ocasión, igual que los relojes parados dan bien la hora dos veces al día–. Lo dice el Estatuto de autonomía y también el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid. Allí se publicó, hace unos meses, la última estructura de la Consejería de Sanidad de Madrid y las funciones de la Dirección General de Salud Pública. Entre sus responsabilidades están la “vigilancia, análisis y control epidemiológico de la salud”, “la incidencia de las enfermedades transmisibles” y “la vigilancia epidemiológica y control de microorganismos”.
12. Esa misma Dirección General de Salud Pública de Madrid, el 5 de marzo, pidió por carta a los funcionarios autonómicos “continuar con su actividad con total normalidad”. “Las personas infectadas que no han desarrollado síntomas no transmiten la enfermedad”, decía también la carta. Más tarde se descubrió que no era así, un error no atribuible a ningún gobierno, pero que en parte explica el alto número de casos en España. Contra lo que se creía entonces, la personas asintomáticas pueden transmitir la enfermedad.
14. Si la Sanidad está transferida, ¿para qué sirve entonces el Ministerio de Sanidad? Tiene atribuciones, y también responsabilidad. Entre sus funciones están “monitorizar los riesgos para la salud pública en coordinación con los organismos implicados”, “realizar la coordinación internacional en el ámbito de las enfermedades transmisibles” y “coordinar y desarrollar la Red de Vigilancia en Salud Pública y Vigilancia Epidemiológica, en coordinación con los órganos de la Administración General del Estado con competencias en la materia y los servicios de las comunidades autónomas”. También es suya la “gestión de alertas de carácter supraautonómico” y de las que “procedan de la Unión Europea”o “de la Organización Mundial de la Salud”.
El decreto del Estado de Alarma del 14 de marzo le dio al ministro de Sanidad, Salvador Illa, el mando único. Pero la verdadera gestión, la mayoría de los medios y el grueso de las competencias siempre han estado en las autonomías, que son las que también aportan al Ministerio los números de contagios y muertes por el coronavirus. Es ridículo que el PP acuse al Gobierno de mentir sobre la cifra de fallecidos cuando Sanidad simplemente suma los datos que ofrece cada autonomía.
15. ¿Fue un error mantener las marchas feministas del 8 de marzo? Sin duda, como tantos otros eventos multitudinarios que se celebraron ese fin de semana. Fue el 9 de marzo, y no antes, cuando se detectó que los contagios estaban disparados y fuera de control. Pero resulta obsceno que la oposición cuestione a posteriori esa decisión, cuando no dijo nada en su momento. El PP no solo no se opuso, sino que envió una representación oficial a la manifestación del 8M. Y Vox organizó un mitin ese mismo día.
16. Desde el PP también culpan al Gobierno por no decretar antes el confinamiento y bloquear los desplazamientos. Conviene recordar que el 11 de marzo Ayuso estaba en contra: “Madrid no se va a cerrar o por lo menos el Gobierno de Madrid no la va a cerrar”, decía la presidenta madrileña, al mismo tiempo que se quejaba de las consecuencias económicas porque el Gobierno no desmentía esa posibilidad.
17. La Comunidad de Madrid también tiene las competencias sobre las residencias de ancianos: tanto las públicas como las privadas. El 12 de marzo, el consejero de Sanidad de Madrid anunció que iban a medicalizar las residencias. Aún no se ha hecho. La nueva promesa es que se hará, en el futuro, con el material que sobre en los hospitales, cuando acabe la crisis.
18. La situación de las residencias de Madrid era tan crítica que, el 19 de marzo, el consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero, y el vicepresidente de Madrid, Ignacio Aguado –ambos de Ciudadanos–, pidieron ayuda al Ejército. Ayuso estaba en contra: “Esta petición no sirve porque el Ejército no tiene capacidad”, decía ese mismo día la presidenta de Madrid.
El Ejército finalmente entró en las residencias, a pesar de Ayuso. Y el 26 de marzo, la consejería de Reyero difundió un informe detallando el número de ancianos muertos en los geriátricos –1.065 en ese momento–. Esa misma noche, Ayuso le quitó las competencias sobre las residencias al consejero de Ciudadanos para dárselas al consejero de Sanidad, de su partido.
19. El 2 de abril, Ayuso admitió en una entrevista que el número de muertos en las residencias de Madrid se había multiplicado durante el mes de marzo: “En torno a 3.000 fallecidos”. “Es imposible llegar a todas partes”, argumentó Ayuso.
Unos días después, la cifra había crecido aún más: 4.750 fallecidos, cuando lo habitual en un mes, según la Comunidad de Madrid, son mil defunciones en las residencias.
20. Los muertos son culpa del Gobierno. Pero cuando hay noticias buenas, son mérito de la gestión de Ayuso, que presume del número de curados en Madrid –con gráficos manipulados–; de ser la autonomía que más aviones ha traído de China con material sanitario –falso, es la valenciana–; de ser la primera que cerró los colegios –falso, Euskadi cerró antes los de Vitoria–; o de haber levantado en tiempo récord el mayor hospital de campaña español, en Ifema. Ayuso olvida que, en la puesta en marcha de este hospital, también participaron el Ejército y el Ministerio de Sanidad.
21. La presidenta de Madrid critica también al Gobierno por cómo trata a las autonomías. Y luego llega casi dos horas tarde a la cumbre entre los presidentes autonómicos y el presidente del Gobierno. ¿La razón de ese retraso? Unas fotos que Ayuso se estaba haciendo en el aeropuerto para presumir de la llegada del tercer avión a Madrid con material sanitario. La propaganda es lo primero.
Este mismo domingo, sin tanto autobombo, aterrizó en Valencia el octavo avión de China con material sanitario comprado por la Generalitat valenciana desde que empezó esta crisis. Pero el presidente valenciano, Ximo Puig, no ha ido a hacerse fotos al aeropuerto.
22. Mientras el PP insiste en culpar de los muertos al Gobierno por su “negligencia” y Vox acusa al Gobierno de “criminales”, la Organización Mundial de la Salud dice justo lo contrario. “España está haciendo un trabajo fantástico”, asegura el jefe de la misión de la OMS a España, Bruce Aylward. La OMS tampoco sabe explicar por qué la pandemia “explotó” de esta forma. “España está afrontando los mismos retos que los demás países, pero en una escala diferente debido al número de casos” que derivó de esa explosión para la que no han identificado causas.
23. Es contradictorio aplaudir desde el balcón a las ocho a los héroes de la Sanidad pública con pedir recortes de impuestos. Unos se pagan con los otros; no se puede soplar y sorber al mismo tiempo.
24. Y no, no creo que las altas cifras de muertos en Madrid sean culpa del Gobierno de Madrid, o del PP, o de Isabel Díaz Ayuso. Tampoco de Fernando Simón, o de Salvador Illa, o de Pedro Sánchez. ¿Podrían haberlo hecho mejor? Sin duda, todos ellos. Pero culpar a los gobiernos como responsables únicos y absolutos me parece una explicación incompleta, demagógica y oportunista. Sabemos aún demasiado poco para los juicios sumarísimos que algunos hacen.
Cuando todo esto acabe, habrá que evaluar a fondo qué ha ocurrido para que España sea uno de los epicentros mundiales de esta pandemia. Se lo debemos a miles de fallecidos, a sus familias, a sus amigos.
Ojalá sea un debate serio, con datos y sin gritos; sin esas 'morgues' que Casado echa de menos en los medios. Dudo que eso sea posible, al menos en este Parlamento donde los conservadores son arrastrados por el discurso ultra. Es infame la instrumentalización de los muertos que está haciendo la derecha para intentar tumbar al Gobierno en mitad de la tormenta, eludiendo su parte de responsabilidad en la gestión, exagerando los errores ajenos y escondiendo los propios. No tienen escrúpulos.
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