Carme Chacón pasará a la historia por ser la primera mujer al frente del Ministerio de Defensa: por ese “capitán, mande firmes” embarazada de siete meses que tantos sarpullidos provocó entre los machistas. Sin duda fue un momento histórico, simbólico tanto por el hecho en sí como por las vergonzosas reacciones que provocó en su contra. Pero Carme Chacón también debería ser recordada por otros episodios de su vida política, más reveladores y sin duda mucho más desconocidos.
Carme Chacón no solo fue la primera ministra de Defensa. También fue la primera en esta cartera que apostó por separar la Iglesia del Estado. Modificó la normativa para eliminar los símbolos religiosos del Ejército. No logró sacar a las tropas de los desfiles de Semana Santa pero al menos consiguió que, durante sus años como ministra, se dejasen de pagar esos desfiles religiosos con fondos públicos y que la asistencia a estos eventos fuera para cada soldado voluntaria.
Chacón siempre apostó por la laicidad. También en su vida privada. Su familia fue de las primeras que pleiteó para apostatar, para que sus datos se borrasen de los registros de la Iglesia. Lo logró, pero nunca lo contó en público. Fue también de las ministras dentro del Gobierno de Zapatero que más batalló para sacar adelante esa ley de libertad religiosa que otros miembros del Gobierno lograron aparcar en vía muerta.
Carme Chacón fue la ministra que más se opuso al indulto al banquero Alfredo Sáenz, consejero delegado del Banco Santander, en la última reunión del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, con el Gobierno en funciones. Chacón se salió de esa reunión del Consejo de Ministros y lo hizo porque le parecía indecente aprobar ese indulto, según han confirmado distintas fuentes. Fue un gesto simbólico, su ausencia no cambió el indulto, aunque sí le costó una fuerte discusión con Alfredo Pérez Rubalcaba –que entonces ya no estaba en el Consejo de Ministros–. Nunca criticó la decisión en público. Guardó silencio por lealtad a José Luis Rodríguez Zapatero; la misma lealtad que le llevó a renunciar a las primarias, en la primavera de 2011, cuando una serie de barones, con Patxi López a la cabeza, amenazaron con tumbar a Zapatero si no apoyaba la designación de Rubalcaba como candidato sin primarias.
Unos meses después, en el invierno de 2012, Chacón compitió contra Alfredo Pérez Rubalcaba en un congreso donde salió derrotada por solo 22 votos, por solo 11 compromisarios. La vencieron los dueños del partido, una alianza de la vieja guardia: Felipe, Guerra, Bono, Chaves… Tras perder, guardó silencio y dejó liderar a Rubalcaba. Apenas habló una vez, meses después: para empujar una comisión de investigación sobre Bankia que Rubalcaba no deseaba. “Un país decente necesita saber qué ha pasado con el agujero financiero más grande que ha habido en la historia de España”, aseguró entonces.
Como ministra de Vivienda, Chacón puso en marcha la renta básica de emancipación, una ayuda al alquiler de 210 euros para jóvenes de menos de 30 años. Y también creó una desgravación para las rentas más bajas por el pago del alquiler, una ayuda fiscal equivalente a la que entonces se aplicaba a la hipoteca de la vivienda habitual.
Desde el Ministerio de Vivienda, también impulsó una de sus medidas con el tiempo más cuestionadas: el desahucio exprés. La reforma solo aplicaba para inquilinos en régimen de alquiler, no a quienes no podían pagar su hipoteca a los bancos, y se puso en marcha en un momento, año 2007, en que los desahucios no eran lo que después fueron. Chacón pretendía fomentar el alquiler frente a la compra dando más seguridad jurídica a los arrendadores para que así aumentase el número de viviendas disponibles; el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Tras la explosión de la burbuja, su reforma sirvió para desahuciar a familias vulnerables tras los primeros impagos del alquiler, y no solo a “morosos profesionales”.
Chacón fue una política coherente y comprometida con sus ideales, pero no una revolucionaria. Tras el “capitán, mande firmes” venía un “viva el rey”; siempre tuvo una relación excepcional con la Casa Real, algo al parecer fundamental para llegar al Ministerio de Defensa. También fue la ministra que mantuvo las tropas en Afganistán, o la que respaldó el ataque a Libia. Pero con sus aciertos y errores, Carme Chacón ha sido una de las políticas más honestas, inteligentes y valientes de entre todas las que han tocado poder en la historia de España. Tenía solo 46 años y deja un hijo de ocho. Descanse en paz.
Carme Chacón pasará a la historia por ser la primera mujer al frente del Ministerio de Defensa: por ese “capitán, mande firmes” embarazada de siete meses que tantos sarpullidos provocó entre los machistas. Sin duda fue un momento histórico, simbólico tanto por el hecho en sí como por las vergonzosas reacciones que provocó en su contra. Pero Carme Chacón también debería ser recordada por otros episodios de su vida política, más reveladores y sin duda mucho más desconocidos.
Carme Chacón no solo fue la primera ministra de Defensa. También fue la primera en esta cartera que apostó por separar la Iglesia del Estado. Modificó la normativa para eliminar los símbolos religiosos del Ejército. No logró sacar a las tropas de los desfiles de Semana Santa pero al menos consiguió que, durante sus años como ministra, se dejasen de pagar esos desfiles religiosos con fondos públicos y que la asistencia a estos eventos fuera para cada soldado voluntaria.