El director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández Mesa, actúa al fin. Acaba de anunciar “querellas criminales”. ¿Contra los agentes que no auxiliaron a las víctimas que se estaban ahogando en Ceuta y tampoco avisaron a Salvamento Marítimo? ¿Contra quienes presuntamente dispararon balas de goma a los inmigrantes que boqueaban en el mar?
No. Fernández Mesa se va a querellar... contra los que han “injuriado y calumniado y hasta han presentado denuncias falsas” contra la Guardia Civil.
Fernández Mesa se retrata con la tragedia de Ceuta, igual que antes lo hizo con el Prestige. No es tolerable que, casi una semana después, el director general de la Guardia Civil presuma de que no ha visto las grabaciones en vídeo de las cámaras de la frontera, al tiempo que asegura que sus agentes “han hecho lo que tenían que hacer”.
Si no ha querido ver la prueba más básica –ese vídeo íntegro que el Ministerio del Interior no quiere difundir–, ¿cómo sabe que todo se ha hecho bien? ¿Cómo pretende que el resto de los ciudadanos confiemos ciegamente en que no hay nada que esconder cuando hay once muertos sobre la playa y el Ministerio oculta la información más básica y cambia cada día su versión?
El Gobierno ya está tardando en anunciar la inmediata puesta en marcha de una comisión de investigación que analice el protocolo de seguridad que se aplica en la frontera con Marruecos. No es de recibo que el máximo responsable de la Guardia Civil, con la complicidad del ministro de Santa Teresa de Jesús, presuma de que la actuación de los agentes ha sido “impecable”.
Impecable no puede ser el adjetivo cuando varias personas han muerto y la misma Guardia Civil que incumple de forma cotidiana la Ley de Extranjería –echando sin orden de expulsión a inmigrantes que ya han llegado a España– argumente que no podía entrar en aguas marroquíes para auxiliar a los que se ahogaban a unos metros de su lancha.
La oposición ya ha pedido el cese de Fernández Mesa. Tienen razón, pero conviene recordar que el director general de la Guardia Civil no deja de ser un mandado tras el que se refugia el ministro Jorge Fernández, que no ha dicho una palabra sobre Ceuta en una semana. En unas horas tendrá que explicarse ante el Parlamento. Tiene muchas preguntas que contestar.
Fernández Mesa –en representación del ministro Jorge Fernández– se ha enrocado en la defensa de sus agentes y olvida que no se debe a ellos, sino a todos los ciudadanos. El honor de la Guardia Civil no se defiende cerrando filas y amenazando con querellas, sino depurando responsabilidades y aclarando lo que pasó.