1. Alberto Núñez Feijóo gana ampliamente las elecciones gallegas. Es su éxito, más que el de Mariano Rajoy. Feijóo ha mejorado en más de seis puntos el resultado que logró el presidente en funciones en las generales de junio y mantiene los escaños que ya tenía en 2012, a pesar de lo mucho que ha cambiado la política en España en estos cuatro años. Se convierte en el único presidente autonómico que aún gobierna con mayoría absoluta y también en el principal favorito para liderar el futuro del PP. En Génova querían que Feijóo ganara. Por tanto margen, probablemente no.
2. Otro que no paga las consecuencias de la irrupción de los nuevos partidos es Iñigo Urkullu. Son motivos distintos a los de Galicia. En Euskadi no notan la llegada del multipardidismo porque siempre estuvo allí, pero la fuerte entrada de Elkarrin Podemos en el parlamento vasco no solo no debilita al PNV sino que le da dos escaños más. Urkullu también tendrá una vida parlamentaria muy cómoda: suma mayoría absoluta con cualquiera de los otros cuatro partidos. Probablemente su socio volverá a ser el PSE, pero el PNV podrá elegir, lo que siempre abarata cualquier negociación.
3. Los socialistas cosechan su peor resultado histórico tanto en Euskadi como en Galicia, lo que ya no es novedad. En Galicia, empatan en escaños con En Marea pero quedan los terceros en votos. En Euskadi, son penúltimos y empatan en escaños con el PP. De las dos graves derrotas, la más preocupante para los socialistas es la vasca. El PSOE paga allí –igual que en Catalunya– su giro jacobino: el abandono del discurso de la España plurinacional que, con Zapatero, le dio sus mejores resultados. Y también las consecuencias de su pacto con el PNV. La gran coalición suele llevar a esto: a que otros partidos te quiten tu lugar de la oposición.
4. ¿Una prueba de la compleja realidad territorial española? Que en Euskadi el 70% de los votos son partidarios del derecho a decidir –aunque eso no signifique lo mismo para el PNV que para EH Bildu–, y que el mismo partido que arrasa en Galicia y gobierna en España es completamente irrelevante allí. Hasta hace unos años, el partido que más se parecía a España, el que conseguía unos resultados más homogéneos en todo el territorio, era el PSOE. Hoy el PSOE decrece de sur a norte y es Podemos y sus confluencias quienes se consolidan como los únicos con presencia rotunda en el centro y en la periferia, de Cádiz hasta Bilbao. Sus resultados en esta noche electoral son buenos, pero peores de lo que las expectativas podían esperar. En Euskadi, pasan de ser primera fuerza en las generales a tercera en las autonómicas, por detrás no solo del PNV sino también de EH Bildu. En Galicia, con En Marea, ganan en votos al PSOE, pero quedan muy lejos de tumbar a Feijóo y retroceden sobre las generales de junio y de diciembre. En Marea tampoco logra otro de sus objetivos: ocupar todo el espacio político del BNG.
5. ¿Habrá golpe de Estado en el PSOE? Sí, sin duda esta semana será dura para Pedro Sánchez; la mayoría de los barones del partido van a intentar sacarle de la secretaría general este sábado a más tardar y los movimiento de tropas se verán el mismo lunes. Otra cosa es que lo vayan a conseguir, y que puedan hacerlo sin que el propio partido pague un coste excepcional. Si matan a Sánchez para después abstenerse y abrir el paso a Rajoy, ¿cómo explicárselo a los votantes que hoy mayoritariamente en las encuestas están por el no? Y si lo matan pero mantienen el no a Rajoy para ir a elecciones, ¿cuál es el argumento para hacerlo de urgencia, sin esperar a que los militantes que eligieron a Sánchez puedan volver votar?
Pedro Sánchez va a dar la batalla no solo por mantenerse en el PSOE; si sale vivo, también peleará por llegar a La Moncloa buscando un acuerdo de investidura a tres con Podemos y Ciudadanos. Irónicamente, el resultado de este domingo le complica a Sánchez el primer objetivo –mantenerse como secretario general– pero le pone un poquito más cerca la presidencia del Gobierno (aunque esto siga siendo aún muy difícil de lograr). Uno de sus posibles apoyos, Ciudadanos, hoy tiene muchos más motivos para pactar. Su pésimo resultado en Euskadi y Galicia empuja a Albert Rivera a buscar cualquier salida que no lleve a una repetición electoral. Después de esta noche, ya está claro quién pagaría la factura más alta si en diciembre se vuelve a votar.