No es un error cualquiera. No es una pequeña desviación. El dato más relevante de la contabilidad nacional, la principal estadística pública, estaba mal. Y probablemente sigue estándolo hoy.
Este lunes, el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha reconocido parcialmente este error y ha revisado al alza los datos de crecimiento del país durante los últimos tres años. Entre 2020 y 2022, según los nuevos números del INE, el PIB de España creció 1,3 puntos más de lo que decía la anterior cifra oficial. En 2021, el año que más ha cambiado, la economía española creció un 6,4%, en vez de un 5,5%. En 2020 cayó una décima menos, en 2022 creció tres décimas más.
No es una desviación pequeña. Hablamos de que el INE admite que se le escaparon 19.269 millones de euros en la contabilidad nacional, que afloran hoy. Y esta revisión tiene también consecuencias políticas. Porque demuestra que España nunca fue “el vagón de cola” de Europa en la recuperación tras la pandemia, como la derecha se empeñaba en subrayar. Decía Feijóo hace pocos meses que “España no recuperará el PIB de 2019 hasta el primer trimestre del año 2024”. Y simplemente no era verdad. Con los nuevos datos oficiales, España alcanzó el nivel de 2019 en el año 2022. Dos años antes de lo que decía Feijóo.
A los lectores de elDiario.es esta corrección del INE y esta polémica no les sorprenderán. Porque hace tiempo que venimos advirtiendo en este periódico de un problema muy grave con la contabilidad nacional. Basta con repasar este artículo que publiqué en diciembre de 2021. O este otro, de mayo de 2022. O los imprescindibles trabajos del economista y estadístico Francisco Melis y del investigador de la Universidad Carlos III Miguel Artola.
Los rigurosos artículos de Melis y Artola no han sido los únicos que han señalado este error del INE. Una desviación que estaba a la vista de todos los economistas, que muchos otros resaltaron y que fundamentalmente se explicaba revisando el crecimiento de otros dos parámetros: el empleo y la recaudación fiscal.
Durante décadas, el crecimiento del empleo y el crecimiento de la economía en España han ido prácticamente de la mano, con pequeñas desviaciones. Es fácil de entender la razón: el empleo depende directamente de la actividad económica de un país. Crece y decrece con el PIB, prácticamente a la par.
Lo mismo pasaba con la recaudación fiscal. O más bien con las bases imponibles que se declaraban ante Hacienda (los importes brutos que gravan los distintos impuestos). Los ingresos por las rentas del trabajo o del capital van siempre de la mano del crecimiento económico. Suben cuando el PIB sube, bajan cuando el PIB baja.
Esta continuidad estadística se rompió en 2020, con la pandemia. Y desde entonces el INE ha sido incapaz de aportar una hipótesis razonable para explicar esta enorme desviación. Con un simple gráfico se entiende mucho mejor. El dato del PIB es el previo a esta revisión.
¿Cómo explicar que España tenga más de un millón de empleos más que en el año 2019 con el mismo PIB? ¿Cómo es posible que los contribuyentes declaren ante Hacienda unas cifras sensiblemente superiores a las de 2019, pero la economía no haya crecido desde entonces?
Los trabajos de Melis y Artola descubrieron un imposible estadístico aún más llamativo. Si los datos del INE eran correctos, España era el único país del mundo con fraude fiscal negativo. Me explico, que este asunto tiene su miga.
Históricamente, el consumo total de España que medía el INE era mayor que el que se declaraba ante Hacienda a través del IVA. La razón de esta diferencia entre el consumo real y el consumo declarado ante el fisco es el fraude: la economía sumergida. Una parte de la actividad económica se mueve en dinero negro y no paga IVA.
A partir de 2021, esta curva por primera vez se invirtió. Este es el gráfico. España es el único país del mundo donde tal milagro ha ocurrido.
Desde 2021, según el INE, el consumo en España está por debajo de lo que se declara en el IVA. Lo cual es un absoluto disparate, que demuestra que el dato del PIB que da el INE está mal. Salvo que realmente seamos el único país del mundo conocido donde existe el fraude fiscal negativo: es decir, que a los contribuyentes españoles les haya dado de repente por dejar propina a la Agencia Tributaria y pagar a propósito más IVA del que les corresponde.
Otro error muy similar. Pocos datos conoce mejor Hacienda que los sueldos que cobramos los españoles. Están declarados en el IRPF y es muy fácil hacer la suma. Puede que haya sueldos que no se declaren, pero ¿es posible que los salarios totales en España sumen menos que los que se declaran ante Hacienda?, ¿que haya aquí también 'fraude fiscal negativo'? Pues bien: durante años, el INE aseguró que los salarios en España eran inferiores a los que recogía la Agencia Tributaria. Gran parte de la revisión de este lunes va por ahí: por corregir este evidente fallo. Estos son los nuevos datos, que ya por fin asume la contabilidad nacional. De los 20.000 millones que ahora afloran, la mayor parte vienen de ahí.
Sin embargo, la revisión apenas toca el problema del IVA, el consumo, que sin duda es superior a lo que recoge la estadística oficial. Hacerlo habría obligado al INE a una rectificación del PIB muy superior.
Según distintos cálculos, a lo largo de los últimos años, el INE se ha dejado sin medir 106.000 millones de euros. Repito: 106.000 millones, algo así como ocho puntos del PIB. Por lo que la corrección que ha reconocido el INE este lunes es claramente insuficiente: menos de una quinta parte de la desviación total.
Varios expertos, no solo Artola y Melis, creen que esta corrección del INE es solo la primera. Que en el futuro este organismo público tendrá que reconocer que la economía española es más grande que la que dice la cifra oficial. Porque las cifras siguen sin cuadrar. El propio INE, en su nota, apunta a una nueva revisión en 2024.
Los datos del empleo se miden al milímetro. Cada día la Seguridad Social sabe cuántos cotizantes hay y en qué sectores económicos. Lo mismo ocurre con las bases imponibles. Hacienda recauda sobre esas cifras, y es posible que una parte de la economía real se quede fuera del radar de la Agencia Tributaria. Pero no al revés (salvo que creamos en los unicornios y en el fraude fiscal negativo, claro está).
A diferencia de estas dos fuentes estadísticas –sin duda las más fiables hoy–, el INE sigue trabajando con una metodología anticuada y obsoleta. Por medio de encuestas, con las que mide las horas trabajadas por sector o el nivel de consumo. Son métodos del siglo XIX, frente al ‘big data’ y las cifras en tiempo real que tienen Hacienda o la Seguridad Social.
Un dato, para entender hasta qué punto está desactualizado el INE. ¿Recuerdan cuándo fue la última vez que compraron un DVD o un CD? Pues el INE los eliminó de la cesta de la compra –con la que se calcula la inflación– en enero de 2022.
Probablemente el origen de esta enorme desviación en el PIB está ahí: en los anticuados sistemas de medición que usa el INE, que podían funcionar cuando el PIB crecía entre uno y tres puntos al año. Pero que empieza a fallar estrepitosamente cuando tiene que medir un colapso económico como supuso el parón por el COVID y la explosiva recuperación que vino después.
Más allá de los datos, el INE también nos debe una explicación. Porque hace dos años, cuando afloraron las primeras críticas a los extraños datos del PIB, la respuesta de este organismo público fue culpar a quienes ponían en duda “el rigor y la objetividad de sus resultados” –como decía una de sus directivas, en un artículo publicado en prensa–. Ahora que ese “rigor” está en cuestión y es el propio INE quien admite su desviación, ¿ofrecerán estos funcionarios públicos una explicación menos soberbia y corporativista sobre qué es lo que falló?
En Reino Unido también hubo una revisión importante del PIB –afloraron dos puntos, nada menos–. Pero el equivalente inglés del INE sí ofreció una explicación muy detallada de estos cambios. Algo que en España no se ha hecho.
Que el PIB esté mal, que ese dato sea erróneo, es grave, porque un montón de estadísticas públicas dependen de esa cifra. Si el PIB está mal, también es incorrecto el dato de la deuda, que se calcula en porcentaje sobre el PIB y sería inferior. O el déficit público, que sería más bajo. O la renta per cápita, que sería más alta. O la presión fiscal, que sería más baja. O la productividad, que sería mayor.
Que España tuviera durante los últimos años un dato del PIB inferior al real –que probablemente lo siga siendo hoy– supone dar una foto distorsionada y desmejorada de la realidad del país. Es un error que tiene graves consecuencias, porque peores datos de deuda, de déficit o de competitividad disuaden la inversión internacional. ¿Cuánto ha costado a España la mala imagen exterior provocada por esta distorsión en el PIB? ¿Quién pagará por este error?