El Parlamento Europeo insta a Marruecos a “respetar la libertad de expresión y prensa”, al “cese del acoso de los periodistas”, a que deje de utilizar “acusaciones de agresión sexual para disuadir a los periodistas de hacer su trabajo”, a que libere a varios reporteros que están encarcelados sin un juicio con garantías. El Parlamento Europeo critica también que se haya espiado a periodistas, como el español Ignacio Cembrero. Y lo hace por una abrumadora mayoría: 356 votos a favor, 32 en contra y 42 abstenciones.
Entre esos 32 votos en contra, además de algunos parlamentarios de la extrema derecha, están la inmensa mayoría de los eurodiputados del PSOE. Todos salvo Iratxe García, que fue la única que no rompió la posición del grupo de los socialistas europeos por una cuestión simbólica; habría sido de nota, teniendo en cuenta que es su presidenta. Toda la socialdemocracia y la izquierda europea, toda ella, votó en contra de los abusos de Marruecos contra la libertad de prensa. Toda, salvo el PSOE.
Nadie oculta la razón de este vergonzoso voto de los eurodiputados del PSOE. En unas semanas, el 1 y 2 de febrero, Pedro Sánchez viajará a Marruecos en la primera cumbre con el país vecino tras la crisis diplomática entre ambos reinos. Y en el PSOE no quieren enfadar al vecino dictador, Mohamed VI, ahora que la situación parece pacífica.
¿Es la primera cesión? Desde luego que no. Ni tampoco será la última. Porque llueve sobre mojado: sobre los muertos de la frontera de Melilla, sobre el espionaje de Pegasus, sobre los saharauis abandonados a su suerte… Sobre tantos y tantos atropellos a los valores democráticos y a los derechos humanos donde el PSOE ha preferido mirar hacia otro lado. Como este miércoles, en el Europarlamento.
¿Y el PP? Pues soplar y sorber al mismo tiempo, como hacen siempre. Critican al PSOE por esta votación, ocultando que sus eurodiputados ni siquiera han participado. La mayoría de los parlamentarios del grupo popular europeo –no todos– siguen la directriz de no votar este tipo de resoluciones… pero luego las utilizan para criticar a los que sí lo hacen.
Nadie oculta, tampoco el PSOE, por qué se consiente tanto a Marruecos. Es un vecino al que el Gobierno teme y necesita. La inmigración, el terrorismo o la difícil situación de Ceuta y Melilla le dan carta blanca. Mientras tanto, ellos cumplen con su parte y ejercen de matones eficientes en esa frontera sur que nos separa de África. Desde que se cerró la crisis, con el cambio de postura de España sobre su antigua colonia saharaui, la inmigración que llega desde Marruecos ha bajado, dicen las cifras. Es evidente cuál es el precio. También que no es un socio fiable. Marruecos ha incumplido todos los pactos migratorios que ha firmado con España. También incumplirá este.
Nadie oculta, porque todo chantaje necesita enseñar los dientes, hasta dónde está dispuesto a llegar Marruecos si no se cumple con sus líneas rojas. Lo ha demostrado ya, inundando Ceuta de menores como mercancía de la extorsión. Sabe de la vulnerabilidad que tiene este Gobierno, los que vengan y los que le precedieron. La presión de la opinión pública, en una democracia, es infinitamente mayor a la que rige en una dictadura.
En el fondo, y eso es lo más terrible, la votación del PSOE este miércoles es de una coherencia plena. En la escala de los derechos humanos hace tiempo que se pasaron límites mucho más graves. Porque después de mirar hacia otro lado con 23 muertos en las puertas de Melilla, ¿qué es un pobre periodista encarcelado? ¡Qué menos que mantener el ‘pragmatismo’ con la libertad de prensa!
¿De verdad no hay margen para una política exterior distinta? ¿Ni siquiera el día en que Europa le dice a Marruecos que ya basta?
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El Parlamento Europeo insta a Marruecos a “respetar la libertad de expresión y prensa”, al “cese del acoso de los periodistas”, a que deje de utilizar “acusaciones de agresión sexual para disuadir a los periodistas de hacer su trabajo”, a que libere a varios reporteros que están encarcelados sin un juicio con garantías. El Parlamento Europeo critica también que se haya espiado a periodistas, como el español Ignacio Cembrero. Y lo hace por una abrumadora mayoría: 356 votos a favor, 32 en contra y 42 abstenciones.
Entre esos 32 votos en contra, además de algunos parlamentarios de la extrema derecha, están la inmensa mayoría de los eurodiputados del PSOE. Todos salvo Iratxe García, que fue la única que no rompió la posición del grupo de los socialistas europeos por una cuestión simbólica; habría sido de nota, teniendo en cuenta que es su presidenta. Toda la socialdemocracia y la izquierda europea, toda ella, votó en contra de los abusos de Marruecos contra la libertad de prensa. Toda, salvo el PSOE.