1. Solo hay un claro ganador en estos cuatro meses largos sin Gobierno: Mariano Rajoy Brey. El 20 de diciembre de 2015, el presidente de los sobres y el “se fuerte” estaba políticamente muerto. No había pacto posible de investidura en ese Parlamento que no pasase por su inmediata salida de La Moncloa, incluso si el PP se mantenía en el poder. Hoy es Rajoy quien sigue y es el Parlamento que podía haberlo enterrado el que se va a casa. Es mérito de Rajoy y su eficaz indolencia –nunca antes ha sido tan rentable no hacer nada–; es también obra y gracia de todos sus competidores.
2. Rajoy gana una segunda oportunidad, una vida extra en la partida que ya había perdido en las urnas. Y en esta repetición electoral hay dos factores que juegan a su favor: la probable abstención de la izquierda y la concentración de la derecha. La frustración en la XI legislatura es para los votantes de todos los demás partidos –y muchos de ellos tal vez se queden en casa–, mientras que el electorado que aún le queda al PP se movilizará igual que ya lo hizo el 20 de diciembre. La corrupción no parece que pueda afectar más al PP: la Taula y Rita Barberá no es peor que la Gürtel y Luis Bárcenas. No hay otro escándalo de corrupción que pueda desbordar el océano de “casos aislados” en el que chapotea el PP.
3. Además del posible aumento de la abstención, el PP tiene mucho que ganar en el bloque de la derecha, donde el pacto de Ciudadanos con el PSOE va a ayudar a Mariano Rajoy a recuperar parte del votante que se le fue. Este gráfico del CIS lo deja claro: el 14,3% de los electores de Ciudadanos habrían votado otra cosa de saber qué iba a pasar durante las negociaciones frustradas, y esa “otra cosa” es en gran medida el PP
4. ¿Son todo buenas noticias para Rajoy? No tan rápido. Hay otro factor que juega en contra del PP en esta repetición electoral, aunque solo si Podemos e IU logran finalmente un acuerdo para ir juntos en las listas. Si esto sucede, la ley electoral no solo jugará a favor de Podemos-IU: también lo hará contra el PP y Ciudadanos. Entre PP y Ciudadanos consiguieron el 20D 163 escaños y 10,7 millones de votos. PSOE, Podemos e IU hoy sumaron 900.000 votos más que la derecha, pero dos escaños menos: 161. ¿La razón? la ley electoral.
5. Carambolas del reparto por provincias: la mayoría de los escaños que puede ganar Podemos e IU si van juntos son a costa del PP y de Ciudadanos, no del PSOE. Y si a esto se suma el previsible descenso de Ciudadanos en beneficio del PP, la ley electoral puede hacer auténticos estragos; las mismas distorsiones que el 20D favorecieron a la derecha ahora se pueden volver en su contra.
1. Solo hay un claro ganador en estos cuatro meses largos sin Gobierno: Mariano Rajoy Brey. El 20 de diciembre de 2015, el presidente de los sobres y el “se fuerte” estaba políticamente muerto. No había pacto posible de investidura en ese Parlamento que no pasase por su inmediata salida de La Moncloa, incluso si el PP se mantenía en el poder. Hoy es Rajoy quien sigue y es el Parlamento que podía haberlo enterrado el que se va a casa. Es mérito de Rajoy y su eficaz indolencia –nunca antes ha sido tan rentable no hacer nada–; es también obra y gracia de todos sus competidores.
2. Rajoy gana una segunda oportunidad, una vida extra en la partida que ya había perdido en las urnas. Y en esta repetición electoral hay dos factores que juegan a su favor: la probable abstención de la izquierda y la concentración de la derecha. La frustración en la XI legislatura es para los votantes de todos los demás partidos –y muchos de ellos tal vez se queden en casa–, mientras que el electorado que aún le queda al PP se movilizará igual que ya lo hizo el 20 de diciembre. La corrupción no parece que pueda afectar más al PP: la Taula y Rita Barberá no es peor que la Gürtel y Luis Bárcenas. No hay otro escándalo de corrupción que pueda desbordar el océano de “casos aislados” en el que chapotea el PP.