Los dos principales datos macroeconómicos de la estadística oficial española son incorrectos. Hay errores de bulto, como admiten en privado una amplia mayoría de los economistas; errores graves. El Instituto Nacional de Estadística, el INE, no está midiendo bien ni la inflación ni el PIB, y las evidencias de estos fallos son flagrantes. Los datos de la estadística oficial española están mal, y las consecuencias para el país son cada día más preocupantes.
Empecemos por el índice de precios al consumidor o IPC: por la inflación. Que está subiendo en todo el mundo, también en España, pero menos de lo que el INE calcula. El error en esta estadística oficial es consecuencia de cómo se mide la subida de la luz, que es uno de los precios que más han crecido en el IPC.
En España hay dos tipos de tarifas eléctricas: la del mercado regulado o PVPC (la de los “tontos”, como la bautizó recientemente el presidente de Iberdrola) y la del mercado libre. La primera, la regulada, está ligada directamente al precio en el mercado mayorista: sube y baja en función de cómo vayan las subastas diarias de la electricidad. Mientras que la segunda, la del mercado libre, no oscila tanto: son acuerdos a un precio fijo por kilovatio/hora para todo el año. El precio no cambia hasta que se renegocia el contrato.
En 2021, el precio que pagan los clientes del mercado regulado se disparó: subió de media un 35,6%. Mientras que los recibos de quienes tenían una tarifa del mercado libre no solo no subieron sino que, de media, bajaron un poco: por la rebaja en los impuestos de la electricidad que aprobó el Gobierno.
Ahora mismo en España la gran mayoría de los consumidores tienen tarifas del mercado libre. Los porcentajes han ido cambiando, pero hoy solo el 35% de las familias están en la tarifa PVPC. El problema es que el INE, para calcular la inflación, solo mide a ese poco más de un tercio de los consumidores: a los que más les ha subido el recibo de la luz. Y no a las familias con la otra tarifa, que hoy es la más común y –por ahora– la más barata.
No es un error pequeño: en su cálculo de la electricidad, el INE no está midiendo cuánto pagan realmente más de 17 millones de hogares. Casi dos tercios del total.
La consecuencia de esta medición incompleta del INE es una desviación muy notable: alrededor de un punto adicional en el IPC. Un punto extra en la inflación del año, según corroboran dos fuentes de datos distintas.
La primera fuente es un relevante estudio de Caixabank, que utilizó para sus cálculos la base de datos de los recibos que pagan todos sus clientes en España. Es un informe bastante preciso, porque Caixabank gestiona los recibos de la luz de una de cada cuatro familias españolas. Es una muestra inmensa, mayor que cualquier encuesta.
La conclusión de este estudio de ‘big data’ es que la luz había aumentado de precio, pero no para todos los españoles. Según Caixabank, a los clientes del mercado regulado les subió de media un 35%, lo mismo que calcula el INE. Pero a las familias que están en el mercado libre, el precio medio les bajó levemente: pagaron un 6% menos que el año pasado, por la rebaja en los impuestos.
El impacto de no contar con este segundo grupo para medir la inflación, según Caixabank, supone que el IPC promedio de 2021 habría sido realmente del 2,2%, frente al 3,1% que figura en la estadística oficial del INE. El 2021 se habría cerrado con un 4,7%, en vez del 6,5% oficial. No es una desviación pequeña. Y no es tampoco un error puntual, porque la medición en lo que llevamos de año sigue siendo igual de deficiente y está distorsionando cada mes el dato del IPC.
La segunda fuente que pone en cuestión el cálculo de la inflación del INE es Eurostat: la oficina estadística de la Comisión Europea, el equivalente al INE para toda Europa. Según sus datos, la electricidad en España subió en 2021 una tercera parte de lo que certificó el INE: el 13,3%, en vez del 35,6%. Repito: una tercera parte.
¿La razón por la que Eurostat da un dato tan distinto? Es sencillo de explicar: porque utiliza un método más completo, que mide el precio de la luz en todos los hogares, no solo de ese 35% que están en el mercado regulado y que es el grupo que hoy paga unos recibos más altos.
Aplicando los datos de Eurostat sobre la electricidad, el IPC se habría quedado en una cifra muy similar a la que asegura Caixabank: un 2,1% de inflación media en 2021 frente al 3,1% del dato oficial del INE, tal y como calculó el estadístico Francisco Melis.
Un punto más o menos de inflación puede parecer poca cosa. Pero es muy relevante. Porque las subidas de las pensiones, los alquileres, los salarios, los convenios colectivos... se calculan a partir del IPC. Que hoy es una estadística averiada.
Cada punto extra en la inflación supone 1.500 millones de euros más al año en las pensiones.
Desde el INE admiten que su método de medición de la electricidad es imperfecto. Están hablando con las compañías eléctricas desde hace meses para cambiarlo, y recoger también en su cesta de la compra al 65% de los consumidores que están en el mercado libre. En los próximos meses parece que al fin arreglarán esta avería.
Con suerte, empezarán a medir la factura eléctrica del mercado libre con ‘solo’ ocho años de retraso: el actual modelo de tarifas viene de 2014.
Que el INE arregle ese error en la metodología del IPC, aunque sea tan tarde, será una buena noticia a largo plazo, porque al fin tendremos una estadística fiable. Pero a corto plazo probablemente genere una nueva distorsión en el cálculo de la inflación, por dos motivos.
El primero, porque la tarifa regulada es la que más va a bajar en los próximos meses, por el tope en el precio del gas que logró de Europa el Gobierno. Y es posible que para entonces el INE ya no considere a esos clientes como si fueran los únicos de todo el mercado, por lo que el impacto de esa rebaja será menor sobre el IPC de lo que fue la anterior subida. El segundo, porque la tarifa del mercado libre es la que menos ha crecido el año pasado, pero es la que más puede subir este año: a medida que se cambien viejos contratos por nuevos, con tarifas más caras.
Además, que el INE vaya a calcular el precio de la luz en el futuro con algo más de tino no cambiará el pasado. El IPC registrado no se modificará. Y seguirá en vigor un dato que, a todas luces, es erróneo.
No es el único.
El PIB español es mayor del calculado
El segundo gran fallo en la estadística macroeconómica del INE es igualmente grave, porque tiene consecuencias enormes para la imagen exterior de España. Es su medición del PIB, el producto interior bruto, que es el principal indicador para resumir la salud de una economía.
Según el INE, España aún no ha logrado alcanzar el nivel de PIB que tenía antes de la pandemia, en 2019. Según el INE, España es la economía europea más rezagada en la recuperación tras el COVID. Según el INE, España es el peor país de toda la OCDE en su evolución económica de estos últimos dos años. Y hay un problema: que todo se basa en la estadística oficial del PIB que calcula el INE. Que no cuadra con otros indicadores de la economía real.
Al igual que con la inflación, aquí también son dos las fuentes de datos que dejan en evidencia al INE en su estimación del PIB: la recaudación fiscal y el empleo. Durante décadas, el PIB ha crecido o decrecido al mismo ritmo que lo han hecho estos dos parámetros económicos. Van casi al compás, con pequeñas oscilaciones. Es algo bastante lógico: cuando la economía crece, aumentan las personas con trabajo y el Estado ingresa más dinero por el IVA, el IRPF, el impuesto de sociedades... Con muy leves variaciones, esta norma se ha cumplido siempre. Hasta ahora, si nos creemos los datos del INE.
España hace mucho que ha superado holgadamente el nivel de empleo que tenía antes de la pandemia, en 2019. De hecho, España tiene hoy el mayor número personas dadas de alta como trabajadores en la Seguridad Social de toda su historia: por primera vez, más de 20 millones. Sin embargo, dice el INE, el PIB real (o PIB a precios constantes) cerró 2021 más de seis puntos por detrás de lo que estaba en 2019. Y la desviación en las gráficas de estas dos curvas, que siempre han ido juntas, es muy notable.
Con la recaudación fiscal pasa exactamente lo mismo. La Agencia Tributaria –que publica todos sus datos periódicamente y con bastante detalle– nunca ha ingresado tanto como ahora en toda su historia. Nunca antes el Estado ha recaudado tanto, y eso que se supone que la economía está hoy peor que en 2019. Algo que una vez más no cuadra, porque los impuestos no han subido y hay algunos, como los de la electricidad, que se han reducido.
Algunos datos más para entender el tamaño del desfase. Según la Agencia Tributaria, en 2021, la recaudación fiscal creció un 15,1% sobre 2020 y un 5% sobre el nivel de 2019. Sin embargo, según el INE, la economía española solo creció el año pasado, a precios corrientes, un 7,4% y sigue un 3,2% por debajo de 2019.
Según los cálculos del estadístico Francisco Melis –que hoy publica en elDiario.es un detallado análisis– la brecha entre la estimación del INE y la realidad de la recaudación fiscal sigue aumentando. Durante el primer trimestre de 2022, la economía española declaró ante Hacienda el doble de crecimiento del que publica el INE. ¡El doble!
Es una desviación, la del INE, digna de una escopeta de feria. Que solo se puede explicar por errores del Instituto Nacional de Estadística, porque los otros dos indicadores no son estimaciones: son datos brutos y al detalle. El dato de afiliación es economía real, igual que son muy reales, y medidos al céntimo, los impuestos que pagan los ciudadanos y empresas.
Que España, según el INE, esté aún tan lejos de recuperar el nivel de PIB de 2019 tiene otros efectos colaterales perversos. El primero es la productividad, que según el INE se ha hundido, porque se supone que el PIB ha crecido mucho menos que el empleo. Si con más trabajadores se produce mucho menos, esto es porque la productividad de cada trabajador se ha desplomado, concluye el INE, en una consecuencia absurda de sus errores de cálculo.
Pero, ¿realmente se ha hundido la productividad en España tras la pandemia? De ser cierto sería una absoluta rareza, que contrasta con el resto de los países europeos donde tal cosa no ha pasado.
El segundo disparate estadístico que provoca el error del INE está en la presión fiscal, que es un denominador entre PIB y recaudación. Como el PIB está infraestimado, se supone que la presión fiscal ha aumentado en España: otra absoluta rareza, porque no han subido los impuestos.
Todos estos datos tan anómalos transmiten una imagen exterior de la economía española tan falsa como injusta. Porque mientras el INE subestima el crecimiento económico español, todos los demás indicadores están en máximos históricos. Especialmente en el empleo: España ha superado por primera vez los 20 millones de cotizantes y pronto habrá también menos de tres millones de parados. Unos récords que coinciden, además, con una enorme subida del salario mínimo y con menor precariedad, gracias a la reciente reforma laboral que ha disparado los contratos indefinidos.
¿La causa de este enorme desfase entre la economía real y las estimaciones del INE? A juzgar por distintos economistas y estadísticos consultados, uno de los problemas es que el INE no está acostumbrado a calcular oscilaciones tan bruscas como las que hemos vivido con la pandemia, con caídas y subidas del PIB casi verticales.
Otro problema está en el sistema que usa el Instituto Nacional de Estadística para estimar el PIB, que se basa fundamentalmente en encuestas: un método estupendo para el siglo pasado, pero que hoy tiene muchas carencias en comparación con los datos brutos, el ‘big data’, que permiten las fuentes digitalizadas y con cifras al detalle, como la recaudación fiscal, la base de datos de cotizantes de la Seguridad Social, los datos en tiempo real de compras con tarjetas de crédito de los bancos…
Un último ejemplo para entender lo que le cuesta al INE adaptarse al mundo en el que vivimos. ¿Recuerdan cuándo fue la última vez que compraron un DVD o un CD? Pues el INE los eliminó de la cesta de la compra hace solo unos meses. Hasta enero de 2022, el CD seguía contando para medir la inflación… pero la tarifa eléctrica que pagan la gran mayoría de los españoles no se mide.