1- ¿Cuánta gente votará?
Sin duda, menos que la última vez. La estadística es bastante clara: desde que se convocan estas elecciones, cada cita ha cosechado de media en Europa una abstención mayor. En las últimas dos ocasiones, en España votó poco más del 45% del censo y todo apunta que este 25 de mayo la participación será incluso menor.
No ayuda nada el descrédito de la política y especialmente de los dos grandes partidos, los datos del paro –según un estudio de la Fundación Alternativas, estar sin trabajo aumenta la abstención– o la estrategia del Partido Popular, que le ha puesto el freno de mano a esta campaña electoral al retrasar el nombramiento de su candidato hasta el último minuto. Pregunten en su entorno, escuchen las conversaciones en el autobús o en su café habitual: ¿alguien nota en el ambiente urgencia alguna por votar?
2- ¿Sufrirá el bipartidismo?
No hay duda: el PP (o el PSOE) será el más votado y el PSOE (o el PP) continuará siendo la segunda fuerza política del país. Tampoco hay duda que los dos retrocederán. La gran cuestión no es saber cuál de los dos pierde menos, sino medir –por primera vez– qué factura electoral pasará ese enorme deterioro de los dos grandes partidos que se percibe en la sociedad.
Las encuestas dicen que no: que UPyD y sobre todo IU subirán notablemente, pero el bipartidismo aguantará el temporal con bastante dignidad. Sin embargo, los sociólogos están intentando cartografiar un terreno completamente desconocido: nunca antes PP y PSOE estuvieron tan bajos en intención directa de voto –el resultado antes de la cocina–, por lo que está por demostrar que las encuestas vayan a acertar.
3- ¿Conseguirán representación en Europa los nuevos partidos?
Si hay un momento en el que los nuevos partidos lo tienen a tiro es en estas elecciones. Les ayudan tres cosas: el deterioro de la política tradicional, la lejanía del Parlamento Europeo –donde votar distinto asusta menos– y la ley electoral. En las europeas, el reparto de escaños es completamente proporcional con distrito único: cada voto cuenta, da igual la provincia desde la que se deposite en la urna, y no hay ninguna corrección que premie a los más grandes, como sí sucede en las elecciones generales.
Dependiendo de la participación, cada escaño costará entre 250.000 y 300.000 votos. ¿Superarán este umbral Vox, Podemos, Partido X, Ciudadanos, Equo y Compromís o Movimiento Red? Según las encuestas (tan dudosas), todos ellos se moverán entre el cero y el uno. Y según esas mismas encuestas (tan poco fiables), Primavera Europea (Equo + Compromís + Chunta), Ciudadanos y Podemos son los que tienen más posibilidades de entrar. A su favor también juega que sus bases están mucho más movilizadas que las de los partidos con más solera. En su contra, que su suelo movilizado está probablemente muy cerca de su techo electoral: que todos los que llenan sus actos de campaña son también casi todos los que hay.
4- ¿Qué consecuencias tendrá en la política nacional el 25M?
Obviamente, dependerá del resultado y para eso faltan veinte días. Si el PP pierde, Mariano Rajoy se debería ver obligado a una crisis de Gobierno y a un cambio en algunas de sus líneas políticas, pero estamos ante el presidente cuyo lema es “la vida es resistir”, con lo que ni siquiera así está claro que se vaya a mover. El resultado del PSOE sin duda afectará a sus primarias –hay quien dice que, si el resultado es muy malo para los socialistas, habrá quien pida un congreso extraordinario–. Si los dos grandes partidos sufren un castigo muy severo, aumentará ese interesado debate que anima el poder económico para un (terrible) Gobierno de unidad nacional. En cuanto a IU, parece encontrarse a las puertas de su mejor resultado electoral en décadas, pero está por ver cuántos votos perderá por los nuevos partidos, especialmente ante Podemos. Lo mismo le sucede a UPyD, que sin duda crecerá, pero que notará el impulso de Vox y Ciudadanos.
También será interesante analizar el resultado en clave catalana. Es posible que estas sean las primeras elecciones donde ERC gane claramente a CiU.
5- Más allá de política nacional, ¿qué se vota aquí?
No poca cosa. Es probablemente la más importante de estas cinco preguntas, aunque sospecho que será casi irrelevante para una gran parte de los ciudadanos, que notan una distancia enorme entre el voto que mandan hacia Europa y el rumbo que luego toma la UE. Estas serán las primeras elecciones donde el presidente de la Comisión Europea –hoy el soso y dócil Durão Barroso, el cuarto de la foto de las Azores– será elegido por los ciudadanos a través del Parlamento Europeo. No es un detalle menor porque, por primera vez, habrá un líder político de todos los europeos con un compromiso de programa, una legitimidad y un poder comparable a los presidentes de los estados; alguien capaz de frenar a las Merkel o los Hollande. Es una buena noticia en una Europa cuyos principales problemas se derivan de la falta de una verdadera unión política que compense el poder de los estados ricos frente a los pobres del sur. ¿Será suficiente como para que Europa salga de su parálisis actual? Ojalá, nos jugamos mucho en ello. Pero está por demostrar.