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Otro juez como trofeo de caza

La Comisión Permanente del Poder Judicial ha consumado el atropello. Ha sacado a concurso la plaza de Pablo Ruz. El presidente del CGPJ, Carlos Lesmes, ha contado con el inestimable respaldo de una vocal nombrada por el PSOE, Mar Cabrejas –el otro vocal socialista votó en contra–, que da su apoyo a una operación que tiene mala pinta y huele aún peor. Lo dicho ayer: cuando al PP le va mal un juicio, no cambia de abogado. Cambia de juez.

¿Podrá quedarse Ruz en la Audiencia Nacional como juez de apoyo del nuevo juez suplente hasta que termine la instrucción? El Poder Judicial así lo insinúa, pero la triste realidad es que esta opción es muy dudosa. Lo más probable es que solo le queden tres meses: hasta marzo, nada más. Parafraseando a una de sus más peligrosas enemigas, María Dolores de Cospedal, Ruz está despedido en diferido y su prórroga es solo en régimen de simulación.

La nota de prensa que ha difundido el Poder Judicial da más detalles sobre la coartada con la que Carlos Lesmes intenta tapar el escándalo democrático que supone sacar del juzgado a Pablo Ruz cuando aún no ha terminado la instrucción del caso Gürtel y de 'los papeles de Bárcenas'. El Poder Judicial habla de Ruz sin decir su nombre, y asegura que si un juez lleva un caso “de especial relevancia” “podrá solicitar” otra prórroga como juez de refuerzo. Podrá. En mi idioma, eso no significa que se lo vayan a dar, por mucho que el Poder Judicial esté intentando vender esa interesada versión.

Además, el CGPJ añade un matiz que hasta ahora no aparecía en la ecuación, un condicional más: Ruz solo “podrá” pedir esa plaza de apoyo “si llegado ese momento se encontrara próxima a concluir” la instrucción. Es decir, que Ruz solo se podría quedar un ratito más si lo pide, si el Poder Judicial con mayoría conservadora lo autoriza, si al nuevo juez le parece bien y si se compromete a terminar pronto esa incómoda investigación.

Hay varias comisiones rogatorias en paraísos fiscales que aún están por aterrizar. ¿Que llegan nuevas pruebas sobre el caso Bárcenas que retrasan la instrucción porque hay que seguir investigando? Pues no hay prórroga. ¿Que la Comisión Permanente del CGPJ se opone a su continuidad? Pues tampoco. ¿Y si Ruz sortea estos obstáculos y se queda de apoyo? Pues el Juzgado Central número 5 de la Audiencia Nacional será un misterio como el de la Santísima Trinidad: el titular, Miguel Carmona, el suplente, quien gane ahora el concurso, y el de apoyo, Pablo Ruz. Padre, hijo y espíritu santo. Así el PP podrá elegir cuál de los tres le gusta más.

En el Poder Judicial confían en que Pablo Ruz no va a pedir continuar como juez de apoyo, y es probable que tengan razón. Ruz tenía la intención de solicitar una prórroga para seguir en el juzgado y terminar la instrucción de la Gürtel, pero fuentes cercanas al juez aseguran que no tiene tan claro aguantar como juez de refuerzo. No quiere mantenerse así por responsabilidad y lealtad con su trabajo y sus normas.

Si aceptase continuar en la investigación como juez de refuerzo, considera Ruz, dejaría una puerta abierta a la nulidad procesal y que la Gürtel se cerrase en falso porque esa opción podría violar uno de los preceptos básicos del derecho: el del juez natural. Según el artículo 216 bis 2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, el juez de apoyo se debe ocupar del “trámite y resolución de los asuntos de nuevo ingreso o pendientes de señalamiento, quedando reservados al juez titular los asuntos en tramitación que no hubieren alcanzado aquel estado procesal”. Traducido: aunque Ruz se quede de refuerzo en la Audiencia Nacional, no podría continuar con la instrucción de la Gürtel o estaría incumpliendo la ley, por mucho que el CGPJ hoy cuente lo contrario.

Pero si Ruz finalmente pide esa prórroga y fuerza un órdago ante Carlos Lesmes, ¿qué hará la Comisión Permanente del Poder Judicial?, ¿le dará a Ruz esa plaza y autorización para seguir con la Gürtel, a sabiendas de que la ley no lo permite? Está por ver, pero ya es una gran victoria para el PP que el juez que lleva las instrucciones judiciales más delicadas de la democracia esté en situación de completa interinidad, con su plaza en concurso, sometido dentro de tres meses a un examen de buen comportamiento por parte de unos magistrados nombrados por la misma organización a la que está investigando, el Partido Popular.

La precariedad en la que hoy está Ruz, con medio cuerpo fuera del juzgado, no solo es un enorme obstáculo a su trabajo como juez; también una advertencia para el resto de los jueces de qué ocurre cuando te da por registrar la sede de la calle Génova o dejas mal al presidente Rajoy con autos como el que obligó a dimitir a Ana Mato. La cabeza en una pica en la puerta de la Audiencia Nacional fue antes la de Baltasar Garzón. Hoy el trofeo que se exhibe, para escarnio de valientes, es el de Pablo Ruz.

El caso Gürtel no solo pasará a la historia como una de las mayores tramas de corrupción de la historia democrática. También por las innumerables presiones, maniobras y componendas de la política contra los jueces, del poder Ejecutivo contra el Judicial. Del PP contra cualquiera que se atreva a poner en riesgo su poder. Garzón, Pedreira, Monterde, Gómez Bermúdez, Carmona, Ruz. Seis jueces para una sola instrucción que el PP presentó como una “cacería contra el PP” y que se ha acabado convirtiendo en una cacería del PP contra los jueces que osaron investigar.

La Comisión Permanente del Poder Judicial ha consumado el atropello. Ha sacado a concurso la plaza de Pablo Ruz. El presidente del CGPJ, Carlos Lesmes, ha contado con el inestimable respaldo de una vocal nombrada por el PSOE, Mar Cabrejas –el otro vocal socialista votó en contra–, que da su apoyo a una operación que tiene mala pinta y huele aún peor. Lo dicho ayer: cuando al PP le va mal un juicio, no cambia de abogado. Cambia de juez.

¿Podrá quedarse Ruz en la Audiencia Nacional como juez de apoyo del nuevo juez suplente hasta que termine la instrucción? El Poder Judicial así lo insinúa, pero la triste realidad es que esta opción es muy dudosa. Lo más probable es que solo le queden tres meses: hasta marzo, nada más. Parafraseando a una de sus más peligrosas enemigas, María Dolores de Cospedal, Ruz está despedido en diferido y su prórroga es solo en régimen de simulación.