Francisco Granados está aprovechando el tiempo entre rejas para escribir. Lo hace a mano, en una libreta moleskine. ¿Qué guarda en ella? No se sabe, pero el manuscrito del prisionero más famoso de la cárcel de Estremera tiene muy nervioso a mucha gente en el PP de Madrid y en el Gobierno autonómico, donde Granados lo fue todo, donde Granados estaba en todo. Donde Granados lo sabe todo.
Granados fue mano derecha de Esperanza Aguirre, su secretario general en el PP de Madrid. Estuvo en la cocina de las campañas electorales y en su contabilidad. Fue consejero de Transportes. Y de Presidencia. Y de Justicia e Interior, un cargo con el que inauguró la misma cárcel en la que hoy tiene tanto tiempo para escribir. Durante todos esos años en el Gobierno autonómico y en el partido, Granados aprovechó sus contactos y su poder para acumular varios millones de euros en Suiza. Esas cuentas fueron su perdición. Fue Suiza quien alertó a la justicia española de unos movimientos bancarios sospechosos, una pista con la que arrancó esta investigación que ha llevado a Granados hasta prisión.
La operación Púnica solo acaba de empezar. Está bajo secreto de sumario y todavía no se conoce su alcance final; ayer El País implicó en la trama al número dos de la Comunidad de Madrid, Salvador Victoria. Al igual que antes pasó con la Gürtel, no sería extraño que el número de imputados creciese a medida que avanza la investigación. En las primeras detenciones de la Gürtel, el nombre de Luis Bárcenas no estaba y hoy se enfrenta a 42 años de prisión.
Granados aún no sabe qué futuro judicial le espera, qué tienen contra él ni cuánto tiempo pasará en prisión. Su silencio depende de esas expectativas judiciales. La colaboración con la justicia es un gran atenuante penal.
Mientras Granados escribe, hay otro preso al que lo mismo le da por cantar. Se llama Luis Bárcenas y su repentino cambio de abogado no responde a la entrevista que dio hace unos días a ABC. La verdadera razón es ese escrito de la Fiscalía que pide para él 42 años de cárcel y otros 24 para su mujer. Si Bárcenas pensaba que su silencio le ayudaría en estos meses a la sombra, ahora ya sabe que no.
Francisco Granados está aprovechando el tiempo entre rejas para escribir. Lo hace a mano, en una libreta moleskine. ¿Qué guarda en ella? No se sabe, pero el manuscrito del prisionero más famoso de la cárcel de Estremera tiene muy nervioso a mucha gente en el PP de Madrid y en el Gobierno autonómico, donde Granados lo fue todo, donde Granados estaba en todo. Donde Granados lo sabe todo.
Granados fue mano derecha de Esperanza Aguirre, su secretario general en el PP de Madrid. Estuvo en la cocina de las campañas electorales y en su contabilidad. Fue consejero de Transportes. Y de Presidencia. Y de Justicia e Interior, un cargo con el que inauguró la misma cárcel en la que hoy tiene tanto tiempo para escribir. Durante todos esos años en el Gobierno autonómico y en el partido, Granados aprovechó sus contactos y su poder para acumular varios millones de euros en Suiza. Esas cuentas fueron su perdición. Fue Suiza quien alertó a la justicia española de unos movimientos bancarios sospechosos, una pista con la que arrancó esta investigación que ha llevado a Granados hasta prisión.