Isabel Díaz Ayuso (este miércoles, en una excelente entrevista de Carlos Alsina): “La libertad es la posibilidad que cada mañana tiene un ciudadano, si tiene oportunidad, de elegir el tipo de vida que quiere”
La clave está en el condicional: “si tiene oportunidad”. Porque toda definición de libertad, incluso como concepto filosófico, parte de esa premisa aristotélica: para ser libre, primero hay que tener cubiertas las necesidades materiales más básicas.
No hay libertad en la pobreza ni en la precariedad. No hay libertad sin Sanidad, sin vivienda, sin una Educación de calidad.
Isabel Díaz Ayuso: “La libertad es elegir un colegio, algo que no ocurre en todas las comunidades autónomas” (...) “Aquí te permiten elegir lo que quieras, cuando quieras. Y el niño del barrio más humilde puede ir a la otra punta si así lo consideran sus padres, porque les gusta ese colegio más”.
Es falso que las familias puedan elegir cualquier colegio para sus hijos. No solo porque no todas puedan pagar un colegio privado, por mucho que lo deseen. Tampoco se cumple esa supuesta libertad en la pública o en la concertada de Madrid.
Madrid permite optar a una plaza en cualquier colegio público, sin importar el barrio. Pero eso no significa que te la vayan a dar. Las plazas son limitadas, en Madrid y en toda España. Con la diferencia de que las públicas son muchas menos en Madrid: es la comunidad autónoma con más alumnos menores de edad en la educación privada, y la segunda con menos estudiantes en la pública.
Madrid es la comunidad más rica, pero también la que menos invierte por cada alumno de la educación pública. Y la que más dinero inyecta en la concertada.
También es falso que el modelo educativo que ha instaurado el PP en Madrid beneficie a los estudiantes que viven en barrios más humildes. Es justo al contrario. Fomenta la segregación: que los pobres se queden con los pobres y no se mezclen con los ricos.
Solo Turquía segrega más a su alumnado pobre que la Comunidad de Madrid en toda la OCDE, según un informe de Save the Children y ESADE.
Tampoco existe esa “libertad” para muchos padres, que se ven expulsados de la educación concertada por no poder pagar. Se supone que estos colegios son gratuitos para los alumnos, pero muchos de ellos establecen barreras económicas que dejan fuera a los pobres: como cuotas supuestamente voluntarias o un precio más alto del comedor escolar.
Esta segregación tiene consecuencias muy directas en la igualdad. Y por tanto en la libertad: que los alumnos con menos renta van a ver mermada durante toda su vida.
Sin una educación adecuada, es muy difícil que los más pobres puedan acceder después a empleos de calidad. Tendrán esa poca libertad que les deje la precariedad.
Isabel Díaz Ayuso: “La libertad es la posibilidad para elegir el modelo sanitario, a qué hospital acudir”
Madrid es la comunidad autónoma más rica, pero la que menos porcentaje de esa riqueza dedica a la Sanidad pública: casi dos puntos menos que la media nacional. Solo Andalucía, que es mucho más pobre, invierte menos por habitante que Madrid.
Esto no significa que los madrileños ahorremos en Sanidad. Porque Madrid también es la Comunidad Autónoma con más porcentaje de ciudadanos que pagan un seguro médico privado: el 36,7%. Y también el lugar de España donde más gastan las familias por estos seguros: una media de 319 euros por persona al año. Es más del doble de la media nacional (146 euros).
Obviamente, esa libertad de “elegir el modelo sanitario” solo la tienen aquellos que pueden pagar. Y durante la pandemia, en las residencias de ancianos, la diferencia entre pagar y no pagar fue cuestión de vida o muerte. Solo los mayores con seguros privados tuvieron la opción en Madrid de ser trasladados a un hospital.
Isabel Díaz Ayuso: “Libertad es tener la oportunidad de llevar las riendas de tu vida sin que uno tenga que estar preso de otros. Es una cultura inversa, por ejemplo, a la de la subvención crónica”.
Defender unos servicios públicos mejores, que la Comunidad de Madrid podría perfectamente pagar, no es “la subvención crónica”: es el modelo económico del Estado del bienestar, que ha generado las sociedades más ricas, justas y prósperas de la historia de la humanidad.
Este modelo, el de la Europa del bienestar, no está reñido con la libertad. Al contrario: es imprescindible para poder mantenerla a medio plazo.
Isabel Díaz Ayuso: “Cada vez son más los ciudadanos que vienen desde distintos países, huyendo de políticas como las que plantean Pablo Iglesias y el sanchismo para España y que han conseguido más hambruna, más pobreza y más inseguridad. Y por eso todas esas personas vienen desde Venezuela a España y nos dicen: 'Yo ya perdí un país, no quiero perder otro'. O 'hagan caso a los venezolanos, que venimos del futuro'. No hay que ir a Venezuela a hablar de estos temas, ya vienen ellos solos”.
Es imposible encontrar una sola ley, decreto o proyecto de ley del Gobierno de coalición que sea ni lejanamente asimilable al chavismo.
Los límites al alquiler están copiados de Berlín y París. Las subidas fiscales son lo que ahora propone el nuevo presidente de EEUU, Joe Biden. Los impuestos a la herencia y a la propiedad de las grandes fortunas –que Ayuso tacha de anacrónicos– son una receta que plantea el FMI. Y las restricciones sanitarias contra la pandemia se aplican en casi todo Occidente. También en casi toda España, incluso en comunidades gobernadas por el PP. Con la excepción singular de Madrid.
El verdadero riesgo de que Madrid se convierta en Caracas –o en Bogotá, o en Ciudad de México, o en Guayaquil– no está en las políticas de izquierdas. Sino en los excesos de esta derecha: en el fomento indiscriminado de la desigualdad, que es lo que hace de estas ciudades un lugar de pobreza (para la mayoría) y enorme inseguridad. Tampoco habría surgido el chavismo, con todos sus excesos posteriores, sin la brutal y obscena desigualdad que le dio a Hugo Chávez un gran respaldo social.
Cualquiera que conozca las grandes ciudades latinoamericanas sabe de lo que hablo: lugares donde la distancia entre los ricos y los pobres es abismal. Donde una pequeña minoría acumula toda la riqueza, y el resto malvive. Donde los ricos viven atrincherados en barrios fortaleza, con seguridad privada. Ciudades donde es peligroso pasear.
Isabel Díaz Ayuso: “Impuestos que son confiscatorios y anacrónicos, como el patrimonio, sucesiones, donaciones”
Hoy se ha conocido que los herederos de Samsung pagarán 9.000 millones de dólares en impuestos sucesorios tras la muerte del patriarca. ¿En la Corea del Norte comunista? No. En la muy democrática y liberal Corea del Sur.
Los herederos, además de estos impuestos, van a donar otros 900 millones de dólares para un hospital, un centro de investigación y un programa para tratar a niños con cáncer y enfermedades raras. Y también donarán una gran colección de arte a los museos de Seúl.
En Madrid, una herencia como ésta (20.000 millones de dólares, 16.562 millones de euros) solo pagaría unos 67 millones de euros en el impuesto de sucesiones.
Sin las rebajas del 99% en este impuesto que aprobó el PP, una herencia así pagaría 6.700 millones de euros. Es casi un tercio del presupuesto de un año de la Comunidad.
En teoría, dicen los neoliberales, eliminar estos impuestos ayuda al emprendimiento y a la creación de riqueza y empleo. Pero ¿acaso son poco emprendedores los surcoreanos? ¿Hay menos empresas allí? No parece. Y no solo porque de Corea del Sur hayan surgido multinacionales como Samsung, Hyundai, Kia o LG. Aunque los coreanos tienen el segundo impuesto de sucesiones más alto del mundo (solo por detrás de Japón), están entre los diez países más innovadores del mundo, según el Global Innovation Index 2020.
Por poner otro ejemplo, más cercano. El fundador de Zara, Amancio Ortega, tiene un patrimonio de unos 64.000 millones de euros: cuatro veces más que el expresidente de Samsung, que era la mayor fortuna de Corea del Sur.
A diferencia de otras grandes fortunas españolas, Amancio Ortega nunca ha querido mudarse a Madrid: sigue viviendo en A Coruña y allí probablemente morirá. Cosa que le honra.
Cuando fallezca, si la ley no cambia en Galicia, los herederos del fundador de Zara tendrán que pagar unos 11.000 millones de euros por el impuesto de sucesiones. Es una cifra equivalente al presupuesto público anual de la Xunta de Galicia.
En Madrid, Amancio Ortega solo pagaría 260 millones.
Isabel Díaz Ayuso: “No sólo se han salvado 300.000 empleos, sino que se han creado 100.000 en el primer trimestre del año: se han creado uno de cada cinco empleos en España”.
Falso. La candidata del PP repite estas cifras en cada ocasión, que no se sostienen con la realidad. Es una burda mentira que no cuadra con ningún dato oficial.
Madrid es la tercera comunidad de España donde el paro ha crecido más durante el último año. Solo están peor las islas, Canarias y Baleares, que dependen más que ninguna otra región española del turismo exterior.
La mala situación del paro en Madrid tampoco se puede achacar al turismo. Porque tanto Catalunya como Asturias, Navarra, Comunidad Valenciana, Andalucía, Murcia o incluso Castilla y León tienen un mayor peso de este sector en su economía, pero su paro ha sido inferior al de Madrid.
También es falso que la recuperación del empleo sea mayor en Madrid que en el resto de las autonomías: la Comunidad que preside Isabel Díaz Ayuso está por debajo de la media española, también en la recuperación.
Esos “100.000 empleos en el primer trimestre del año” solo existen en los discursos de Ayuso. Entre diciembre de 2020 y marzo de 2021, Madrid ha perdido 8.623 trabajadores afiliados a la Seguridad Social. Y si comparamos enero con marzo, solo suben 24.000.
Isabel Díaz Ayuso: “Se puede ser una democracia plena y no ser libre. Puede haber democracia y puede no haber libertad”.
No, no hay democracia plena sin libertad. Ni tampoco hay democracias plenas con libertades absolutas, tal y como las concibe el PP.
Este falso argumento, el de la libertad total, era el de Aznar criticando los límites de velocidad en las carreteras. O el que enarbolaba Esperanza Aguirre hace unos años contra la ley que prohibió fumar en los centros de trabajo o en los bares y restaurantes. Hoy cuesta encontrar una democracia occidental donde no apliquen esas mismas restricciones: porque tu libertad termina donde empieza la de los demás.
Isabel Díaz Ayuso: “Quiero una amplia mayoría que me permita gobernar en libertad. Yo aspiro a ser libre. (...) Estaba dentro de un gobierno con una gran inestabilidad. Eso me provocaba muchísimas distorsiones, que en los momentos más difíciles, en determinadas ocasiones, cuando yo tomaba una decisión, se fuera siempre a la contra”.
Sin duda, no hay persona más libre que un rey absolutista. Pero gobernar sin los incómodos contrapesos del parlamentarismo no es lo mismo que gobernar en libertad. Al menos no es ese el tipo de libertad que un líder democrático debería reivindicar.
Isabel Díaz Ayuso: “¿Tú crees que tienen libertad, ahora mismo, comerciantes, hosteleros y otros sectores en otros rincones de España? Yo creo que no.
Siguiendo esta argumentación, el comunismo ha vencido en la Junta de Castilla y León que gobierna Mañueco, en la Galicia de Nuñez Feijóo, en la Andalucía de Juanma Moreno e incluso en la Región Murcia, donde manda un tripartito del PP con los tránsfugas de Ciudadanos y Vox.
Madrid no es solo la reserva espiritual-liberal de España. También de toda Europa occidental. Porque en la Francia de Macron, la Alemania de Merkel o incluso el Reino Unido de Boris Johnson han aplicado ese tipo de restricciones sanitarias que Ayuso considera enemigas de la libertad.
Es una libertad que no ha sido un gran negocio para los madrileños. No ha reactivado la economía –con la excepción de algunos locales de hostelería– y ha costado muy cara en vidas. Madrid es la autonomía española con mayor exceso de mortalidad.
Pero me temo que, en términos de popularidad electoral, la estrategia de Ayuso ha sido tremendamente eficaz. Su apuesta por 'la libertad de las cañas' ha calado entre amplias capas de la población, no solo de derechas: también entre sectores menos ideologizados de la sociedad.
Hoy publicamos un interesante reportaje: cómo se vive la campaña electoral en el barrio con más participación de la ciudad de Madrid (y uno de los más ricos) y en el de menos participación (y uno de los más pobres).
En el barrio rico, elogian “el par de cojones de Ayuso”. En el pobre, están “hasta los cojones de todos”.
Es un buen resumen de la situación.