Un sospechoso milagro: por primera vez en la historia reciente, el precio de los carburantes ha caído en los últimos dos meses bastante más de lo que se ha reducido el coste del petróleo. Entre septiembre y noviembre, el barril Brent bajó un 1,9%; el 5,3% si lo medimos por su precio en euros y no en dólares. En el mismo periodo, el gasóleo ha caído en España un 5,46% y la gasolina un 8,41%. Los porcentajes son aún más sorprendentes si tenemos en cuenta que el petróleo no es el único factor que afecta al precio de los carburantes. Más o menos la mitad de lo que pagamos con cada litro son impuestos, que en los últimos dos meses no han bajado; tampoco se ha reducido en este tiempo el coste de la distribución. ¿Cómo explicar entonces tanta generosidad de las petroleras? Y, ¿a quién beneficia?
Primero el cui prodest. La impresionante rebaja en los carburantes se ha traducido después en otro récord: en la mayor caída de la inflación en España de los últimos tres años. El IPC ha bajado del 3,5% de octubre al 2,9% de noviembre, que es el mes clave. El de noviembre es el dato que se usa para actualizar las pensiones. Son seis décimas en esta estadística que al Gobierno le habrían ahorrado una millonada, si hubiese decidido cumplir el Pacto de Toledo y revalorizar la pensiones, cosa que no ha hecho. Pero sin la oportuna caída del precio de los carburantes, la factura de las pensiones habría sido de 1.200 millones de euros más.
Desde el Gobierno argumentan en privado que la rebaja es consecuencia de la presión sobre las petroleras, que habían subido los precios de forma desmesurada e injustificada. Hubo incluso, según fuentes de La Moncloa, una reunión discreta de la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría con las tres grandes del sector. Sobre la mesa del ministro José Manuel Soria hay dos duros informes, uno de la Comisión Nacional de la Competencia y otro de la Comisión Nacional de la Energía, que critican la falta de competencia y recomiendan una serie de medidas que gustan poco a las petroleras: rebajar la duración de los contratos de las gasolineras, prohibir la recomendación de precios, fomentar la apertura de más estaciones de servicio en centros comerciales…
Desde las petroleras, mientras tanto, admiten que el Gobierno ha presionado para esta rebaja, que esa presión es la prueba de que Rajoy intentó hasta el último momento cumplir con los pensionistas, aunque fuese atornillando la inflación. Sin embargo, creen que esta ganga es imposible de mantener: que la han hecho casi a pérdida, que es un favor al Gobierno, que se notará en sus beneficios y que en poco tiempo la gasolina subirá otra vez. ¿Cuál de los dos partes tiene razón? ¿Baja la gasolina de forma estructural porque mejora la inspección gubernamental o es solo una rebaja coyuntural para dejar más aseadito el IPC en el último intento para cumplir con los pensionistas? Será sencillo de comprobar. Lo sabremos en cuestión de unas semanas o incluso días, cuando vayamos a repostar.
Un sospechoso milagro: por primera vez en la historia reciente, el precio de los carburantes ha caído en los últimos dos meses bastante más de lo que se ha reducido el coste del petróleo. Entre septiembre y noviembre, el barril Brent bajó un 1,9%; el 5,3% si lo medimos por su precio en euros y no en dólares. En el mismo periodo, el gasóleo ha caído en España un 5,46% y la gasolina un 8,41%. Los porcentajes son aún más sorprendentes si tenemos en cuenta que el petróleo no es el único factor que afecta al precio de los carburantes. Más o menos la mitad de lo que pagamos con cada litro son impuestos, que en los últimos dos meses no han bajado; tampoco se ha reducido en este tiempo el coste de la distribución. ¿Cómo explicar entonces tanta generosidad de las petroleras? Y, ¿a quién beneficia?
Primero el cui prodest. La impresionante rebaja en los carburantes se ha traducido después en otro récord: en la mayor caída de la inflación en España de los últimos tres años. El IPC ha bajado del 3,5% de octubre al 2,9% de noviembre, que es el mes clave. El de noviembre es el dato que se usa para actualizar las pensiones. Son seis décimas en esta estadística que al Gobierno le habrían ahorrado una millonada, si hubiese decidido cumplir el Pacto de Toledo y revalorizar la pensiones, cosa que no ha hecho. Pero sin la oportuna caída del precio de los carburantes, la factura de las pensiones habría sido de 1.200 millones de euros más.