Y a Ronaldo. Y a Messi. Y a Bale. Aunque no vayas al campo, aunque cambies de canal cuando aparece un balón. Una parte del sueldo que gana Neymar sale de tu bolsillo, querido contribuyente. Y también pagas a sus representantes, entrenadores, intermediarios y demás fauna y flora del fútbol español, un espectáculo que para lo que quiere es un negocio privado y, para lo que no, un sector público protegido por el vaporoso concepto del «interés general». No hablo solo del fichaje de Neymar y ese posible fraude fiscal que investiga la Audiencia Nacional. También del dinero público que las distintas administraciones han regalado a este deporte en el que tan caro nos sale ser potencia mundial.
Algunos números. La deuda con Hacienda que acumulan entre todos los equipos de primera y segunda división suma 596 millones de euros. Por comparar, es el equivalente a 33 años del actual presupuesto del Gobierno para las becas Erasmus, o lo que gasta en diez años el CNIO, el puntero centro de investigación español contra el cáncer, que está pasando por un ERE. O el doble de lo que cobran durante un año los 15.000 investigadores y científicos contratados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el CSIC. Solo con lo que debe a Hacienda el fútbol también se pagarían 12 años de las cuestionadas ayudas al cine español.
Faltan fondos públicos, pero no para el balón. La Comisión Europea ha abierto una investigación a España por desviar dinero de los contribuyentes a los equipos más importantes del país. Europa cuestiona por qué el Estado permite que clubs como el Barcelona o el Real Madrid no sean sociedades anónimas deportivas, como manda la ley. No es irrelevante, porque implica ventajas fiscales: ahora pagan el 25% en impuestos, en vez del 30% que tendrían que pagar. Europa también investiga el pelotazo urbanístico que dio el Real Madrid con la permuta de un suelo que el ayuntamiento valoró en 22,7 millones cuando antes estaba tasado en poco más de medio millón. La UE también pregunta por Valencia, la zona cero del desastre español, donde los clubs de fútbol son entidades sistémicas, demasiado grandes para caer, y han sido rescatados por la arruinada Generalitat Valenciana.
Sigue leyendo en El Periódico
Y a Ronaldo. Y a Messi. Y a Bale. Aunque no vayas al campo, aunque cambies de canal cuando aparece un balón. Una parte del sueldo que gana Neymar sale de tu bolsillo, querido contribuyente. Y también pagas a sus representantes, entrenadores, intermediarios y demás fauna y flora del fútbol español, un espectáculo que para lo que quiere es un negocio privado y, para lo que no, un sector público protegido por el vaporoso concepto del «interés general». No hablo solo del fichaje de Neymar y ese posible fraude fiscal que investiga la Audiencia Nacional. También del dinero público que las distintas administraciones han regalado a este deporte en el que tan caro nos sale ser potencia mundial.
Algunos números. La deuda con Hacienda que acumulan entre todos los equipos de primera y segunda división suma 596 millones de euros. Por comparar, es el equivalente a 33 años del actual presupuesto del Gobierno para las becas Erasmus, o lo que gasta en diez años el CNIO, el puntero centro de investigación español contra el cáncer, que está pasando por un ERE. O el doble de lo que cobran durante un año los 15.000 investigadores y científicos contratados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el CSIC. Solo con lo que debe a Hacienda el fútbol también se pagarían 12 años de las cuestionadas ayudas al cine español.