El primer intento de Mariano Rajoy ha fracasado y lo más grave para el candidato del PP es que no se ven muchas opciones para que la investidura vuelva a encarrilar. A ello ha contribuido, y mucho, el propio presidente en funciones y su penosa actuación. Con sus intervenciones en el debate, entre faltonas y chistosas, con su lamentable discurso del martes, el candidato ha llenado de argumentos a esa mayoría absoluta de 180 escaños que hoy le ha dicho que no; que la cámara donde reside la soberanía nacional no traga con esta supuesta regeneración encabezada por un mentiroso con las manos manchadas de corrupción.
Ha fracasado el primer intento de investidura Rajoy y también se ha complicado la 'operación responsable'; esas presiones de la derecha y el poder económico que pretenden rendir a los dirigentes del PSOE para que arruinen completamente la credibilidad de su partido y permitan gratis la investidura de Mariano Rajoy. Después de lo visto en el Parlamento, Pedro Sánchez lo tiene mucho más fácil para seguir diciendo que no, que no va a incumplir lo que prometió a sus votantes, que no va a dar La Moncloa al presidente indecente de los sobres y la caja B.
Las presiones a Pedro Sánchez para que su partido se abstenga, por supuesto, seguirán. La mayor parte de la prensa continuará golpeando al líder del PSOE para que dé su brazo a torcer. Pero creo muy improbable que Sánchez vaya a ceder por muchos editoriales o encuestas que le aticen, no solo por coherencia con todo el discurso que ha defendido hasta hoy. También porque en ello le va su propia supervivencia política, y porque en la dirección del PSOE creen que una repetición electoral no tiene por qué irles mal.
¿Vamos inevitablemente a unas nuevas elecciones? Hoy es más probable que hace una semana pero hay también otras opciones que podrían suceder.
1. Un golpe interno en el PSOE
Es la jugada con la que sueña el PP, la que ahora alentará desde la prensa y en la que ya están una parte de los dirigentes socialistas, con Felipe González a la cabeza de la manifestación: echar a Pedro Sánchez de la secretaría general. El éxito o fracaso de la operación dependerá en gran medida de lo que ocurra en las próximas elecciones gallegas y vascas del 25 de septiembre. Si a los socialistas les va muy mal, los rivales internos de Sánchez –que no son pocos– tendrán más argumentos para dar un golpe interno en un comité federal.
Matar a Sánchez tampoco será tan fácil como creen en el PP porque después de esa batalla vendrá el congreso del PSOE y los líderes que defiendan la rendición ante Rajoy lo tendrán complicado después para ganarse a los militantes socialistas en las primarias del partido. Pero es bastante probable que al menos lo vayan a intentar.
2. Un pacto del PP con el PNV
Esto también tendría que esperar a que pasen las elecciones vascas y ni siquiera así se garantiza el éxito. Seguirá faltando un diputado más, pero los argumentos para llevar al PSOE a la abstención aumentarían mucho con un empate a 175; lo mismo así el famoso diputado canario pierde el avión. ¿Se puede meter en el mismo pacto al nacionalismo vasco y al español? No lo descarten. Si Ciudadanos ha tragado con Rajoy, tragar con el cupo vasco es un precio bastante inferior.
3. Un Gobierno sin el PP
Tampoco es descartable, pero alguien tendría que ceder. Siguen presentes dos vetos cruzados que por ahora impiden cualquier gobierno alternativo al del PP. El primero, el veto que mantiene Ciudadanos con Podemos (y viceversa) para una investidura a tres como la que propone ese manifiesto que tanto ha circulado estos días. El segundo, el veto que mantiene el PSOE con los independentistas (y viceversa) con la cuestión del referéndum catalán, y que impide ese gobierno de izquierdas que plantea Unidos Podemos.
¿Puede cambiar alguno de estos dos vetos cruzados y que haya un pacto de investidura sin el PP? Hoy parece imposible pero a medida que pasen las semanas los vetos pueden saltar. Dependerá de cuánto miedo tenga cada uno de los partidos a otra repetición electoral.
4 Un Gobierno del PP sin Rajoy
Ana Pastor logró la investidura como presidenta del Congreso con el actual reparto de escaños. Es algo que no habrían conseguido otros nombres que salieron en la negociación, como el ministro Jorge Fernández o María Dolores de Cospedal. Sin duda, otro candidato menos intragable en el PP permitiría al PSOE o a la mayoría conservadora que ya existe en el Parlamento justificar una abstención. Pero es prácticamente imposible que tal cosa ocurra por dos motivos: porque Mariano Rajoy en ningún caso se va a rendir y porque no hay nadie que le pueda echar en su partido. En el PP no hay cómo dar golpes internos: los estatutos que diseñaron Aznar y Fraga blindan el poder presidencial.
Lo que sí es probable que ocurra es que el PSOE cambie de estrategia y ofrezca el siguiente pacto envenenado al PP: abstenerse a cambio de una serie de concesiones y que la primera de todas ellas sea que no siga Mariano Rajoy.
Por supuesto, el PP no aceptará esta codición porque en el PP todas las decisiones las toma el propio Rajoy. Pero si el presidente en funciones antepone su supervivencia política al interés de su partido y de su país, ese que “tan urgentemente” necesita un Gobierno, ¿cómo justificar después que la culpa de la repetición electoral es “de los demás, que son los malos” y no le quieren votar?
El primer intento de Mariano Rajoy ha fracasado y lo más grave para el candidato del PP es que no se ven muchas opciones para que la investidura vuelva a encarrilar. A ello ha contribuido, y mucho, el propio presidente en funciones y su penosa actuación. Con sus intervenciones en el debate, entre faltonas y chistosas, con su lamentable discurso del martes, el candidato ha llenado de argumentos a esa mayoría absoluta de 180 escaños que hoy le ha dicho que no; que la cámara donde reside la soberanía nacional no traga con esta supuesta regeneración encabezada por un mentiroso con las manos manchadas de corrupción.
Ha fracasado el primer intento de investidura Rajoy y también se ha complicado la 'operación responsable'; esas presiones de la derecha y el poder económico que pretenden rendir a los dirigentes del PSOE para que arruinen completamente la credibilidad de su partido y permitan gratis la investidura de Mariano Rajoy. Después de lo visto en el Parlamento, Pedro Sánchez lo tiene mucho más fácil para seguir diciendo que no, que no va a incumplir lo que prometió a sus votantes, que no va a dar La Moncloa al presidente indecente de los sobres y la caja B.