Es la sorpresa en las encuestas. Según los últimos sondeos publicados, el partido liderado por Albert Rivera estaría hoy en cuarto lugar, por delante de IU y UPyD, conseguiría hasta un 8% de los votos y sigue subiendo. Ciudadanos es un 'atrápalotodo': ya saben, ni de izquierdas ni de derechas. Se reivindica como la tercera vía liberal que nunca existió en España, entre PP y PSOE, y se ha convertido en un refugio para aquellos votantes de ambos grandes partidos que comparten el diagnóstico de Podemos sobre la casta y el bipartidismo, pero que ven a los de Pablo Iglesias demasiado radicales para su gusto. Es la rebeldía dentro del sistema, o el reformismo rupturista, o el cambio tranquilo y sin coleta. Es una opción que en Catalunya le ha pegado un bocado mortal al PSC y que en el resto de España preocupa al PP porque podría dinamitar su estrategia contra Podemos: esta consigna de “o Rajoy o el caos” con la que quieren salir vivos del año donde puede cambiar todo.
En 2015, la campaña electoral no terminará nunca. Comienza dentro de un par de semanas en las griegas –de claras consecuencias para España–, sigue en mayo con autonómicas y municipales, continuará con las catalanas y acabará en las generales. Es un menú de cuatro platos en el que, de postre, tampoco se puede descartar que también haya adelanto electoral en Andalucía.
Las armas de Mariano Rajoy para sobrevivir a un 2015 del que el PP sin duda saldrá con menos poder del que hoy tiene –más es imposible– son dos. Por un lado, la recuperación económica. Por el otro, la polarización contra Podemos y el voto del miedo.
La recuperación, esta vez, no parece tan voluntarista, al menos para las grandes cifras macroeconómicas (de las que a corto plazo no se come). El año 2015 arranca para España con bastante mejor pinta de lo habitual en estos años, a pesar de la deflación. El desplome en el precio del petróleo es un regalo. La depreciación del euro, una excelente noticia para el turismo y para las exportaciones. Y la probable compra de deuda pública por parte del BCE –al fin determinado a actuar, si no lo impide Alemania– es otra buena noticia para el sur de Europa.
¿Se acabó la crisis? No tan rápido: el desastre seguirá para esa mayoría de españoles que se han empobrecido en estos años y que van a seguir muy lejos de la situación que tenían cuando empezó esta pesadilla. Pero sin duda la economía española empieza 2015 con varias bazas buenas, a pesar de que este cambio en las expectativas tiene muy poco que ver con un milagro Mariano o con esa virgen del Rocío a la que se encomienda Fátima Báñez.
Más allá del trompeteo sobre la recuperación económica –que por otro lado cabreará a esa mayoría que no vea tanto brote verde en su vida cotidiana–, la otra gran apuesta electoral del PP es la polarización: o Rajoy o el caos. O el PP o Podemos. Es una estrategia burda, pero la historia electoral demuestra que funciona. Consiste en movilizar el voto a la contra para compensar la ausencia de voto a favor; movilizar al electorado cabreado con el miedo a que gobierne Podemos en vez de con la (poca) ilusión que hoy provoca el PP, incluso entre el votante de derechas. A esto responde esa estrategia del PP de hablar exclusivamente de Podemos. Tras comparar a los de Pablo Iglesias con Hitler, Mussolini, la ETA y hasta “la caca”, parece complicado que los portavoces del PP puedan mantener este nivel durante todo el año. No se apuren. Con Rajoy es posible.
Desde el PP, según sus encuestas y análisis internos, aseguran que hoy están en el 26% o 27% de los votos. Pero confían en salvarse de la quema y mantenerse en La Moncloa si superan el 30%. Hace unos años, un porcentaje así era derrota segura para cualquiera de los dos grandes partidos. Pero el voto se va a fragmentar tanto que aquel que supere el 30% es probable que sea el más votado. Además, la ley electoral ayudará a que ese porcentaje de sufragios se convierta después en una mayoría más holgada en los escaños.
¿El gran escollo en este plan que el PP cree insumergible? Sin duda, Ciudadanos: el atractivo que este partido tiene para votantes conservadores que ya no pueden con el PP, que desprecian a Mariano Rajoy y desconfían de su palabra, pero que tendrían que volver a nacer para votar a Pablo Iglesias o al PSOE. Es evidente: aunque haya un porcentaje para nada desdeñable del voto del PP que se va a pasar a Podemos o también al PSOE, la derecha no va a volatilizarse en España de un día para otro. Gran parte de ese voto que le ha desaparecido al PP en las encuestas está hoy en la abstención. Y de la abstención es más fácil recuperar a los desencantados (con el espantajo del miedo). Otra cosa, claro está, es cuando esos exvotantes se largan a otro partido, como bien sabe hoy el PSOE ante ese amplio porcentaje de sus electores que se han pasado a Podemos.
¿Conseguirá Ciudadanos convertirse en el Podemos de la derecha o, al menos, fragmentar el voto conservador? Ya veremos; la historia reciente de la política en España demuestra que es arriesgado hacer pronósticos a largo plazo. Pero sin duda Ciudadanos tiene muchas más papeletas para dar ese campanazo que el intento fallido de Vox, o que UPyD, que llega a este año electoral con una debilidad notable. Además, el calendario ayuda para que pueda pasar como con las europeas, donde un partido que logró cinco escaños y quedó en cuarta posición hoy es recordado como el gran triunfador de esas elecciones y aparece en primer lugar en las encuestas. Si Ciudadanos queda en cuarto lugar en las plazas clave de las autonómicas y municipales de mayo –especialmente en Madrid y Valencia–, esa posibilidad quedará abierta.
Es la sorpresa en las encuestas. Según los últimos sondeos publicados, el partido liderado por Albert Rivera estaría hoy en cuarto lugar, por delante de IU y UPyD, conseguiría hasta un 8% de los votos y sigue subiendo. Ciudadanos es un 'atrápalotodo': ya saben, ni de izquierdas ni de derechas. Se reivindica como la tercera vía liberal que nunca existió en España, entre PP y PSOE, y se ha convertido en un refugio para aquellos votantes de ambos grandes partidos que comparten el diagnóstico de Podemos sobre la casta y el bipartidismo, pero que ven a los de Pablo Iglesias demasiado radicales para su gusto. Es la rebeldía dentro del sistema, o el reformismo rupturista, o el cambio tranquilo y sin coleta. Es una opción que en Catalunya le ha pegado un bocado mortal al PSC y que en el resto de España preocupa al PP porque podría dinamitar su estrategia contra Podemos: esta consigna de “o Rajoy o el caos” con la que quieren salir vivos del año donde puede cambiar todo.
En 2015, la campaña electoral no terminará nunca. Comienza dentro de un par de semanas en las griegas –de claras consecuencias para España–, sigue en mayo con autonómicas y municipales, continuará con las catalanas y acabará en las generales. Es un menú de cuatro platos en el que, de postre, tampoco se puede descartar que también haya adelanto electoral en Andalucía.