Desde que Cristóbal Montoro es ministro de Hacienda, 320 altos cargos de la Agencia Tributaria han sido relevados, 'dimitidos' o invitados a marcharse. Montoro lleva casi dos años en el puesto, así que hablamos de un purgado cada 60 horas, más o menos. Es una caza de brujas, como ha dejado claro el propio ministro con esa sinceridad de los que se sienten impunes: los destituye por “socialistas”. Aquella promesa electoral de “despolitizar la Administración” era esto.
Los supuestos socialistas a los que Montoro manda a hacer pasillos son técnicos que tienen la mala costumbre de hacer su trabajo con profesionalidad e independencia, sin obedecer a consignas políticas. Como la inspectora que fue destituida por intentar sancionar con 450 millones de euros a Cemex, una multinacional del cemento que declaró pérdidas ficticias incluso en los años de la burbuja inmobiliaria. O su jefe, que dimitió porque su purga le parecía impresentable. O los cinco altos cargos que han sido relevados estos días. O la cúpula de la oficina antifraude, los que hacían los informes sobre la 'Gürtel'; una unidad desmantelada nada más llegar el PP a la Moncloa. En el colmo de la persecución política, varios de los últimos purgados son altos cargos que el propio ministro había nombrado hace menos de dos años. El socialismo, como la conspiración judeomasónica de antaño, se infiltra aun en las mejores familias.
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Desde que Cristóbal Montoro es ministro de Hacienda, 320 altos cargos de la Agencia Tributaria han sido relevados, 'dimitidos' o invitados a marcharse. Montoro lleva casi dos años en el puesto, así que hablamos de un purgado cada 60 horas, más o menos. Es una caza de brujas, como ha dejado claro el propio ministro con esa sinceridad de los que se sienten impunes: los destituye por “socialistas”. Aquella promesa electoral de “despolitizar la Administración” era esto.
Los supuestos socialistas a los que Montoro manda a hacer pasillos son técnicos que tienen la mala costumbre de hacer su trabajo con profesionalidad e independencia, sin obedecer a consignas políticas. Como la inspectora que fue destituida por intentar sancionar con 450 millones de euros a Cemex, una multinacional del cemento que declaró pérdidas ficticias incluso en los años de la burbuja inmobiliaria. O su jefe, que dimitió porque su purga le parecía impresentable. O los cinco altos cargos que han sido relevados estos días. O la cúpula de la oficina antifraude, los que hacían los informes sobre la 'Gürtel'; una unidad desmantelada nada más llegar el PP a la Moncloa. En el colmo de la persecución política, varios de los últimos purgados son altos cargos que el propio ministro había nombrado hace menos de dos años. El socialismo, como la conspiración judeomasónica de antaño, se infiltra aun en las mejores familias.