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Rajoy no solo tiene un problema político: también tiene un problema judicial

El todavía presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no solo se enfrenta a una pesadilla política. Su correspondencia privada con Luis Bárcenas, esos sms que La Moncloa reconoce como auténticos, agravan una crisis que le puede costar no solo la presidencia, sino también algún disgusto más. Encubrimiento: de seis meses a tres años de cárcel. Obstrucción a la justicia: de uno a cuatro años de cárcel. Y esto es solo el principio, porque el verano de Bárcenas apenas acaba de empezar.

En los próximos días, a medida que aumente el calor, vamos a conocer la respuesta a una gran pregunta filosofal: ¿qué puede más? ¿un obstáculo insalvable o una fuerza imparable? La gran aportación a la teoría política de Rajoy es conocida: como le dijo a la mujer de Bárcenas, “la vida es resistir”. No tiene intención alguna de dimitir; aguantará como un percebe, pegado al sillón hasta el final. Pero, ¿podrá resistir Rajoy a estas evidencias palmarias, que no solo le retratan como un mentiroso sin palabra, sino también como cómplice de la corrupción? ¿A qué coste para el país? Recibir dinero negro sin justificarlo es solo una falta administrativa, pero hacerlo a cambio de facilitar adjudicaciones y contratos es un delito penal. Se llama cohecho y es difícil de probar, salvo que sea el extesorero del partido, que conoce todas las interioridades de las finanzas del PP durante de las últimas dos décadas, quien colabore con la justicia para aclarar la verdad.

Luis Bárcenas, según fuentes de su entorno más cercano, guarda unos cuarenta o cincuenta recibís. Puede acreditar de forma directa alrededor de un tercio de los asientos contables que aparecen en los papeles que investiga la Audiencia Nacional. Son más que suficientes para validar ante el juez esa contabilidad en B que durante años elaboró. De hecho, es una prueba incluso más sólida que el pen drive de la Gürtel que respalda la imputación por cohecho del propio Bárcenas, porque el extesorero del PP nunca tuvo firma en recalificaciones ni adjudicaciones públicas, a diferencia de gran parte de los receptores de esos sobres de dinero negro que supuestamente repartió.

En el PP todos esperan a ver qué dice Bárcenas ante la Audiencia Nacional. Desde su entorno, aseguran que la decisión ya está tomada y que será coherente con la línea que ha emprendido en esta última semana, desde que cambió de abogados. En el partido no solo preocupan los papeles, sino también dos cosas más: los otros sms, porque Rajoy no fue el único dirigente del partido con el que Bárcenas habló. Y las cuentas en Suiza: esa insinuación que soltó el extesorero durante el último interrogatorio sobre los propietarios de las cuentas “obispado”, “arranque”, “Ignacio” o “Alejandro”. Hay quien está pidiendo a su abogado informes sobre la prescripción de delitos y a su médico pastillas para dormir.

El todavía presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no solo se enfrenta a una pesadilla política. Su correspondencia privada con Luis Bárcenas, esos sms que La Moncloa reconoce como auténticos, agravan una crisis que le puede costar no solo la presidencia, sino también algún disgusto más. Encubrimiento: de seis meses a tres años de cárcel. Obstrucción a la justicia: de uno a cuatro años de cárcel. Y esto es solo el principio, porque el verano de Bárcenas apenas acaba de empezar.

En los próximos días, a medida que aumente el calor, vamos a conocer la respuesta a una gran pregunta filosofal: ¿qué puede más? ¿un obstáculo insalvable o una fuerza imparable? La gran aportación a la teoría política de Rajoy es conocida: como le dijo a la mujer de Bárcenas, “la vida es resistir”. No tiene intención alguna de dimitir; aguantará como un percebe, pegado al sillón hasta el final. Pero, ¿podrá resistir Rajoy a estas evidencias palmarias, que no solo le retratan como un mentiroso sin palabra, sino también como cómplice de la corrupción? ¿A qué coste para el país? Recibir dinero negro sin justificarlo es solo una falta administrativa, pero hacerlo a cambio de facilitar adjudicaciones y contratos es un delito penal. Se llama cohecho y es difícil de probar, salvo que sea el extesorero del partido, que conoce todas las interioridades de las finanzas del PP durante de las últimas dos décadas, quien colabore con la justicia para aclarar la verdad.