1. Cristina Cifuentes pagó la matrícula para cursar un máster en Derecho Autonómico en la Universidad Rey Juan Carlos. Es casi lo único que hizo correctamente, aunque se matriculó fuera de plazo: tres meses después de que empezaran las clases y cuando varias asignaturas ya habían finalizado. Pese al retraso, sacó tres sobresalientes y dos notables en esas clases.
2. Nunca fue a clase. Tampoco a los exámenes. Jamás la vieron allí ni el resto de los alumnos ni tampoco una de las profesoras, que lo ha confirmado en una carta. La propia Cifuentes así lo admitió ante la Asamblea de Madrid, cuando las evidencias de que no pisó el aula ni hizo los exámenes eran palmarias.
3. El máster era un título oficial del Ministerio de Educación. Era un curso presencial, todos los jueves y viernes por la tarde y las mañanas de los sábados, de septiembre a junio. La asistencia a clase era obligatoria y las profesoras así se lo recordaban a los alumnos normales. Para saltarse las clases, hacía falta una dispensa académica, un permiso excepcional que Cifuentes no pidió y que tampoco le otorgaron.
4. Cifuentes aprobó al menos tres de las asignaturas con actas de convalidación falsificadas. De las seis firmas que salen en esos documentos, solo una es verdadera, según demuestra un informe pericial. Tres de estos profesores ya han confirmado que falsificaron su firma y varios de ellos están estudiando acciones legales.
5. A pesar de no ir a clase ni a los exámenes, la mayoría de los profesores de este máster aprobó a Cifuentes con muy buenas notas. Pero en el expediente de Cifuentes, se quedaron dos “no presentado”: en una de las asignaturas y en el trabajo de fin de máster, obligatorio para conseguir el título.
6. Cinco meses después de terminar el curso, en noviembre de 2012, Cifuentes pagó una tasa de 6,11 euros, obligatoria para poder presentar su trabajo de fin de máster en el curso siguiente. ¿La razón? La obvia: que no había presentado su TFM en el curso que tocaba. Una de las profesoras había mandado un mail recordando que, si no habías presentado el TFM, tenías que pagar esa tasa. Y Cifuentes así lo hizo.
7. Dos años después, en 2014, una funcionaria conocida por Cifuentes entró en el sistema informático y cambió las notas: de “no presentado” a notable. Esa funcionaria, Amalia Calonge, ha sido expedientada porque cometió “graves irregularidades”. No tenía autorización para cambiar las notas, no se lo comunicó a su jefe y no trabajaba en el departamento que se ocupaba de estas cosas, según recoge el informe de la URJC sobre su expediente.
8. Esa funcionaria, casualmente, es “conocida” de Cifuentes; la típica conocida que te falsifica las notas y te ayuda con cada papeleo universitario. Esa misma funcionaria, casualmente, fue a la que Cifuentes encargó que se ocupase de recoger su título para ahorrarle el paseo. Esa misma funcionaria, casualmente, acompañó “amablemente” a Cifuentes porque no pudo retirar el título sin que la presidenta de Madrid se presentase en persona. Esa misma funcionaria, casualmente, tenía como foto de perfil en su WhatsApp un selfi con Cifuentes.
9. Nunca hubo trabajo de fin de máster ni Cifuentes tampoco lo defendió ante un tribunal, a pesar de lo mucho que ha mentido para decir lo contrario. Pero sí apareció un acta falsa, con dos firmas falsificadas; un documento que se fabricó la misma mañana en la que eldiario.es publicó su primera información. Un papel burdamente manipulado, “reconstruido”, como confesó el responsable de este apaño, Enrique Álvarez Conde, el catedrático que dirigía el chiringuito universitario donde Cifuentes se sacó su máster. Hoy Álvarez Conde está apartado, además de investigado por la Fiscalía. Falsificar un documento oficial es un delito. Un presunto delito cuya principal beneficiaria es Cifuentes.
10. Dos de las tres profesoras que supuestamente firmaron esa acta han confesado. Y toda la coartada de Cifuentes se ha desplomado, aunque en su partido aún no se hayan dado por enterados. También parece obvio que la presidenta de Madrid sabía, desde el primer momento, que ese papel era falso. Es ella, quien sabe mejor que nadie cómo se sacó ese máster. Y que nunca hubo tribunal, ni TFM.
11. Cifuentes anunció una “querella criminal” contra eldiario.es. Pide cárcel contra dos periodistas, contra Raquel Ejerique y contra mí. Su querella está presentada en los juzgados, aunque aún no nos ha llegado.
12. El mismo día en que se fabricó la coartada para Cristina Cifuentes, la misma mañana en la que eldiario.es publicó la primera noticia sobre el caso, una amiga de la presidenta, asesora de su Gobierno, se pasó “a saludar” por el rectorado de la Rey Juan Carlos. Se llama Maite Feito. Es profesora de la URJC en comisión de servicios; ahora trabaja como asesora del Consejero de Educación. Asegura que pasaba por allí justo esa misma mañana porque tenía “una mesa sobre feminismo” ... en mayo.
13. A pesar de todas estas evidencias, tan palmarias, el Partido Popular sigue mirando hacia otro lado, mientras intenta defender lo indefendible. Su última estrategia es jugar al empate, e intentar mezclar peras con manzanas. Han llegado a exigir la dimisión de Toni Cantó (Ciudadanos) porque dijo en su currículum que era “pedagogo” –es decir, que daba clases, en su caso de interpretación– sin ser licenciado en Pedagogía. Como si exagerar el currículum o adornarlo fuese algo comparable al expediente de Cristina Cifuentes: a su máster regalado, a sus notas falsificadas, a su acta “fabricada”, a su “querella criminal” contra la prensa o a esa amable funcionaria que hoy está expedientada por regalar a Cifuentes dos notables por la cara.