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Suiza es un Estado criminal

El mundo al revés: la policía griega ha detenido a un periodista por dar los nombres de 2.059 delincuentes. El periodista se llama Kostas Vaxevanis y los delincuentes son un buen montón de millonarios que guardan su dinero en Suiza para no pagar impuestos. Vaxevanis señala a los criminales y la policía le persigue a él, por “entrometerse en su intimidad”. Su caso demuestra a las claras una obviedad: que los paraísos fiscales no existirían sin la complicidad del resto de los Gobiernos occidentales. Es la UE, Estados Unidos y Japón quienes toleran que sus oligarquías financieras escapen al fisco. Son nuestros gobiernos los que permiten que Suiza, esa cueva de Alí Babá, sea un respetable socio de la comunidad internacional y no un Estado criminal, aislado y castigado comercialmente por todos sus vecinos. Es Occidente quien permite a sus bancos piratas abrir sucursales en nuestro suelo. Es Europa, que controla el cien por cien de la frontera suiza, la que permite a este refugio del dinero negro conectarse con el sistema financiero mundial. Suiza vive de estafarnos a los demás, pero no recibe castigo alguno porque son nuestros gobiernos y las élites financieras de nuestros países quienes se lucran de este negocio inmoral.

En la lista de Vaxevanis hay dos exministros conservadores griegos y un asesor de Antonis Samarás. Es solo una muestra, con seguridad son mucho más de tres los políticos griegos con dinero escondido en un paraíso fiscal. El periodista ha publicado la parte griega de un archivo mucho mayor, el que se llevó Hervé Falciani en 2007 del HSBC, que no es ni mucho menos el único banco de toda Suiza.

Falciani está hoy encarcelado en España, en la prisión de Valdemoro, detenido bajo la acusación de un delito que ni siquiera existe en nuestra legislación: revelar secretos bancarios. La contradicción es brutal: en España, si alguien tiene conocimiento de un delito fiscal, su deber es ponerlo en conocimiento de la justicia; por hacer precisamente eso, la justicia española lo mantiene hoy en prisión.

En breve, el Gobierno tendrá que decidir si lo extradita a Suiza o si –como piden el PSOE e IU–, lo pone en libertad. Gracias a Falciani, que entregó su valiosa información a Francia, España pudo recaudar 6.000 millones de euros defraudados por 659 personas, una lista que en España aún no es pública en su integridad.

Falciani se ha ofrecido a colaborar con España, ayudando a localizar a otros delincuentes españoles que esconden su dinero en Suiza para no pagar. ¿Aceptará el trato el Gobierno de Rajoy, ese mismo Gobierno que aprobó una amnistía fiscal y que negocia con Suiza otra fórmula similar? Prefiero no apostar.

Actualización, 30 de octubre de 2012, 13:44.

El lema de este blog es “En aquel momento parecía una buena idea”. Un día después de titular esta entrada como lo hice, ya no me parece tan buena idea. Algunos, con razón, me reprocháis en los comentarios que Suiza ha recortado bastante su secreto bancario, que las grandes potencias que critican a Suiza mantienen sus propios paraísos fiscales –Estados Unidos con Delaware o Reino Unido con Jersey– y que hay otros países en el mundo que viven del fraude fiscal y el dinero negro de forma más sistemática de lo que hoy lo hace Suiza, un país prospero que no solo depende de sus bancos. Esto es así, pero no exime a Suiza de su responsabilidad y sus bancos siguen siendo el refugio preferido de gran parte del dinero negro –muchas veces de origen delictivo– que se oculta al fisco en todo el mundo; por algo será.

Otros cuestionáis el adjetivo: criminal. Viene de crimen que, según el diccionario de la RAE, es: 1. m. Delito grave. 2. m. Acción indebida o reprensible y 3. m. Acción voluntaria de matar o herir gravemente a alguien. Las dos primeras acepciones casan a la perfección con lo que yo quería denunciar. El fraude fiscal es un delito muy grave –tal vez el delito que más perjudica nuestro bienestar– y sin duda es una acción reprensible e indebida. Es obvio pero se dice poco: por eso hay que denunciarlo. Sin embargo, la tercera acepción –matar o herir– no es válida en ningún caso. En la lista de países criminales, de los que matan o hieren, Suiza quedaría muy lejos de los puestos de cabeza: hace años que no participa en ninguna guerra.

En aquel momento parecía una buena idea. ¿Y hoy? No me arrepiento de una sola de las líneas que escribí en este artículo, pero cambiaría el titular. Induce al error porque el crimen se relaciona con la muerte, y no es eso de lo que quería hablar.

El mundo al revés: la policía griega ha detenido a un periodista por dar los nombres de 2.059 delincuentes. El periodista se llama Kostas Vaxevanis y los delincuentes son un buen montón de millonarios que guardan su dinero en Suiza para no pagar impuestos. Vaxevanis señala a los criminales y la policía le persigue a él, por “entrometerse en su intimidad”. Su caso demuestra a las claras una obviedad: que los paraísos fiscales no existirían sin la complicidad del resto de los Gobiernos occidentales. Es la UE, Estados Unidos y Japón quienes toleran que sus oligarquías financieras escapen al fisco. Son nuestros gobiernos los que permiten que Suiza, esa cueva de Alí Babá, sea un respetable socio de la comunidad internacional y no un Estado criminal, aislado y castigado comercialmente por todos sus vecinos. Es Occidente quien permite a sus bancos piratas abrir sucursales en nuestro suelo. Es Europa, que controla el cien por cien de la frontera suiza, la que permite a este refugio del dinero negro conectarse con el sistema financiero mundial. Suiza vive de estafarnos a los demás, pero no recibe castigo alguno porque son nuestros gobiernos y las élites financieras de nuestros países quienes se lucran de este negocio inmoral.

En la lista de Vaxevanis hay dos exministros conservadores griegos y un asesor de Antonis Samarás. Es solo una muestra, con seguridad son mucho más de tres los políticos griegos con dinero escondido en un paraíso fiscal. El periodista ha publicado la parte griega de un archivo mucho mayor, el que se llevó Hervé Falciani en 2007 del HSBC, que no es ni mucho menos el único banco de toda Suiza.