Un aplauso para el Partido Popular y su hábil departamento de comunicación. Ha sido una jugada maestra, digna de admiración. De esas en las que crees saber dónde está la bolita y, cuando te quieres dar cuenta, te han desplumado la cartera. Todo un triunfo para la derecha, que ha conseguido vender como un éxito lo que solo es otra claudicación.
Un repaso de los hechos objetivos, que ayuda a entender la situación.
1. “Mi línea roja con Vox es un gobierno en solitario del Partido Popular”, prometió durante toda la campaña el candidato del PP en la Comunitat Valenciana, Carlos Mazón. “Quien tenga miedo a los socios de gobierno, que vote al Partido Popular”, también argumentó. No lo dijo una sola vez. Tampoco solo dos. Lo repitió en cada mitin, en cada entrevista, en cada momento que tuvo ocasión.
2. Terminó la campaña y el PP empezó a rebajar esas “líneas rojas” que no solo había puesto Mazón. También Alberto Núñez Feijóo, que siempre ha presumido de no haber pactado nunca con Vox y que incluso defendió que ese acuerdo del PP con la ultraderecha en la Junta de Castilla y León no era cosa suya, sino la herencia recibida de Pablo Casado. “No he capitulado en nada porque, entre otras cosas, no llevo aún 24 horas como candidato”, se excusó hace año y medio Feijóo, cuando Alfonso Fernández Mañueco hizo vicepresidente de la Junta a Juan García-Gallardo, de Vox.
3. Este lunes, de forma sorpresiva, el portavoz del PP, Borja Sémper, anunció una nueva línea roja: que no entrara en el Gobierno el líder valenciano de Vox, Carlos Flores, condenado en firme por maltratar a su exmujer. “Cualquier persona condenada por violencia machista para nosotros es una línea roja”, aseguró Sémper. Fue un bonito trampantojo. Todos miramos el dedo, mientras la luna seguía allí.
4. Solo 24 horas después, el PP y Vox anunciaron su acuerdo para repartirse el poder en Valencia. Los ultras entrarán en el Gobierno –hay quien habla de la Vicepresidencia, Asuntos Sociales, Agricultura y Educación– y también tendrán la presidencia del parlamento valenciano. Ha sido “esa persona condenada por violencia machista”, Carlos Flores, quien ha anunciado la coalición. Pero –¡oh, gran triunfo del PP!– Flores no estará en el próximo gobierno de la Generalitat Valenciana. Se va al Congreso, de número 1 por Valencia en las listas de Vox.
Así que un éxito. La retirada de Carlos Flores sirve para que el PP pueda presumir de haber impuesto sus condiciones a Vox. Se cumple una “línea roja” que no existió hasta horas antes de pactar –cuando probablemente el acuerdo estaba cerrado ya. Una línea roja que sirve para camuflar la auténtica claudicación: que la ultraderecha entra en un nuevo gobierno autonómico, a pesar de las promesas del PP.
“Feijóo me ha felicitado”, asegura el propio Carlos Mazón. No descarten que Feijóo, cuando por fin nos lo explique, diga que la culpa es de Mazón.
Hoy la Generalitat Valenciana. Mañana, el Gobierno de España. Después llegará Meloni y alguien se preguntará cómo diantres ha podido pasar.
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