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No, no estamos ante el fin de la Gran Coalición en Europa (desafortunadamente)
El pleno del Parlamento Europeo decide este martes a su nuevo presidente tras la huida de Martin Schulz a Alemania. Atendiendo a la lógica turnista de la Gran Coalición, Antonio Tajani, el candidato conservador, debería ser quien ostente la Presidencia en los dos años y medio que quedan de legislatura. Al menos, esto es lo que acordaron el 24 de junio de 2014, un mes después de las elecciones europeas, los presidentes de los grupos parlamentarios del Partido Popular Europeo (PPE) y de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D), Manfred Weber y el propio Schulz.
Ambos firmaron un contrato que decía lo siguiente: “El Grupo PPE y el Grupo S&D acuerdan que durante el periodo legislativo 2014-2019 del Parlamento Europeo deberán apoyarse mutuamente en la elección del presidente del Parlamento Europeo. Acuerdan que el Grupo S&D elegirá al presidente del Parlamento Europeo en la primera mitad de la legislatura y el Grupo PPE en la segunda mitad”.
Dos días después, el presidente del grupo parlamentario de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE), Guy Verhofstadt, se sumó a la fiesta de la democracia y estampó su firma en otro documento que decía esto: “El acuerdo de entendimiento firmado por el Grupo PPE y el Grupo S&D el 24 de junio de 2014 se hace extensivo al Grupo ALDE. El Grupo PPE y el Grupo S&D se comprometen a apoyar a los candidatos de ALDE en el Parlamento Europeo”.
El contenido de estos contratos los conocimos el lunes de la semana pasada. Hasta el momento, no sólo habían sido secretos, sino que además los tres firmantes en cuestión siempre negaron su existencia. Sin embargo, la filtración a la prensa vino directamente del PPE, que se vio en la obligación de violar una cláusula de confidencialidad no escrita porque tanto los socialdemócratas como los liberales han decidido presentar a sus propios candidatos: Gianni Pittella, por los primeros, y Verhofstadt, por los segundos.
Los papeles podrían interpretarse como la prueba irrefutable de la existencia de la Gran Coalición, pero para nosotras es, simplemente, la demostración de cómo se reparten los trozos del pastel que para ellos es la UE –este reparto no es sólo en el Parlamento, es exactamente el mismo en la Comisión Europea y en el Consejo Europeo–.
En realidad, la verdadera prueba de la existencia de la Gran Coalición europea la sufren a diario millones de europeos y europeas y la encontramos en las políticas que aplican y en sus votaciones en el Parlamento Europeo.
En esto, en el voto en la Eurocámara, las tres familias coinciden en el 75% de las veces. Un ejemplo relevante es la votación del 8 de julio de 2015 sobre las negociaciones del TTIP. El Parlamento Europeo dio su visto bueno a que la Comisión Europea y Washington siguieran las rondas negociadoras con el voto favorable de casi todos los representantes de PPE, ALDE y una mayoría de socialdemócratas, entre los que se encontraban los eurodiputados del PSOE.
Unos meses más tarde, el 8 de octubre, el tripartito europeo votó conjuntamente impidiendo que la Eurocámara solicitara a la Comisión Europea la elaboración de una serie de medidas legislativas para reforzar y garantizar el derecho a la vivienda que incluían, entre otras cosas, la dación en pago a nivel europeo.
En julio de 2016 los tres grupos dieron su apoyo a la nueva Agencia de Guardias de Fronteras y Costas –que sustituye a Frontex–, una nueva agencia de deportación que ha sido cuestionada incluso por la Defensora del Pueblo europeo ya que no respeta la legislación internacional en materia de acogida y asilo, y que supone un paso más en la política de criminalización de las personas refugiadas y migrantes.
Y como con el TTIP, la Gran Coalición se unió también en noviembre del año pasado para blindar otro tratado de libre comercio, el CETA, entre la UE y Canadá, evitando con su voto que el texto fuera examinado por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea para comprobar su legalidad.
Así es, lo del contrato es un reparto de poder sin más, ya que cuando el acuerdo sobre las políticas les sale tan natural, a PPE, S&D y ALDE sólo les queda reflejar en el papel el reparto de puestos. De ahí nuestra sorpresa cuando la semana pasada el candidato socialdemócrata Pittella se dirigió a las diputadas y diputados del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea / Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL) para pedirnos el voto anunciando el fin de la gran coalición.
“Hemos decretado el fin de la Gran Coalición”, llegó a decirnos en un ataque de osadía. No cabe duda que el fin de la Gran Coalición sería sin duda una buena noticia para las clases populares de toda Europa, pero no, no hay nada que celebrar.
Que el S&D haya decidido presentar un candidato alternativo no es el fin de la Gran Coalición como dice Pittella. Estamos, en todo caso, ante una lucha de poder dentro de la Gran Coalición, una simple pelea de gallos por la Presidencia del Parlamento Europeo. Y de hecho, el único argumento que ponen encima de la mesa es que no quieren que la presidencia de Eurocámara, Comisión y Consejo esté en las manos de un mismo partido.
Bueno, eso y, según también Pittella, que están sufriendo una caída electoral y que su electorado les está pidiendo polarizar. Es decir, que además de repartirse los sillones están aparentando para no estrellarse como dicen todas las encuestas en las próximas elecciones en Francia y Alemania.
Claro, nosotras tratamos de darle un baño de realidad a Pittella y le explicamos que la Gran Coalición acabará el día que los socialdemócratas decidan hacer honor a su nombre y dejen de plegarse a las políticas neoliberales, que tumben el acuerdo de la Vergüenza con Turquía, que digan 'no' a la deportación forzosa de cientos de miles de personas migrantes y refugiadas, que se decanten por el cierre de los Centros de Internamiento para Extranjeros, que voten en contra del TTIP, el CETA y el TiSA que sentencien el Pacto de Estabilidad y el Semestre Europeo Y, sobre todo, cuando el PSOE deje de apoyar al Gobierno de Mariano Rajoy.
Por ello, desde el GUE/NGL vamos a apoyar hasta el final a nuestra candidata para la Presidencia de la Eurocámara, Eleonora Forenza, compañera de Rifondazione Comunista, feminista, antifascista y anticapitalista. Una de esas mujeres que tienen claro que luchar contra la extrema derecha, no plegarse a sus políticas xenófobas, es un objetivo prioritario para Europa, que para mejorar las condiciones de vida la clase trabajadora debemos acabar con las políticas económicas neoliberales que están abrasando nuestros derechos.
Eleonora, una candidata que sabe que las conquistas llegan de la organización y la movilización y por eso igual podría estar presidiendo el Parlamento Europeo, que organizando las manifestaciones contra el CETA que tendrán lugar el próximo fin de semana.
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