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Martin Schulz debe dimitir
El presidente del Parlamento Europeo es el más alto responsable de la única institución directamente electa de la Unión Europea y, como tal, es representante de la misma. Por ello, se le presupone que debe ser neutral y no actuar de modo partidista o interferir en instituciones ajenas, máxime cuando se trata de políticas internas de un Estado de la Unión o la utilización de la normativa de la Cámara en beneficio de sus propios intereses políticos. Pero el Presidente Martin Schulz ha decidido echarse a un lado y abandonar la neutralidad. Ha decidido ignorar los valores de pluralidad política y ha vuelto a demostrar la hipocresía de unas instituciones europeas que sólo aplican determinadas normas cuando son beneficiosas para los suyos.
El primer paso lo dio el pasado día 10 de junio, cuando retiró del orden del día del pleno de la Eurocámara el debate y posterior votación del informe para marcar la opinión del Parlamento sobre el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP). Decidió quitar la voz a las eurodiputadas y eurodiputados en el momento en que vio que la Gran Coalición de los partidos mayoritarios en la cámara podía peligrar. Al ver la posibilidad de que se construyeran mayorías alternativas, canceló de la manera más autoritaria el debate aduciendo una norma sobre el número de enmiendas que nunca antes había sido aplicada.
Un mes más tarde, el 8 de julio, Schulz ha conseguido llegar a un nuevo pacto entre su grupo, los liberales y el Partido Popular Europeo para blindar los mecanismos de arbitraje (ISDS), a pesar de que fueron rechazados por más de un 97% de los participantes en una consulta organizada por la propia Comisión Europea. Con este pacto sobre el ISDS ya no peligra la aprobación del informe sobre el TTIP. Y en este Pleno del mes de julio sí, ahora cuando está todo atado y no hay posibilidad de saltarse lo dictado por los poderes financieros, puede llevarse al Parlamento el informe, y así poder darle un barniz democrático a un tratado que está siendo negociado por una institución no electa en el más absoluto de los secretos. Como en Grecia, la democracia sólo les sirve cuando saben que van a ganar.
Y precisamente ha sido esta última semana, con la campaña del referéndum en Grecia, cuando Schulz ha dejado de una vez por todas de ser el presidente del Parlamento y se ha convertido en uno más de la banda de mafiosos que han estado extorsionando al pueblo griego e intentando amedrentarlo en la decisión que tomaron el pasado domingo. Se ha sumado a la campaña del miedo y las amenazas a los griegos y griegas con declaraciones cuyo único objetivo ha sido marcar el sentido del voto, interfiriendo de manera inaceptable en la política interior de un Estado Miembro. Cuando Schulz dijo que “Grecia deberá introducir una nueva moneda si este domingo triunfa el ‘no’” estaba mostrando que, en realidad, no representa a la única institución democrática de la Unión Europea, sino a los poderes fácticos. Afortunadamente, el pueblo griego no ha cedido ante el chantaje y ha dado una lección de democracia y de dignidad, también al presidente del Parlamento. Con sus acciones, el presidente Schulz se ha apartado de la neutralidad que le corresponde a su cargo y ha pasado por encima de todos los valores que las instituciones europeas dicen representar.
Cuando se echa la vista atrás hacia los tratados fundacionales o se ven los grandilocuentes discursos de los dirigentes europeos, se observa cómo ponen la democracia y la solidaridad en el centro de sus mensajes. Sin embargo, la ciudadanía es cada vez más consciente de que esta Europa de la que nos hablan no existe, y que lo que tenemos es una Europa del capital donde priman los intereses financieros y en la que pretenden atarnos de pies y manos para que nada cambie. Y esa Europa de la Gran Coalición que Schulz representa hace aguas por todas partes comenzando por Grecia, donde se han puesto en pie de guerra contra sus políticas.
Ahora mismo a Schulz sólo le queda una opción: la dimisión. Ha sido él el que ha decidido apartarse del papel de Presidente del Parlamento Europeo, ha sido él el que ha decidido dejar de lado la neutralidad y también alejarse de los valores de democracia y solidaridad, que se supone eran pilares de la Unión Europea, y por eso ahora sólo le queda dar el paso formal, solo le queda materializar esa decisión de dejar de representar a los ciudadanos y ciudadanas de Europa y por tanto presentar su dimisión.
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