Pablo Iglesias, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Complutense, recibe a eldiario.es en su casa del barrio de Vallecas (Madrid), donde prepara junto a la número seis de la lista de Podemos, Tania González, el acto electoral que tendrá lugar inmediatamente después de la entrevista. El candidato, de 35 años, parece fatigado y confiesa estar “cansado” por una campaña que, para ellos, arrancó junto con el partido en enero.
Podemos está de campaña prácticamente desde su nacimiento. ¿Cómo analiza las últimas semanas?
Desde el principio fue increíble: los 50.000 avales en 24 horas, los círculos, que son ya más de 300 y no solo en España, sino círculos de exiliados económicos en París, Bruselas, Quito y Buenos Aires. Yo no me imaginaba que íbamos a llenar actos con más de 1.000 personas. Estamos impresionados por la movilización que se está generando en torno a esta iniciativa. Pensamos que el día 25 va a haber sorpresas.
Precisamente arrancó la campaña en Berlín en una decisión fuera de lo habitual. ¿Cuál fue el motivo?
Ya habíamos ido a celebrar el Primero de Mayo a París con los refugiados económicos porque nos parecía clave tener un gesto con la gente que para trabajar se ha tenido que ir al extranjero. Y en Berlín están algunos de los responsables políticos que han llevado al sur de Europa al desastre. Queríamos decir allí que las políticas griegas nos llevan al escenario griego, que no estamos dispuestos a que nuestro país ofrezca mano de obra barata, que nos dejen sin cuadros, sin arquitectos o doctores.
La campaña ha recibido acusaciones de ser personalista, de centrarse demasiado en su persona. ¿Cómo se defiende de esta acusación?
Son críticas justas. Hemos renunciado a pedir créditos y no tenemos amigos poderosos que nos pongan billetes de 500 euros. No podemos pagar anuncios en la radio ni llenar las calles de vallas publicitarias. ¿Qué teníamos? Un tipo con coleta que salía en los medios.
¿Y cómo lo lleva?
En el plano personal, no es agradable ver mi cara en las papeletas ni un nivel de exposición mediática tan alto, pero si haces política, haces política. Y si mi cara puede ser un símbolo que abra cosas por abajo, no tenemos ninguna duda en utilizarlo.
Dice que le sorprende la repercusión de Podemos, que incluso la encuesta del CIS sitúa dentro del Parlamento Europeo. ¿No teme que el impulso del partido baje una vez que vaya a Estrasburgo?
Creo que no. Podemos es algo que va mucho más allá de mí. Si en estos 120 días hemos conseguido tanto no es por mí, sino por los círculos y la cantidad de simpatizantes que se han unido al proyecto. Probablemente dentro de un año estaremos hablando de otra cosa. En cualquier caso, el tiempo de los eurodiputados se divide al 50% entre Estrasburgo y la circunscripción, así que no pienso desaparecer de la política de este país. Para las próximas elecciones, que son las municipales y autonómicas, hace falta que surjan caras con las que la gente se sienta a gusto para trabajar políticamente.
La legislatura en Europa dura cinco años. ¿Cumplirá íntegro el mandato si sale elegido?
Depende. Si en unas circunstancias especiales en este país, la gente dice “queremos usarte aquí”, “queremos que vuelvas”, “eres más útil aquí”, me someteré a lo que diga la gente. Si me dicen soy más útil terminando la legislatura en Bruselas y Estrasburgo, lo haré allí.
Cuando se refiere a la gente, ¿se refiere a los círculos?
Nosotros siempre hemos abierto los procesos a que pueda votar cualquier ciudadano con un teléfono móvil. Si la pregunta es si estaría dispuesto, si los compañeros lo ven así, a participar en una convocatoria de ámbito estatal, la respuesta es sí.
Antes de la campaña, antes de que Podemos surgiera, ustedes intentaron confluir con otras listas. Una vez que se formó el partido, también ha habido intentos de acercamiento. ¿Por qué no han fructificado?
En realidad, el 90% de los encuentros estuvieron protagonizados por la parte política y más allá del plano electoral. Nosotros teníamos muy claro que apostábamos por un método: unas primarias abiertas, ciudadanas, a las que se pudiera presentar cualquiera y tenía que poder votar cualquiera. En cualquier caso, entendemos que remamos en la misma dirección. Por otra parte, yo entiendo que otros partidos digan: “Nosotros tenemos nuestras listas y nuestros órganos de dirección que eligen los militantes, y que son los que hacen la lista porque para eso somos un partido”.
Pero ustedes también son un partido.
Lo hemos tenido que hacer por imperativo legal. Nos parece que lo central en esta coyuntura histórica es dar el protagonismo político a la gente y, si no lo hubiéramos hecho así, sería imposible tener una lista como la que tenemos: Tania [número seis] es profesora de Secundaria, igual que la número dos, ambas activistas de la marea verde; Pablo Echenique [colaborador de eldiario.es] tiene una discapacidad del 88% y es investigador en el CSIC; Carlos Jiménez Villarejo [número tres], es exfiscal Anticorrupción; Lola Sánchez [número cuatro], una licenciada que se exilia y que vuelve para trabajar de camarera... ¿Qué es lo que puede permitir que gente así sean los primeros puestos en una candidatura? Que vote la gente.
¿Una vez que pasen las elecciones, retomarán esas negociaciones para lograr una convergencia que se reclama desde parte de la izquierda ciudadana?
Será una decisión que se tenga que tomar en los círculos y consultando a la gente. A mí me gustaría que así fuera. Me gustaría trabajar para que fuerzas políticas e iniciativas ciudadanas que estamos en parámetros similares pudiéramos hacer ese esfuerzo.
Las elecciones del 25M son las séptimas europeas en las que participa España. ¿Qué las diferencia de las anteriores convocatorias?
La situación de crisis del régimen que vivimos. La crisis económica produjo una crisis política que se ha convertido en una crisis de régimen que hizo visible el 15M, del que hoy se cumple el tercer aniversario. El sufrimiento de buena parte de la población se convirtió en un problema político que abrió una brecha con lo que algunos historiadores llamaron el consenso del 78, con su Casa Real, sus partidos, sus instituciones que aseguraban la estabilidad y la gobernabilidad. En las próximas elecciones ningún sondeo pone en cuestión que retroceden PP, PSOE, CiU y PNV, los partidos que se han repartido buena parte del poder de nuestro país. Hace falta un proceso constituyente. Si las políticas que se han aplicado en Grecia se aplican aquí llevan a un escenario griego y eso es inaceptable para alguien que tenga un mínimo sentido de lo que significa la soberanía.
Precisamente un rumor desmentido sobre la deuda griega disparó el otro día la prima de riesgo española. ¿Es cierta la recuperación o depende de que no haya un susto que vuelva a disparar los indicadores económicos?
El sistema financiero es demasiado importante como para que se deje a unos buitres aficionados a dar sustos. En nuestro programa proponemos la creación de una agencia de rating pública y defendemos que hay que ordenar el sistema financiero y democratizar la economía. Aquí los ciudadanos hemos comprado Bankia pero no se llevó a la cárcel al señor Blesa y el señor Rato sigue en consejos de administración. Bankia no facilita crédito a familias ni a pequeñas empresas o autónomos, y sin embargo saca una publicidad en la que dice que necesitas un plan de pensiones privado. Estamos hablando de un banco nacionalizado que se compraron todos los españoles.
¿Y cuál es la solución?
Lo que hay que hacer es que las entidades financieras pasen a manos públicas, y eso no es pasar a manos de burócratas. Que las entidades financieras funcionen siguiendo criterios de interés general no tiene nada que ver con que algunos cargos políticos pongan a sus amigos, sean del partido que sean o del sindicato que sean, a forrarse. El sistema financiero es fundamental para que funcione la economía pero no lo podemos poner en manos de señores que están para ganar dinero, no para ocuparse de los problemas de la gente.
Mencionaba la importancia de estas elecciones y, sin embargo, la movilización ciudadana está en mínimos históricos y todo indica que serán las de menor participación.
No estoy de acuerdo en que las movilizaciones estén en un momento de reflujo. La prueba fue la manifestación del 22M en la que hubo más de un millón de personas en Madrid sin que los medios de comunicación cercanos ideológicamente al PSOE, sin que el PSOE y sin que los sindicatos tuvieran un rol en la protesta. Lo que puede ocurrir es que hay una cierta desafección. La gente es consciente de que el Parlamento Euopeo no toma las principales decisiones que afectan a Europa. Al mismo tiempo, tanto el PP como el PSOE han tratado de evitar la campaña, porque la gente que va a participar en estas elecciones lo que va a hacer es darle un revés histórico al bipartidismo.
La mayoría de las encuestas asegura que Podemos entrará en Estrasburgo. ¿Consideraría un éxito que se cumpla este pronóstico?
No nos conformamos con uno, con dos ni con tres. Cuanto más dure la campaña más cerca vamos a estar de los grandes. Ellos están en retirada y nosotros nos vemos a la ofensiva y les vamos a perseguir en la retirada. La final de la Champions o de la Liga no lo determinará una encuesta. Sabemos que tenemos que pelear con una mano atada a la espalda, con mucho menos dinero y con muchas menos complicidades en los grandes medios pero tenemos la ilusión de la gente y vamos a apretar el acelerador hasta el final.
Por primera vez el Parlamento Europeo va a ratificar al presidente de la Comisión. ¿Cuál es el candidato que apoyará Podemos?
Votaremos sin ninguna duda a Alexis Tsipras [del partido griego Syriza].