Más de 80 días de huelga para conseguir “un convenio justo” en Galletas Artiach
Hace más de 80 días que gran parte de la plantilla de Artiach, fábrica de galletas ubicada en Orozko, Bizkaia, no acude durante cuatro horas por jornada a su puesto de trabajo. En su lugar, organizados en turnos de mañana, tarde y noche -según el relevo que les toque- se plantan frente a la fábrica para reivindicar lo que ellos consideran que es justo: un convenio que renueve el que tienen desde 2019 sin recortes en salario y respetando los pluses de antigüedad y nocturnidad. Lo hacen porque consideran que el último planteamiento que propone la empresa para lo que se conoce como “plataforma de convenio” hasta 2024, vulnera sus derechos como trabajadores.
Los trabajadores que componen la fábrica de Galletas Artiach se dividen en cuatro tipos: administrativos, trabajadores de producción, de calidad y los de mantenimiento. La propuesta de la empresa exige incluir cuatro rangos diferentes de salarios “según responsabilidad, formación, experiencia o riesgos”. Con estas tablas, los trabajadores de producción, administración y calidad en el nivel uno recibirían un salario anual de 23.737 euros, frente a los 17.687 que recibirían los que estuvieran en el nivel cuatro, mientras que los trabajadores de mantenimiento, pasarían de los 29.345 euros anuales en el nivel uno a los 21.866 en el nivel cuatro. El convenio propuesto por la empresa también contempla un aumento de la jornada, una reducción del salario del fin de semana, del plus de nocturnidad y del de antigüedad.
El comité de empresa está compuesto por LAB, ELA y ESK, quienes secundan la huelga. Por el otro lado, se encuentra UGT y un sindicato independiente, cuyos trabajadores están en contra de las protestas y continúan entrando a trabajar cada día. A las 14.00 comienza el relevo de la tarde. Sobre las 13.15, día tras día, una marabunta de personas con música, carteles y pancartas se colocan en la rotonda de la entrada a la fábrica para protestar contra los coches que van entrando. Cada vez que un coche entra, suenan gritos y pitidos. Desde dentro, algunos trabajadores en contra de la huelga responden a las provocaciones mediante burlas, lo que aviva aún más la protesta.
“El convenio terminó en el 2019, comenzamos las reuniones, la parte social tenía su plataforma de convenio y nuestra sorpresa fue que la empresa trajo la suya y dijo que esa era la que había que negociarse. Hemos estado tratando de negociar durante mucho tiempo, pero sin conseguir nada, por eso empezamos con los paros. La plataforma que trajo la empresa solo incluye recortes y eso nos asombra más teniendo en cuenta que la situación económica de la empresa es buena, puesto que en los últimos 3 años ha tenido 20 millones de euros de beneficios. Dicen que otras plantas de la compañía son más baratas que la nuestra y que por eso deben recortar, pero lo cierto es que nuestra fábrica es la más productiva de todas”, explica a este periódico Andrés Larrinaga, que lleva más de 20 años trabajando en la empresa.
Al igual que Larrinaga, Lorena Pérez, Joseba Abuin, Josune Pérez y Alexander Muñoz -este último forma parte del comité de empresa- muestran su descontento por las decisiones tomadas por la empresa. “Si me dijeses que tienen pérdidas, entendería que tuviéramos que arrimar el hombro, pero no es el caso. No nos dicen otra cosa que ellos van a seguir con su convenio y que acabemos con los paros. Como ellos no dan su brazo a torcer nosotros tampoco. Nosotros estamos dispuestos a sentarnos a hablar con ellos mañana mismo si nos llaman, pero necesitamos tener la seguridad de que no va a haber recortes”, asegura Josune López, también una de las trabajadoras que más años lleva en la fábrica.
No es agradable estar aquí, no es una decisión que hemos tomado a la ligera. Llevamos muchos días, pero tenemos claro que nuestra pelea es justa y que no podemos hacer otra cosa que lo que estamos haciendo
“Llevan años con recortes. Yo llevo cinco años trabajando y mi sueldo, comparado con el de una trabajadora prejubilada, es más o menos un 40% menor. Antes las trabajadoras tenían un servicio de transporte que les llevaba hasta la fábrica gratis y también tenían un plus de comedor. Así que el ahorro ya lo han hecho, por eso no creemos que sea justo realizar estos cambios. La empresa no está mal para llevar a cabo este tipo de medidas y nosotros no tenemos un sueldo tan alto como para que nos lo recorten aún más”, apunta Alexander Muñoz.
Nueve dueños diferentes para una misma fábrica
Los trabajadores achacan los problemas de gestión al hecho de que Artiach haya pasado por un gran número de dueños en la última década. La empresa fue creada en 1907 por la familia Artiach, que dio nombre a la marca. Por aquel entonces, desarrollaban su actividad en una lonja del centro de Bilbao ubicada en la calle García Salazar, entre Abando y Zabalburu. Tras un incendio, en 1920 la fábrica se trasladó a una más moderna y con nuevos equipamientos en la isla de Zorrotzaurre. Con las nuevas instalaciones la plantilla se fue agrandando hasta ser 600 trabajadores -la mayoría mujeres- en los años 50 y 800 en los 70.
Las inundaciones de 1983 provocaron grandes daños en la fábrica a raíz de los cuales la familia Artiach decidió venderla a la empresa Nabisco. Después de eso fue trasladada a su actual sede, en Orozko a 25 kilómetros de donde estaba. Desde entonces, el negocio pasó a tener poco más de 200 trabajadores y fue pasando de una multinacional a otra: Tabacalera, Royal Brands, United Biscuits, Kraft Foods en 2006, Grupo Panrico en 2008, Grupo Nutrexpa en 2012 y Adam Foods, empresa propietaria de Galletas Artiach desde 2015. Adam Foods es una empresa con sede en Barcelona especializada en galletas y alimentación bajo el control de la familia Ventura, que además de ésta, gestiona marcas como Cuétara, los bollitos Phoskitos, el paté La Piara, la mezcla para sandwiches Bocadelia, la miel Granja San Francisco, la concesión de caramelos Pez y los caldos envasados Aneto, con seis fábricas en España y una en Portugal.
“Nos amenazan con llevar la producción de aquí a otra de sus fábricas si no accedemos a lo que piden. En los últimos 10 años hemos tenido más problemas que en las décadas anteriores. En las reuniones que tuvimos antes de plantear la huelga vimos ese convenio y supuestamente era una negociación, pero en ningún momento lo fue. En las reuniones hemos llegado a escuchar hasta tres veces que o aceptamos eso o nos ponen un reloj de cuenta atrás. Eso son provocaciones. Al ver eso decidimos hacer concentraciones, pero no conseguimos nada con ellas y empezamos con los paros. Llevamos tres meses de huelga y desde el comité lo estamos intentando. La semana pasada tuvimos una reunión y lo cierto es que nos supo a poco después de todo lo que estamos pasando”, explica Muñoz.
Juegan con el hecho de que pueden llevarse no solo la fábrica, sino la marca a otro sitio, pero no vamos a vivir con ese miedo y vamos a defender nuestros derechos
“No hemos parado en ningún momento de producir durante toda la pandemia y, de hecho, el consumo de las galletas ha aumentado muchísimo estos dos últimos años”, asegura López. Según informa El Economista, en 2019, Artiach tuvo unos activos registrados por un valor de 96.678.064 euros y unas ventas de 105.847.401 euros, lo que la colocó como la séptima empresa de España en el ranking de empresas de fabricación de galletas y productos de panadería y pastelería de larga duración y en el puesto 75 de empresas que más ventas han obtenido en Bizkaia. Actualmente cerca de 200 personas trabajan en la fábrica.
“Como ellos tienen otras fábricas, la excusa que nos ponen es que en las otras los salarios son más bajos y que a costa de reducirnos el nuestro van a poder realizar algunas inversiones en esta fábrica. Juegan con el hecho de que pueden llevarse no solo la fábrica, sino la marca a otro sitio, pero hemos llegado a la conclusión de que no vamos a vivir con ese miedo y vamos a defender nuestros derechos”, confía la trabajadora, que lleva 24 años en Artiach y recuerda cómo trabajaban con la antigua maquinaria en la que “cada una ocupaba un único puesto”. “Ahora vamos rotando continuamente. Yo trabajo en producción, pero no tengo un puesto fijo como antes”, apunta.
Otra de las cuestiones del nuevo convenio que critican los trabajadores, es que con él se aprobaría una jornada laboral de lunes a domingo con una reducción del salario de fin de semana. “Nos va a costar lo mismo trabajar de lunes a viernes que de miércoles a domingo. En mi caso, por ejemplo, vivo solo con mis dos hijos adolescentes y mi sueldo es el único que entra en casa. Ese es mi caso, pero cada uno tiene el suyo particular. No es agradable estar aquí, no es una decisión que hemos tomado a la ligera. Llevamos muchos días y todo el mundo le da vueltas a la cabeza, pero tenemos claro que nuestra pelea es justa y que no podemos hacer otra cosa que lo que estamos haciendo”, indica Larrinaga.
750 contratos laborales en 16 años
No es la primera vez que Artiach es polémica. En 2019 lo fue cuando siete trabajadoras denunciaron que fueron despedidas tras años de contratos precarios. El caso de Ainhoa Marigorta fue uno de los más impactantes, ya que en 16 años trabajando como operaria en la empresa, sumó un total de 750 contratos temporales, entre ellos, contratos de un día y hasta tres o seis días al mes. A raíz de esa situación, según explicó por aquel entonces la propia Marigorta a ese periódico, llevaba más de 13 años sin poder irse de vacaciones en verano con su familia. “He vivido 16 años pegada al teléfono y nunca podías decir que no”, lamentaba. Finalmente, la justicia dio la razón a algunas de las trabajadoras y declaró nulos sus despidos por vulnerar los derechos fundamentales.
Este periódico ha tratado en reiteradas ocasiones de ponerse en contacto con Artiach y con Adam Foods por teléfono y por correo electrónico para conocer su versión de los hechos con respecto a la huelga y a la renovación del convenio. Sin embargo, al cierre de esta edición no ha recibido respuesta de ninguna de las dos empresas.
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