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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

En el centro-oeste de la península ibérica, la comunidad de Extremadura, con sus dos extensas provincias Cáceres y Badajoz y su capital autonómica, Mérida, nos descubre algunos rincones geográficos y turísticos que podremos disfrutar viajando en bicicleta.

El corte de cintas de nuestro viaje lo darán dos villas que compendian la belleza arquitectónica de la histórica Emerita Augusta. Hablamos de Mérida —con su famoso puente romano, su réplica de la Loba Capitolina romana y el espectacular Templo de Diana— y Alange, cuyas termas de origen romano han llegado a nuestros días convertidas en un imponente Balneario que forma parte del conjunto arqueológico de la metrópolis emeritense.

Ambas rutas, la de Mérida y la de Alange, nos aportan un cóctel de ingredientes difícil de obviar, pues ofrecen un tráfico motorizado casi testimonial, desniveles aptos para todos los gustos cicloturistas y paisajes variados que invitarán a quienes lean estas líneas a disfrutar del entorno y conocer a pedales uno de los rincones patrios menos publicitados.

Vamos, pues, con la primera de ellas:

Mérida, un lugar idílico para el deleite cicloturista

El toque de queda a nuestra primera ruta comienza en uno de los emblemas turísticos y arquitectónicos de Extremadura, el famoso puente de piedra romano de la ciudad de Mérida, la Antigua Emerita Augusta, sobre el río Guadiana. Nada más recorrer como Césares del pedal, sus empedrados 792 metros, que nos rememoran nuestro pedaleo por la antigua Via Appia Antigua de Roma, accedemos a la avenida José Fernández López y Ronda de los Eméritos, ganando altitud camino de la avenida del lago, donde comienza la conocida Cuesta de la Cruz.

Son 3,32 kilómetros perfectamente factibles con plato de 53 dientes y 80 metros de desnivel (pico tope del 6%), con carril bici adicional, que nos sitúa en el alto. Descenso corto y tras superar un pequeño repecho, llegamos a orillas del embalse romano de Proserpina (km 9), del siglo I. a.c, conocido popularmente como La Charca. Obligado hacer el primer alto, a tomar algo en alguno de sus chiringuitos (Yuyu) o disfrutar de la estampa de un lago que invita a todos a darse un chapuzón en sus aguas. Toca rodar por una vía algo maltrecha (para nuestro regocijo) durante tan solo 5 kilómetros y en un abrir y cerrar de ojos incorporarnos a la N-630, la histórica Vía de la Plata, ruta en ligero ascenso hasta un cruce que nos conduce a Mirandilla (km 21).

Casi sin darnos cuenta subimos mil metros al 2-3% y nos dejamos caer durante casi 6 kilómetros hasta entrar en la rotonda de las Tres Fuentes de Mérida. Aquí comenzamos un divertido carrusel de subidas y bajadas (menos) por la antigua N-V hasta Trujillanos (km 41), donde buscamos las indicaciones que se dirigen por una carretera de poco trafico camino del Parque Natural de Cornalvo, un espacio natural protegido situado entre el río Guadiana y el límite provincial de Cáceres. El río Aljucén, junto con los arroyos del Muelas y de la Fresneda, son los principales cursos fluviales, presentando una vegetación de ribera con un buen grado de conservación.

En ligero desnivel y un escollo final del 8% (apenas 150 metros), llegamos a la presa de Cornalvo (km 48), de origen romano y ubicada en un entorno paisajístico de gran belleza merced a su gran cantidad de árboles y a la inevitable contemplación de los relieves de Sierra Bermeja y la Sierra del Moro, con su Pico Terrero (546 m), un lugar obligado para los amantes de las bicis todoterreno. Proseguimos el viaje por el corazón del Parque, superando una pequeña cota y techo de nuestra ruta (359 m) para cubrir los 4 kilómetros finales donde termina el asfalto, junto a la entrada del Centro de Interpretación de Las Aves (km 55).

Reemprendemos el viaje de retorno a la capital romana por el mismo recorrido por el parque, aunque a la inversa, superando el repecho envenenado de las Aves (500 metros con pico inicial del 8%), para ir perdiendo desnivel paulatinamente, bordear Trujillanos (km 74), tomar algo fresco y afrontar los últimos kilómetros con perfil benévolo por la antigua N-V que nos dejará en el arco de meta junto al famoso Museo Romano, donde podremos saciar nuestros estómagos en las múltiples opciones presentes y deleitarnos las pupilas con las joyas arquitectónicas del Museo.

Desde las aguas de Alange a la Serrana Montánchez

Nuestra segunda ruta propuesta partirá de la bella localidad termal de Alange, a 18 kilómetros de la capital extremeña, Mérida, y conocida por su famoso balneario de aguas termales. Un lugar que recomendamos desde las líneas que nos ocupan como terapia ideal para quienes tengan afecciones del sistema nervioso, artrosis o hipertensiones leves. Avisamos de que el corte de cinta de la ruta, si lo que queremos es aprovechar la excursión para visitar la iglesia de Nuestra Señora de los Milagros, es de armas y piernas tomar. Cualquiera de sus tres opciones de acceso a la Plaza de España, bien por la calle Belén cruce con Almendros o la por la calle Baños, de adoquín y picos del 15-16% desde el balneario, nos pondrán cerca de la pandemia cardiovascular.

Olvidamos tamaño castigo contemplando la Iglesia del gótico del S. XVI con reminiscencias mudéjares, y salimos en descenso por la EXT-105 camino de La Zarza (km 5), villa famosa por su peletería y las pinturas rupestres de la Sierra de la Calderita, donde nos volvemos a calentar las piernas haciendo la subida de 2,1 kilómetros de la circunvalación, sufriendo desniveles de hasta el 12% para poder coronar. Nuestro peregrinaje prosigue en ligero descenso con algún repecho intercalado de subir “a plato” hasta alcanzar Villagonzalo (km 13.4).

La ruta discurre en zona de canales y regadíos como el del canal del Zújar y los amantes de las multiplicaciones de tractor podrán aprovechar la ocasión para disfrutar de la marcha y relajarse un poco ya que la dureza del recorrido irá en un perceptible in crescendo. Toca subir durante poco más de 3 kilómetros para llegar a Valverde de Mérida (km 20) y recorrer los 9 kilómetros por la EX-307 que nos harán aterrizar en Mérida, buscando allí en ascenso la N-630.

Durante los siguientes 15 kilómetros encadenaremos varios toboganes, siempre creciendo en altitud hasta pasar bordeando Aljucen, donde tras un fugaz descenso de dos mil metros comenzamos el ascenso de la finca de Mirazorra (allá donde se libran miles de guerras cicloturistas), una eterna recta en pendiente creciente (ojo como don Eolo sople del Norte) que nos dejará en el Cruce de las Herrerías (km 60.9).

Soltamos piernas en la Ext-382 hasta cruzar Alcuéscar. Allí se nos brinda una opción “envenenada”. Quien quiera sufrir y al tiempo disfrutar de su pasión escaladora puede trepar por un kilómetro casi al 11.9 % de media hasta la ermita visigoda del Calvario y de Nuestra Señora de Fátima, de planta circular. Por el contrario, si declinamos esforzarnos en tamaña subida, podemos seguir hasta llegar al cruce que se dirige a nuestra derecha, a Arroyomolinos, punto de inicio del asalto a Montánchez y su fortaleza medieval.

Por delante nos esperan seis kilómetros de subida, inicialmente al 4-5%, hasta alcanzar unas canteras donde la violencia de la ruta gana exponente (7-8%) y afrontar tras la rotonda del Parador de Padrino, un kilómetro al 8-9% que nos coloca en el cartel de la famosa villa jamonera Montánchez (km 76). Siguen mil metros de relax al 2-3 % y ya nos meteremos de lleno en las fauces del lobo, el ascenso al castillo. Elegimos la calle de idéntico nombre, de suelo empedrado, y sin darnos tregua cardiovascular nos enfrentamos a 700 eternos metros de subida al 12-13%.

Avistamos, a nuestra izquierda, el castillo en toda su plenitud, viviendo el martirio físico de los últimos 30 metros empedrados, allá donde el GPS nos señala un 22%.  Disfrutamos de las vistas desde lo alto del castillo de Montánchez, de origen romano y almohade, a 733 metros sobre el nivel del mar, destacando su torre del homenaje. Y ahora sí, descendemos para buscar el maillot de su afamado oro rojo en Casa Bautista y disfrutar de su jamón ibérico con denominación de origen para cerrar nuestro viaje. 

Algunos consejos

  • Evita las horas centrales del día, sobre todo en época estival.
  • Lleva el desarrollo adecuado para los fuertes desniveles del castillo de Montánchez.
  • La mejor estación es la primavera.
  • Visita el balneario de Alange y degusta el jamón de Casa Bautista.