Anjel Lekuona, la vida entre dos guerras: exiliado en la Guerra Civil y fusilado en un campo de concentración nazi

František Suchý fue el administrador del crematorio civil de Strašnice, en Praga. Cada vez que los nazis le llevaban cuerpos de prisioneros del campo de concentración de Hradisko y le ordenaban que los incinerase, se atrevía a apuntar en un listado los nombres y apellidos de las víctimas a las que en lugar de incinerar todas juntas -como los miembros de las SS esperaban que hiciera- lo hacía por separado y depositaba sus cenizas en urnas individuales que escondía después por el cementerio. Cada urna contaba con un número que también incluía en el listado en el que iba escribiendo todos los días los nombres y apellidos de las personas que incineraba. También le pidió a su hijo que hiciera lo mismo, para así, tener una copia del listado por si le descubrían y acababan con su vida. Una de aquellas víctimas de los crímenes nazis de las que gracias a la hazaña de Suchý se conoce hoy su paradero fue Anjel Lekuona, natural de Busturia (Bizkaia). La II Guerra Mundial no fue la única que Lekuona vivió, ya que antes tuvo que huir de Euskadi tras el bombardeo de Gernika durante la Guerra Civil. Este lunes su Busturia natal y la localidad checa de Hradisko se han hermanado en su honor y el de todas las víctimas del nacismo.

“Los lazos que nos unían en el pasado crean una base para colaborar en el futuro. Anjel Lekuona fue un héroe, pero también hubo otro héroe, František Suchý, el administrador del crematorio de Praga que bajo la presión nazi mostró su calidad humana y apuntó todos los muertos que llevaron y así logró conservar la memoria. Los dos eran héroes en sus áreas. Los dos lucharon contra las agresiones y mostraron valentía y solidaridad y, sobre todo, mucha humanidad. Eso es lo que nos une a los checos y a los vascos”, ha recalcado durante el acto el embajador checo, Libor Secka.

Las cenizas de Anjel Lekuona, quien fue deportado desde Francia, dónde se exilió tras luchar como gudari en la Guerra Civil, reposan hoy en día en el memorial dedicado a las víctimas de aquella masacre en el cementerio de Praga. Junto a las suyas, también están las de otros cinco prisioneros españoles del campo de concentración del Tercer Reich: Enric Moner, Pedro Raga, Antonio Medina, Rafael Moya y Vicente Vila Cuenca. Llevan ahí desde el año 1945, pero no fue hasta hace poco cuando sus familias lo han sabido con certeza. 

La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Nerea Melgosa, ha querido recordar y homenajear, a la vez que a Lekuona a “todas las víctimas del nazismo”. “Porque Anjel simboliza a tantas otras personas que vieron truncadas sus vidas, primero por la Guerra Civil y luego por la II Guerra Mundial. Personas que padecieron todo tipo de violaciones de los derechos más básicos del ser humano y murieron por defender la libertad y la democracia”, ha subrayado tras recordar que 253 vascos fueron deportados a campos nazis, de los cuales la mitad perdieron la vida.

A modo de homenaje han creado un tótem con fotografías y la historia de Lekuona, quien también fue homenajeado en 2022 con la primera placa Stolpersteine de Euskadi que incluye el mensaje '“Aquí vivió Anjel Lekuona Beitia, nacido en 1913, detenido en Francia el 10 de julio de 1943; deportado en 1944 a Buchenwald, Flosserbürg. Asesinado el 9 de abril de 1945 en Hradisko”.

En ambos homenajes, el de 2022 y el celebrado este lunes en Busturia ha estado presente el sobrino de Anjel Lekuona, Anton Gandarias, quien acompañado de Unai Eguia y Antonio Medina, también familiares de víctimas del nazismo, buscó durante años el paradero de su tío. Tras una larga travesía y con la ayuda del Gobierno de la República Checa, fue en el cementerio de Strašnice, donde efectivamente, encontraron las cenizas de Anjel Lekuona, con el número de urna 62559. “Lo primero que pensé fue en traerme las cenizas de mi tío a Busturia, pero luego visitamos aquello y vimos el memorial que tenían junto a miles de víctimas del holocausto y decidimos que lo mejor era que estuvieran allí”, señala.

Gandarias no pudo llevar de vuelta a su tío a su Busturia natal, pero sí que se llevó “un poco de tierra” del cementerio de Praga donde reposan sus cenizas. “Es mi manera de cerrar ese circulo. He llevado tierra de Busturia a donde él está y traigo tierra de allí a Busturia, con lo cual me gusta pensar que ocurre una especie de cataclismo, un cierre de la historia de su vida”, confiesa.

El objetivo del pacto de hermanamiento firmado entre el Ayuntamiento de Busturia y la ciudad checa de Hradistko es “recuperar el pasado y fortalecer los vínculos de amistad y confraternidad” que existen entre ambos municipios. De este modo, ambos municipios consideran que el hermanamiento es un medio para “lograr y mantener la paz y la armonía entre los pueblos y la vinculación de intereses comunes entre ciudades de distintos países”. “El mundo entero quiere la paz, hoy más que nunca necesaria. Para eso es fundamental la armonía entre los países. El perdón, el reconocimiento, la reflexión y el conocimiento son clave para preservar la paz. En nuestro municipio estamos trabajando con espíritu participativo e integrador para construir una cultura de paz”, ha concluido el alcalde de Busturia, Aitor Aretxaga.

elDiario.es/Euskadi

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