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Asha y Hayat, madre e hija contra la mutilación genital femenina: “No afecta a negras o musulmanas, es violencia global”

La historia de Asha Ismail es la de muchas mujeres supervivientes de la mutilación genital femenina y ella se asegura de que no sea un relato individualizado, aunque se atreva a hablar alto y claro de lo que le hicieron. Asha Ismail sufrió una de las formas más extremas de violencia con tan solo cinco años: la mutilación genital femenina. Proveniente de una etnia somalí de Kenia, durante su infancia y adolescencia Ismail creía que todas las mujeres habían pasado por lo mismo que ella, no fue consciente de que no era así hasta que se marchó a estudiar fuera con otras mujeres. Con 20 años, la obligaron a casarse con un hombre mucho mayor que ella y tras violarla en la noche de bodas, se quedó embarazada. Cuando se enteró de que su bebé iba a ser niña, lloró desconsoladamente. Luego se dio cuenta de que no quería que su hija pasara por lo mismo que ella. Ni su hija, ni el resto de las mujeres. Y así comenzó su lucha. Primero habló con una hermana, después con una amiga y, poco a poco fue concienciando a cientos de mujeres sobre la mutilación genital femenina, algo que por norma general se lleva en silencio.

Para Asha romper con el patrón normalizado en su familia y no practicarle a su hija la mutilación genital, fue una decisión difícil porque supuso aprender a enfrentarse. “Para mí fue un momento de aprendizaje, fue la mejor universidad del mundo. Aprendí sobre la religión, las tradiciones, sobre mi comunidad, hablé con mujeres y ahí nació mi activismo. La primera barrera fue el miedo, sobre todo a que los hombres de mi familia se enteraran. Mi padre murió sin saber si mi hija había pasado por la mutilación genital femenina o no, porque nunca supo mi intención. Solo hablé con las mujeres. Mi madre, hermanas, primas. Y supe moverme en esas aguas. Después, cuando lo hice público, los insultos llegaron de fuera, también desde las redes sociales y por parte en este caso de españoles que me decían que me fuera a mi país a practicarlo, como si yo estuviera a favor”, sostiene Asha en una entrevista que se desarrolla en una cafetería del centro de Bilbao.

Asha Ismail y su hija Hayat Traspas residen en Madrid y se han trasladado a Bilbao con motivo de la presentación de 'Rompedoras', un cuento para visibilizar la mutilación genital femenina a través de su historia impulsado por la Asociación Más Mujeres. En Euskadi, a lo largo de esta semana, realizarán presentaciones en librerías, darán charlas a adolescentes en institutos y protagonizarán una mesa redonda bajo el titulo de 'Entender para actuar' este martes en Bilbao, en la sala Bilborock a partir de las 10.30.

Su objetivo, más allá de presentar el cuento, es concienciar a la sociedad vasca de que la mutilación genital femenina es solo la punta del iceberg de una violencia estructural y sistemática contra las mujeres y que, a pesar de que el imaginario colectivo lo centre en ello, no ocurre solo a las mujeres “negras o musulmanas”. “Debemos romper el silencio y las narrativas que existen. Se trata de una violencia global y así debemos verlo. No ocurre solo a las mujeres negras o musulmanas, hay datos de que ocurre en 92 países y solo 28 de ellos son africanos. Hay miles de casos en Colombia, Indonesia, India, Oriente Medio y hasta en Estados Unidos. Incluso a lo largo de la historia se han encontrado casos de mujeres en Inglaterra a las que les mutilaban para combatir la histeria o para curar el lesbianismo. También ocurre en comunidades sin religiones y en entornos en los que las personas tienen una educación formal y superior, pese a que se tienda a pensar lo contrario”, reconoce Hayat, mientras su madre asiente al escucharla hablar.

Se trata de una violencia global y así debemos verlo. Ocurre en 92 países y solo 28 de ellos son africanos. Hay miles de casos en Colombia, Indonesia, India, Oriente Medio y hasta en Estados Unidos

Ambas han creado y trabajan en la ONG Save a Girl Save a Generation con la que tratan de prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas, en concreto, la mutilación genital femenina y el matrimonio forzado. “Lo que me hicieron a mí, que luego más tarde entendí, es lo que se llama la infibulación. Consiste en cortar los labios mayores, los labios menores, la parte visible del clítoris y luego coser todo. Coserlo de tal manera que se quede completamente cerrado dejando un agujero muy pequeño para hacer las necesidades. El dolor es tan difícil de describir. Yo no sabía que lo que me habían hecho era un daño permanente, que mis problemas se iban sumando. Según vas creciendo vienen más complicaciones, viene la regla, infecciones y, finalmente llega el momento en el que te casan. Eso es una violación porque te abren y te penetran al mismo tiempo”, relata Asha en uno de los vídeos que difunde en la ONG.

No obstante, la entrevista con este periódico se desarrolla en un tono distinto que no ahonda en lo que le hicieron, sino en cómo evitar que siga ocurriendo. “Hay quien me llama valiente o a quien le doy pena y no quiero ni lo uno ni lo otro. Cuando pasas por algo así tienes dos maneras de afrontar la situación: o te creces o te hundes. La rabia y el enfado me hicieron actuar, porque si algo tenía claro era que no quería que eso pasase más. Es algo injusto contra los derechos humanos de las mujeres, en Kenia, en Bilbao, en Nueva York y en cualquier parte del mundo porque aunque lo veamos lejano, es algo real que no debemos minimizar ni victimizar a quienes nos hablan de ello porque lo han vivido”, sostiene Asha.

Para prevenir la mutilación genital femenina es importante acercarse a la familia desde la comprensión y sin juzgar

Para madre e hija hay esperanza. “La esperanza soy yo”, reconoce Hayat, “son mis hijas”, recalca, “pero esa esperanza no es posible sin las alianzas que vamos forjando, sin el apoyo y sin una lucha conjunta”, explica. Por ello han llevado a cabo iniciativas como ‘Kuelekea Mabadiliko- Avanzando Hacia el Cambio, que se basa en charlas y formaciones en Kenia o la creación de un manual para poder tratar el tema con las familias y así prevenir y evitar esta práctica violenta. “Es importante acercarse a la familia desde la comprensión y sin juzgar. El manual que entregamos es una garantía, un aval para proteger a las menores que pasan las vacaciones en los países en los que se practica la mutilación genital femenina para evitar que se lo hagan. En él se explica que en España es delito y que la madre podría ir a la cárcel si se enteran de que se ha mutilado a la niña y las comunidades no quieren que la detengan bien por amor o porque son el sustento que después les manda dinero”, explica.

La escritora catalana Anna Maria Porté ha sido la encargada, junto a la ilustradora Sara Fratini de llevar al cuento la historia de Asha Ismail. “Escribir 'Rompedoras' para mí ha sido un regalo. Hemos trabajado horas y horas para poder crear este pequeño paso para acercar a la gente la mutilación genital femenina y lograr concienciar, enseñar y apoyar esta causa. Se trata de un cuento que no es fácil, pero que pueden leer los niños y niñas a partir de los 13 años y, con compañía de sus padres y madres los que tengan menos edad también. Es importante entender más allá de los mitos, que la mutilación genital femenina es solo un síntoma del machismo de una sociedad que ataca a las mujeres de distinta forma. Las mutila, las viola o las mata como vemos cada tres días en España”, detalla Anna María Porté, también presente en la entrevista y en la gira que madre e hija realizan por Euskadi. A estas palabras Hayat solo tiene una frase que añadir para resumir la razón por la que han decidido acercar su historia a los menores de edad: “El machismo es una enfermedad que se cura desde el pañal”.

'Rompedoras' es el tercer cuento de la colección Valientas de la Asociación Más Mujeres después de 'Protectoras', la historia de mujeres indígenas perseguidas por luchar contra grandes empresas para salvar el medio ambiente y 'Poderosas', la historia de las guatemaltecas víctimas de violencia a las que el teatro convirtió en supervivientes. 'Rompedoras' no es un libro que busca tratar el drama de la mutilación genital, sino que se enfoca en lo positivo. “Queremos que los lectores se queden con el hecho de que las mujeres que tejen redes entre ellas pueden cambiar su realidad y la de muchas más. Asha consigue romper el silencio y gracias a ello, su hija no ha vivido la misma suerte que ella. Es un cambio que viene con una nueva generación, más concienciada gracias al trabajo de mujeres de generaciones anteriores”, asegura Cristina Alba, miembro de Más Mujeres. El libro finaliza con la propia Asha invitando a los lectores a caminar con ella. “Mi historia está escrita en mis pies. ¿Caminas conmigo?”.

elDiario.es/Euskadi

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