Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
El Banco de España es el Banco de Algunos de España
El 26 de mayo de 2006 todavía no había caído Lehman Brothers, pero ese día los inspectores del Banco de España avisaron al ministro de Economía Pedro Solbes de que se acercaba una tormenta y podía llevarse por delante a miles de hogares en España. Ese día los inspectores mandaron una carta al ministro: “El número de familias que tendrá que afrontar serias dificultades para hacer frente a sus compromisos financieros crecerá de manera alarmante”. Los inspectores hablaban de un “crecimiento desordenado y desmedido” del crédito de los bancos españoles, de riesgos evidentes para la economía y, en especial, de la pasividad de sus jefes en el Banco de España que no ponían los medios para meter en vereda a un sector financiero que empezaba a jugar a la ruleta rusa con los créditos inmobiliarios.
La carta terminó en un cajón. O mejor dicho, en varios cajones. En el de Solbes pero también en los cajones del gobernador y los consejeros del Banco de España que la habían recibido.
A pesar de las advertencias de sus inspectores, para el Banco de España todo iba bien en el sector financiero. En julio de 2008, el subgobernador del Banco de España José Viñals clausuró un encuentro financiero internacional en Madrid vanagloriándose del papel de su institución en la supervisión de las entidades financieras:
“Me permitirán que mencione el papel que han jugado la regulación financiera y la supervisión llevada a cabo por el Banco de España que han contribuido a que el sistema bancario se encuentre en una posición sólida, con una valoración adecuada de los riesgos y la acumulación de provisiones en previsiones de cambios en el ciclo económico”.
El encuentro fue organizado por CajaMadrid que en esos momentos estaba pudriéndose por dentro, aunque tardaría todavía en reventar ya dentro de Bankia y por culpa, entre otras razones, de la inacción del Banco de España.
Ocho meses después de que Viñals mostrara en ese encuentro su “confianza, plena y justificada, en la capacidad de los administradores y gestores del sector bancario para dirigir prudentemente sus negocios”, el Banco de España intervino Caja Castilla La Mancha, la primera de las intervenciones de la crisis. Pero a Viñals no le tocó vivirlo en primera línea: unos días antes se había incorporado al Fondo Monetario Internacional en Washington para sustituir como consejero financiero a Jaime Caruana, el exgobernador del Banco de España bajo cuyo mandato (2000-2006) se había fraguado la burbuja inmobiliaria que destrozaría años después la economía española. Caruana es ahora consejero del BBVA.
Siempre complaciente con el sector financiero -al que el Banco de España, por su ineficacia o complicidad, había ayudado a arrastrar a la economía española hacia el abismo-, Viñals fue desde su nuevo puesto en el FMI uno de los impulsores de los recortes en España. En abril de 2012, llegó a decir que “vivir más es bueno, pero conlleva un riesgo financiero importante”. El FMI pedía a España que rebajara las pensiones. Viñals trabaja ahora para el banco inglés Standard Chartered.
En junio de 2012 llegaría el rescate a la banca del que el Banco de España ha dado por perdidos decenas de miles de millones de euros. Los administradores de las cajas se había llenado los bolsillos con ingresos millonarios, habían estafado a miles de familias con las preferentes como huida hacia adelante para conseguir más financiación, habían concedido créditos a operaciones inmobiliarias sin garantías de que salieran adelante, habían concedido hipotecas por encima del valor de los pisos, habían engordado la burbuja inmobiliaria. Y lo habían hecho delante de las narices del Banco de España que no vio demasiados problemas en ello. Hasta que, claro, la crisis les estalló en las manos.
Para los mandamases del Banco de España, sin embargo, no había que censurar la actitud del sector financiero (o no demasiado), el problema estaba en otro lado. En diciembre de 2008, con la Gran Recesión en marcha, cuando al entonces presidente del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez le preguntaban por las reformas pendientes en España, ensalzaba la labor de “hormiga” del sistema financiero que había ido “acumulando y actuando con mucho cuidado” y defendía que era imprescindible avanzar en las privatizaciones y en una reforma laboral.
Con el avance de la crisis, los llamamientos del Banco de España para que se abordaran nuevos recortes se fueron intensificando en la misma medida en la que se intensificaron las excusas para explicar lo inexplicable: cómo habían podido dejar crecer el monstruo de los abusos financieros sin tomar medidas para evitarlos. Esa fue siempre la doble cara del Banco de España: fuerte con los débiles y débil con los fuertes.
En el informe 'Crisis en España: omisiones del Banco de España', el profesor de la Universidad de Navarra Pablo Fernández cuenta que en una conferencia celebrada en Madrid en 2015 un asistente preguntó a un exgobernador del Banco de España:
-¿Qué le parece que muchos jubilados que invirtieron en participaciones preferentes de Cajas de Ahorros hayan perdido buena parte de sus ahorros mientras varios responsables del hundimiento de las cajas se hayan llevado jubilaciones millonarias o sigan dirigiendo los nuevos bancos?
-La solución de las crisis siempre ha sido injusta -respondió el exgobernador.
Y eso es lo que ha sido precisamente el Banco de España: injusto. Exigente con los ciudadanos a los que reclamaba sacrificios e indulgente con el sector financiero.
Y las exigencias a la ciudadanía no han cesado estos años poscrisis. El Banco de España es un fervoroso defensor de las reformas que terminan abaratando el despido y rebajando las conquistas de los trabajadores, está en contra de poner un límite al precio de los alquileres o en contra de un impuesto a la banca. Entre sus últimas batallas ha estado la del salario mínimo: en febrero alertó de que el aumento del salario mínimo destruiría 125.000 empleos. Pero la profecía de momento no se ha cumplido y “el flujo de trabajadores al desempleo ha sido el más bajo desde la burbuja inmobiliaria”.
Y esta misma semana llegaba una nueva advertencia del Banco de España: las familias pobres viven por encima de sus posibilidades y no ahorran. Este fue un argumento clásico durante la Gran Recesión, un argumento exculpatorio para las élites que se repite ahora por lo que pudiera estar por venir: la culpa es de todos, es decir, la culpa no es de nadie. Este no es el Banco de España. Es el Banco de Algunos de España.
Sobre este blog
Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.