Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
Cuando Franco levante la cabeza
“Si Franco levantara la cabeza”, se solía decir. Y Franco la va a levantar en los próximos días, aunque sólo sea un rato, para ver desde un helicóptero cómo está España antes de que se la vuelvan a meter -la cabeza, quiero decir- en el Pardo.
Y cuando Franco levante la cabeza, resoplará de alivio porque su heredero cumplió la promesa que le hizo en plena agonía y España no se ha roto, tiene algún bollo en la carrocería pero no se ha roto. España antes roja que rota y, al final, ni roja ni rota y con separatistas catalanes en las cárceles. Y todo lleno de banderas de España aunque le han quitado el águila -no a todas- con lo bonito que quedaba el animalico.
En eso de mantener a España unida Juan Carlos cumplió su palabra, discurrirá Franco, que el heredero siempre fue muy de decirme a todo que sí, que es la forma más rápida de prosperar en España: decirle al jefe a todo que sí como si fuera tonto y después hacer lo que uno quiera y, por ejemplo, montar una democracia cuando el jefe se ha muerto. Pero no antes.
Vade retro, pensará Franco, ese oportunista de Suárez y el Rey legalizaron el partido comunista. Pero al rato podrá tranquilizarse porque todo fue un acuerdo que permitió a sus excompañeros redimirse en democracia (como lo del Joker pero al revés), y la Cruzada no ha sido juzgada como en esos países subdesarrollados donde algunos viejos colegas han acabado en prisión y, sobre todo, la pasta, no se ha tocado la pasta que honradamente se amasó durante los años de gloria de la España eterna. Y cuidadito con hacer chistes del Almirante Carrero Blanco.
No es que quedara todo atado pero, oye, roto del todo tampoco.
Podría haber sido peor, pensará Franco, molesto porque el prior se le ha encadenado a uno de sus pies, que para una vez que levanta la cabeza y puede echar un vistazo a su querida España, qué necesidad de tener a un cura encadenado como si fueran dos presos fugados en Alabama. Que no es que tenga nada malo contra los curas, todo lo contrario, pero tan cerca, ya se sabe, es mejor no tener a un cura. Incluso aunque seas Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios.
Y al rato, Franco, aterrado, caerá en la cuenta de que Dios parece haberse olvidado de España y la ha dejado en manos del maligno. España es un país que no para de hacerse pajas, pensará Franco, como ha sido España toda la vida pero ahora sin remordimientos, con denuedo y alevosía. Ya ni siquiera necesitan los españoles ir al confesionario para poner el contador de pajas a cero. Y nadie se ha quedado ciego, qué raro. Y todos esos invertidos por la calle, las mujeres llevando la contraria, huelgas autorizadas, manifestaciones, los niños hablando vascuence, y la gente medio desnuda metiéndose mano y divorciándose, y no sólo los rojos, hay gente comulgando y divorciándose. Pero, ¿dónde están los obispos? ¿acaso estoy en Sodoma y Gomera? ¡Devuélvanme España!
Y Franco caerá en una profunda depresión porque tanto Frente de Juventudes, tanta asignatura del Movimiento, tanta Cuaresma sin chuletillas y tantas hostias -de las de los dos tipos- para que España termine relajada en sus costumbres y abandonada al vicio y al progrerío.
Y Franco, malhumorado y resignado, volverá a ser sepultado y unos segundos antes verá a dos operarios observándole sus partes pudendas. Qué mirarán, se preguntará Franco, mientras los operarios intentan determinar si la leyenda urbana es cierta y a Franco le falta un huevo. Justo después se cerrará la lápida y Franco no volverá a levantar la cabeza.
“Si Franco levantara la cabeza”, se solía decir. Y Franco la va a levantar en los próximos días, aunque sólo sea un rato, para ver desde un helicóptero cómo está España antes de que se la vuelvan a meter -la cabeza, quiero decir- en el Pardo.
Y cuando Franco levante la cabeza, resoplará de alivio porque su heredero cumplió la promesa que le hizo en plena agonía y España no se ha roto, tiene algún bollo en la carrocería pero no se ha roto. España antes roja que rota y, al final, ni roja ni rota y con separatistas catalanes en las cárceles. Y todo lleno de banderas de España aunque le han quitado el águila -no a todas- con lo bonito que quedaba el animalico.