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Y se formó la gozadera

Pablo Iglesias me lo confirmó, Alberto me lo regaló, Echenique ya repicó y de izquierdas somos tú y yo. Y se formó la gozadera con el abrazo de la Puerta del Sol y los botellines en Mirador. En menos de cuatro minutos de amago de flashmob con forma de haiku, los presuntos posmodernos desideologizados se abrazaron con los presuntos burócratas cenizos. Después de los reproches el sexo y el amor saben mejor, afirma el tópico. Y si Pablo Iglesias emulaba a Hannibal Smith y decía aquello de “me encanta que los planes salgan bien”, a M.A. Errejón lo estaban drogando para que no armara un espectáculo en el avión de la confluencia.

“¡Hordas comunistas más allá del Muro!”, gritaba La Caverna, aunque es conocido que desde la caída del Telón de Acero a la socialdemocracia se la denomina comunismo, y desde la caída de Lehman Brothers el Estado de Bienestar es un proyecto político subversivo. Ahora politólogos y tertulianos (progozadera y antigozadera) debaten si dos más dos son cuatro, cinco o tres, está por ver, pero lo que de momento hemos visto son portavoces del resto de partidos poniendo cara de Houston, tenemos un problema. Glups.

Hay quien nos ha traído a la memoria aquel otro abrazo entre Joaquín Almunia y Franciso Frutos, dos señores que eran mayores mucho antes de ser mayores, y se nos ha aparecido, desgañitándose en el córner, Gaspar Llamazares, uno de los máximos expertos mundiales en llevar a Izquierda Unida al precipicio. El establishment siempre ha tratado a IU como a ese sobrino que fuma porros y son cosas de la edad, pero ahora parece haberse extendido una preocupación inédita y sincera. ¿Qué será de IU?, se preguntan desde Panamá.

La prueba de que Podemos e IU pueden haber acertado con la gozadera es el cuerpo de confesionario que se le ha quedado al resto. Pero, lo dicho, el 26J lo sabremos.

Como pasa con las películas de Shyamalan, los golpes de efecto de Podemos no son tan deslumbrantes como la primera vez: ya sabemos que Bruce Willis está muerto y que la táctica es hacer como que se cuenta con el PSOE para batir al PP, pero la estrategia es tirar al PSOE a la lona y luego ya nos pondremos con el PP. Por eso, sorprende poco el abrazo del oso de Iglesias a Sánchez ofreciéndole ir juntos al Senado, y sorprende mucho más la patosa respuesta del PSOE con un “no, gracias” en Ferraz y un “lo miramos” en Valencia. Están tardando Pedro Sánchez y Susana Díaz en abrazarse para contrarrestar el efecto gozadera.

Y ha vuelto La Pinza, ese concepto que tanto daño le hizo a la Izquierda Unida de Julio Anguita, el precursor de PP y PSOE son lo mismo. ¿Volverá a funcionar? Según la teoría, La Pinza son ahora Podemos y PP, pero una pinza sobre quien no gobierna es menos pinza y más una llamada de atención ante el peligro de caer varios puestos en la clasificación del voto útil. Y por más que la apuesta del PP sea sumar una mayoría suficiente con Ciudadanos, al estado de las cosas tampoco le conviene un descalabro socialista. Podría augurar tiempos apocalípticos después de meses intentando inocular sin éxito en nuestras mentes las bondades de la Gran Coalición.

Y decían que estas elecciones iban a ser aburridas. Y un arroz con habichuelas.

Pablo Iglesias me lo confirmó, Alberto me lo regaló, Echenique ya repicó y de izquierdas somos tú y yo. Y se formó la gozadera con el abrazo de la Puerta del Sol y los botellines en Mirador. En menos de cuatro minutos de amago de flashmob con forma de haiku, los presuntos posmodernos desideologizados se abrazaron con los presuntos burócratas cenizos. Después de los reproches el sexo y el amor saben mejor, afirma el tópico. Y si Pablo Iglesias emulaba a Hannibal Smith y decía aquello de “me encanta que los planes salgan bien”, a M.A. Errejón lo estaban drogando para que no armara un espectáculo en el avión de la confluencia.

“¡Hordas comunistas más allá del Muro!”, gritaba La Caverna, aunque es conocido que desde la caída del Telón de Acero a la socialdemocracia se la denomina comunismo, y desde la caída de Lehman Brothers el Estado de Bienestar es un proyecto político subversivo. Ahora politólogos y tertulianos (progozadera y antigozadera) debaten si dos más dos son cuatro, cinco o tres, está por ver, pero lo que de momento hemos visto son portavoces del resto de partidos poniendo cara de Houston, tenemos un problema. Glups.