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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Todo es personal hasta que se demuestre lo contrario

Rodrigo Rato se acogió a la amnistía fiscal de Cristóbal Montoro pero ni lo confirma ni desmiente porque “es un tema personal”. “Creo que no tengo obligación de dar información sobre este asunto”, afirmó al diario El País el exministro especializado en asuntos personales que te obligan a viajar a Suiza con cierta regularidad.

Hasta donde suponíamos, los temas personales tenían que ver con si le echas demasiada mayonesa a la ensaladilla rusa, odias cómo queda el sofá de restos de pipas o estás atrapado en el onanismo, pero –como el Universo– el terreno de lo personal está en un periodo de expansión que ha alcanzado cotas nunca antes conocidas.

Que Rodrigo Rato, exministro, vicepresidente, director general del FMI y no sé qué más, haya ocultado su patrimonio sin declararlo a Hacienda es ahora un tema personal que se arregla acudiendo al psicoanalista. Preferiblemente al psicoanalista Cristóbal Montoro.

- Hola, Cristóbal, me voy a acoger a la amnistía fiscal.

- Rodrigo, no es una amnistía, es una regularización tributaria extraordinaria en condiciones diferentes de una regularización ordinaria.

- Ah, vale, me quedo más tranquilo.

Según ha contado Javier Ruiz, Rato consultó con el Gobierno antes de acogerse a la amnistía. Siendo un asunto personal uno confía en que Rodrigo y Cristóbal no charlaran en las dependencias del Ministerio de Hacienda, y lo hicieran en la grada de un partido de béisbol con niños tristes porque sus padres no han aparecido, que es el lugar indicado para tratar cuestiones de este tipo, como todo el mundo sabe.

Cuando el 27 de marzo de 2011 Rato tiró de tarjeta black para gastarse 3.547 euros bajo el concepto “Venta bebidas alcohólicas” era algo personal. Tanto como ir a un cajero dos días antes del rescate de Bankia y sacar 1.000 euros en efectivo con la misma tarjeta opaca.

Por supuesto, lo de Rato no es algo aislado. La financiación ilegal del PP es un empeño personal de Bárcenas que no atañe a nadie más en el partido, ni siquiera a quienes recibían sus sobres que, en todo caso, eran personales ya que Bárcenas los entregaba en persona.

Por descontado, lo que el rey Juan Carlos ha ganado y en qué se ha gastado en los últimos 30 años es tan personal que no tenemos derecho a conocerlo. Es más, lo que pensamos sobre la monarquía es tan íntimo que es mejor no votarlo y dejarlo para los entremeses de la cena de Nochebuena o para regalar packs de Juego de Tronos.

Y jugar al Candy Crush en el Congreso es algo personal porque necesitas tu iPad personal para hacer el ridículo. Y todo el que ha salido trasquilado de la política se va por motivos personales y no porque esos cabrones del Frente Judaico Popular te han agujerado la espalda con el juego completo de cuchillos de cocina Jinsu.

Robar en España, si es en grandes cantidades, es una cuestión personal que surge de la necesidad personal de robar grandes cantidades de dinero. Claro que si atracas una panadería, entonces es un problema de orden público nada personal.

En general, en España todo es personal hasta que se demuestre lo contrario.

Rodrigo Rato se acogió a la amnistía fiscal de Cristóbal Montoro pero ni lo confirma ni desmiente porque “es un tema personal”. “Creo que no tengo obligación de dar información sobre este asunto”, afirmó al diario El País el exministro especializado en asuntos personales que te obligan a viajar a Suiza con cierta regularidad.

Hasta donde suponíamos, los temas personales tenían que ver con si le echas demasiada mayonesa a la ensaladilla rusa, odias cómo queda el sofá de restos de pipas o estás atrapado en el onanismo, pero –como el Universo– el terreno de lo personal está en un periodo de expansión que ha alcanzado cotas nunca antes conocidas.