Visionaria, creativa, escritora, investigadora. Expansiva, exploro ámbitos diversos y los traduzco en actividades de marketing y dinamización. Levanto piedras para encontrar nuevas especies y a veces, acabo metiendo la pata en su huella. Entre patrones, tacones, pasiones y fogones me muevo como pez en agua. La pluralidad en el gusto, mi bandera de maitines.
Alcoholismo
¿Bebes? Pues según. Esta es la típica pregunta que te puede hacer el doctor en una revisión de salud ¿Qué es “beber”? ¿Se considera “beber” tomarse una cerveza al mes? ¿Una copa con alcohol a la semana? ¿Y un vino todos los días?...
¿El alcohol es vicio o droga? Pues según. Las declaraciones de Josean Fernández, presidente de la Asociación de Alcohólicos y Adictos en Rehabilitación de Gipuzkoa (Aergi), esta semana pasada, con motivo de la conmemoración del día Internacional sin Alcohol, han dejado temblando la base principal de cultura de ocio en Donostia: el txikiteo. Según el Fernández, el alcohol debería equipararse con el tabaco, incluso sugiere, con las drogas ilegales. Llega a este extremo basándose en que esta adicción es la segunda causa de mortandad en el estado, y la tercera a nivel mundial. De las drogas ilegales se recomienda mantenerse alejado. A beber, por todos los medios se nos incita.
¿Es el alcoholismo un problema particular o social? Pues según. Confesaba una enfermera del Servicio Digestivo del Hospital Universitario de Donostia que en consulta se considera un vicio del ámbito privado del paciente, pero que es, en realidad, una enfermedad crónica. En nuestra sociedad está el alcohol tan presente en nuestros hábitos diarios que nadie se plantea que, beber a diario un vaso de vino durante años, acaba en una adicción. El alcohol se relaciona con la costumbre, el ocio, los momentos de placer, y en muchas ocasiones con el lujo y el sibaritismo. Pero los efectos del consumo en sociedad se reflejan directamente en el ámbito particular. No son los amigos, ni los compañeros de cena, los que sufren los problemas de un alcohólico. Son los familiares más cercanos los que viven el infierno de los vapores etílicos. Y generalmente en silencio, ya que es un estigma y motivo de vergüenza.
¿Es al alcohol machista? Qué pena. Aquí, casualidad, no hay un “pues según”. El alcohol hace pleno al quince con este tema. Así es. Debido a un mero hecho biológico, es la hembra la que sale peor parada en esta batalla. Como decía Yolanada Anguera, Secretaria de la Asociación, “un hombre haciendo eses puede ser hasta gracioso, pero en una mujer da asco”. El alcohol, además de aromas a madera, atufa a machismo, y si pocos son los que consiguen salir de la enfermedad, apenas se cuentan mujeres en sus listas de éxitos. Anguera, además, denunciaba cómo suele ser habitual que los compañeros masculinos de las enfermas impidan su recuperación, y que el destino de éstas acaba siendo trágico y algo macabro. “Acaban donde acaban”. Qué frase, Anguera... Terrible.
¿Cómo y dónde poner los límites al alcohol? Pues si ni Pasaia ni San Sebastián se ponen de acuerdo sobre los límites de ambos municipios, ponérselos al alcohol va a ser aún más difícil. Va a tener que venir otro Carlos IV de Borbón a poner mojones al número de veces que se levanta el codo y, esta vez sí, aplicar la normativa. En el Hospital Universitario de Donostia ya han reconocido que en el sistema sanitario actualmente sólo se maneja la parte biológica, pero que la psico-social no se considera ni de refilón.
¿No te parece un tema bonito? Pues ya va siendo hora de que lo miremos de frente. Con éstas han sido las terceras jornadas celebradas sobre el alcoholismo en San Sebastián y, algo me dice que contarán muchas ediciones más. La adicción al alcohol es una vieja vecina, que en vez de burka, lleva txapela, sonrisa y nariz roja. Lo que pasa, es que como somos así, un poco tontitos, encima le reímos las gracias, y le dejamos subir, sin reparos, al autobús.
Sobre este blog
Visionaria, creativa, escritora, investigadora. Expansiva, exploro ámbitos diversos y los traduzco en actividades de marketing y dinamización. Levanto piedras para encontrar nuevas especies y a veces, acabo metiendo la pata en su huella. Entre patrones, tacones, pasiones y fogones me muevo como pez en agua. La pluralidad en el gusto, mi bandera de maitines.
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