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Es asqueroso, y no es porque me esté haciendo mayor

Hace un rato me he anticipado a un amigo cuando me iba a decir: “te estás haciendo mayor”. Es evidente que la afirmación es cierta y aspiro a seguir dando la lata, según va pasando el tiempo y aumentan mis arrugas y la calvicie. Pero esta premisa cierta, no impide que me parezca asqueroso el modelo lúdico festivo del ‘todo vale’ y en el que las agresiones sexuales se están convirtiendo en una constante. La primera etapa ha sido San Fermín, pero el verano está lleno de escalas en las que veremos que todo se repite y solo tendremos enfrente nuestra indignación.

Me comentaba otra amiga que a ella le han tocado el culo con la excusa de que son fiestas; periodo en el que vale todo en el nombre de la juerga. Es un periodo en el que don carnal ha decidido estar presente y dar rienda suelta a lo más repugnante del ser humano. Violaciones en grupo, tocamientos en manada y un lenguaje que no solo hubiera escandalizado a mi abuela, que me escandaliza a mí y deseo que escandalice a mis hijos.

El modelo lúdico festivo incluye mucho alcohol, algo de droga, desenfreno total, noches sin dormir y orinar en la vía pública; algo que, según me insisten, ha pasado toda la vida. Pues me da igual. Es repugnante y asqueroso. Conducir bajo los efectos del alcohol aumenta la sanción, las agresiones sexuales bajo los efectos de cualquier estupefaciente deberían agravar la pena porque meterse cualquier sustancia en el cuerpo es un acto voluntario y si alguien pretende justificar sus acciones por estas sustancias, que no las hubiera ingerido.

Tenemos un problema y no sé la solución, pero cuando veo en las encuestas que el machismo entre los jóvenes repunta me da escalofríos. Mi madre siempre me decía aquello de “respeta a las chicas”. Era un mantra que me repetía una y otra vez y que tengo grabado a fuego en mi cerebro. Le quitaría las chicas por un sencillo “respeta”, pero por desgracia las chicas siguen siendo el eslabón más débil en esta repugnante cadena.

Me gustaría poder aportar una solución, pero no creo tenerla. Todos hablamos de la necesidad de educar, pero me pregunto qué hemos sido capaces de hacer los últimos 40 años en democracia si estas actitudes se repiten. Guarecernos en la educación como la gran salvadora externa no va a ayudar mucho a corto plazo. Necesitamos una señal clara de repulsa social y ciudadana ante las agresiones. Tolerancia cero.

¿No deberíamos suspender unas fiestas si estas actitudes se repiten? ¿No es la cuestión suficientemente grave como para hacerlo? Dejo abierta la cuestión pero solo si le damos la relevancia que merece, seremos capaces de concienciar a tanto energúmeno y agresor al que no hemos sabido educar. Luego sigamos educando y preguntémonos qué hacemos cada uno en nuestra casa para que nada de esto ocurra.

Hace un rato me he anticipado a un amigo cuando me iba a decir: “te estás haciendo mayor”. Es evidente que la afirmación es cierta y aspiro a seguir dando la lata, según va pasando el tiempo y aumentan mis arrugas y la calvicie. Pero esta premisa cierta, no impide que me parezca asqueroso el modelo lúdico festivo del ‘todo vale’ y en el que las agresiones sexuales se están convirtiendo en una constante. La primera etapa ha sido San Fermín, pero el verano está lleno de escalas en las que veremos que todo se repite y solo tendremos enfrente nuestra indignación.

Me comentaba otra amiga que a ella le han tocado el culo con la excusa de que son fiestas; periodo en el que vale todo en el nombre de la juerga. Es un periodo en el que don carnal ha decidido estar presente y dar rienda suelta a lo más repugnante del ser humano. Violaciones en grupo, tocamientos en manada y un lenguaje que no solo hubiera escandalizado a mi abuela, que me escandaliza a mí y deseo que escandalice a mis hijos.