A pesar de que tiendo a quererme me cuesta definirme y decir lo que soy. Periodista, empresario, analista, abogado economista, politólogo, ... Me gustan poco las etiquetas pero me quedo con la de ciudadano activo y firme defensor de la libertad de prensa. He trabajado en la tele y en alguna revista, salgo de vez en cuando en la radio pero lo sitios donde más tiempo he trabajado han sido el Gobierno vasco y el diario El País. Lo que siempre he buscado en el trabajo es divertirme y que me dé para vivir.
Falso diálogo
La absurda división entre la vieja y nueva política acrecentada por los medios de comunicación ha convertido la cosa pública en un ‘show’ indecente. Las televisiones, con La Sexta a la cabeza, saben perfectamente que la tele es puro espectáculo y han descubierto que la política también puede serlo y da buenas audiencias. Recubiertos del manto de la pureza, gentes que se autodenominan periodistas pontifican, manipulan, juegan con los datos y disfrutan de su nunca soñada antes capacidad de influencia. No es muy riguroso pero son los tiempos que corren y contra las modas es difícil luchar.
La tele y solo la tele ha sido capaz de diferenciar entre vieja y nueva política sin existir realmente ninguna diferencia entre el líder de Podemos -que lleva toda su vida desde la adolescencia militando en política- de la temprana afiliación de Pedro Sánchez o entre la experiencia política de Rivera, que hace ya muchos años que se desnudó para captar votos, y que a la edad de Rajoy llevará muchos más años que el presidente en funciones en la vida pública. Sencillamente esta falsa dicotomía vende bien y genera audiencias.
Y esta política de cartón piedra ha recuperado vocablos que han perdido el sentido. El mayor de ellos es el diálogo del que se espera obtener un resultado. El presidente en funciones de la Generalitat, el patético Artur Mas, es el mayor ejemplo de aplicación del simplismo político apoyado en unos cuantos palmeros. Ha establecido como resultado de cualquier diálogo en el que participa que le den la razón. Y curiosamente la primera intervención del ‘estadista’ Iglesias ha ido en el mismo sentido. Justo al día siguiente de las elecciones ha establecido cinco líneas rojas que cualquiera que quiera pactar con Podemos debe aceptar. No voy a perder un segundo en recordarlas porque de salida sus planteamientos son demagógicos y para la galería.
Debemos reconocer que Iglesias y su partido han obtenido un resultado bueno, pero no es menos cierto que son la tercera fuerza en España, por mucho que múltiples propagandistas hagan ver que son los triunfadores. Resulta también curioso que estos señores de Podemos sean capaces de decir que son los únicos que entienden el país en que vivimos. Y me sorprende porque la mitad de los españoles han apoyado a PP y PSOE e Iglesias y los suyos deben de estar convencidos de que estos españoles no se enteran del país en el que viven o sencillamente son prescindibles. Tal vez piensan que se han equivocado o que, como no piensan como ellos, no deberían poder votar. Peligroso camino el de quien se cree ganador sin serlo y desprecia lo que votan y piensan sus ciudadanos. Señor Iglesias, la calle y las manifestaciones no son las urnas donde los ciudadanos votan en su intimidad lo que les da la gana y hacen bien.
Las elecciones en España las ha ganado el PP, pueda o no formar Gobierno, y en segundo lugar ha quedado el PSOE. El mayor principio democrático es respetar los resultados y reconocer el peso real de cada uno y no confundir los deseos con las realidades.
Ha sido lamentable cómo durante la campaña se ha exigido al PSOE lo que no se exigía a nadie y cómo ahora, después de la campaña, sigue siendo igual. Los socialistas son la segunda fuerza y eso les da una fuerza importante derivada de los votos, pero no son los responsables de lo que pasa en España ni los únicos a los que los telepredicadores deben pedir cuentas. Vale ya. El PSOE debe jugar su papel, el PP el suyo y Podemos y Ciudadanos el suyo. Y la gobernabilidad no descansa por definición en los brazos socialistas. Descansa en la capacidad real de todos de ceder sin establecer principios irrenunciables previos. Cada uno debe conocer su peso real, hacer menos discursos a la galería y ser capaz de llegar a consensos como lo hicieron Manuel Fraga al frente de Alianza Popular y Santiago Carrillo, en la secretaría general del PCE, en momentos mucho más complicados.
Cuánto deseo que termine el ‘teleshow’ político, pero no puedo ser un iluso. Ha llegado para quedarse. La pareja Ferreras-Pastor es un mal de nuestro tiempo con un éxito desbordado. Es lo que hay. Y como es lo que hay y va a seguir el acoso y derribo al PSOE, es importante que este partido deje sus peleas internas y sepa establecer una estrategia real y sostenida de país. Señores políticos, coman el turrón y pónganse a hablar sin irrenunciables porque los poseedores de la verdad absoluta y los oráculos del bien o del mal no sirven para nada. Este país necesita un Gobierno.
Sobre este blog
A pesar de que tiendo a quererme me cuesta definirme y decir lo que soy. Periodista, empresario, analista, abogado economista, politólogo, ... Me gustan poco las etiquetas pero me quedo con la de ciudadano activo y firme defensor de la libertad de prensa. He trabajado en la tele y en alguna revista, salgo de vez en cuando en la radio pero lo sitios donde más tiempo he trabajado han sido el Gobierno vasco y el diario El País. Lo que siempre he buscado en el trabajo es divertirme y que me dé para vivir.