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Amós Ruiz Girón, genio y figura del Cuerpo Disciplinario (I). Uniformes y armas

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El Cuerpo Disciplinario de Euzkadi estaba unido indisolublemente a la figura de su creador y alma mater, el conquense Amós Ruiz Girón. Hace 16 años la Asociación Sancho de Beurko editó un libro sobre esta unidad, el batallón de castigo del Ejército vasco (1936-1937), que hoy en día es una rareza prácticamente imposible de encontrar (1). Ruiz Girón nació en Osa de la Vega (Cuenca) en 1902 y se trasladó a Donostia a finales de la década de los 20 del pasado siglo tras su paso por la campaña de Marruecos, de donde regresó con la graduación de sargento. Aficionado a la montaña, se afilió al partido socialista y ganó la plaza de jefe de la Policía Municipal de Eibar. En la villa armera se hizo amigo de Juan de los Toyos y cuando estalló la sublevación militar del 18 de julio fue el primero en gritar “¡A las armas!”, participando en no pocos de los combates que tuvieron lugar en Gipuzkoa aquel verano de 1936.

Tras evacuar a Bizkaia con el resto de fuerzas leales y miles de refugiados, nuestro hombre se rodeó de numerosos anarquistas guipuzcoanos, como Eliseo Pancorbo, para fundar, siguiendo instrucciones del secretario de Defensa y mano derecha del Lehendakari José Antonio Aguirre, Joseba Rezola, el Cuerpo Disciplinario, donde sentó plaza como comandante, si bien en esta unidad —sujeta a tensiones constantes por el tratamiento que se dio en ella a los presos que allí recalaban (tanto desafectos al régimen como prisioneros de guerra e incluso milicianos y gudaris arrestados por faltas disciplinarias)- convivirían, juntos pero no revueltos, representantes de todo el espectro político, desde los más extremistas de la izquierda hasta los nacionalistas vascos.

En este blog dedicaremos dos artículos a glosar las principales características y el historial del Disciplinario que, no estando afecto a milicia política alguna sino al llamado Ejército regular —al igual que el batallón Garellano, los regimientos de artillería y otros-, tiene la peculiaridad de servir de referencia como ningún otro para testar la lucha por el control del Ejército vasco que llegó a darse en el interior del mismo, convulsionado por las disputas entre partidos políticos, que llegaron a su cenit en los momentos previos a la caída de Bilbao con la irrupción de mandos comunistas enviados por el gobierno de Valencia, produciéndose incluso enfrentamientos entre oficiales del mismo cuerpo. Pero no adelantemos acontecimientos, pues en este primer artículo hablaremos de los signos de distinción de la unidad, que corresponden a la propia personalidad de Ruiz Girón, no exenta de cierto afán de notoriedad, que se trasladó a la uniformidad hasta componer una estampa tan alejada del arquetipo del miliciano de la Guerra Civil que, vista con los ojos del hombre moderno, se nos antoja incluso un tanto grotesca, y desde luego única en el seno del Ejército vasco.

Una de las prendas más exclusivas de los componentes del Disciplinario fue la llamada gorra disciplinaria, inspirada en las de baseball norteamericanas, pero con la visera muy corta, de tela rígida y forma semicircular, en color verde claro con el barbuquejo en negro. Los disciplinarios se la quitaban cuando iban a entrar en combate y la sustituían por el casco, o bien se la podían dejar puesta para proteger la cabeza, como harían los soldados estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial con la jeep cap, ya que no abultaba nada.

Amós Ruiz Girón diseñó para el Disciplinario un uniforme que, a pesar de todas las dificultades para conseguir paño y otros materiales, llegó a ser de uso bastante generalizado entre la tropa y muy común entre los oficiales y clases. Este principio de uniformidad era uno de los rasgos de distinción del Cuerpo, una impronta que el propio comandante ya había dejado en las novedades que introdujo en el uniforme de la policía urbana de Eibar cuando estuvo a su cargo desde 1933 hasta 1936. En este trabajo se publican varias fotografías con las características y variantes del uniforme disciplinario, cuya descripción fue posible gracias a la colaboración de Rafael Domecq, corneta y enlace de la unidad ya desaparecido, y que pasamos a exponer basándonos en su testimonio en las siguientes líneas (2).

El tabardo fue la prenda de abrigo para afrontar el duro invierno de 1936-37, que se hizo notar especialmente en el destacamento de Ubidea. Primero se confeccionó con paño en color marrón oscuro, que después pasó a ser gris oscuro al no poder conseguir más tela marrón. Los cuellos y los puños se hicieron en color gris. La tropa podía llevar el típico buzo miliciano en color azul y también el pantalón en color kaki, que enfundaban en sus polainas o vendas. Debajo de cazadoras y buzos lo más común era llevar jerséis de cuello alto o camisas de cuadros.

Los oficiales llevaban polainas y botas de cuero. En el cuartel había zapateros que fabricaban las polainas de cuero, pero este era un material que tenían que costearse los oficiales por su cuenta. Las botas de media caña eran muy apreciadas por los milicianos y gudaris de otros batallones. Solamente las llevaban quienes podían permitírselo (3). Había que darles sebo o grasa para cuidarlas y para que resistieran el agua. Según Domecq, tenían una lengüeta y se ataban con dos tiras de cuero cruzadas en ganchos de acero o hierro cromado.

Otra prenda característica del Disciplinario fue su cazadora, solamente usada por los oficiales, suboficiales, cornetas y tambores. La diferencia con otras prendas del estilo usadas por las tropas vascas estribaba en el material en que esta se confeccionaba: el terciopelo fino en color marrón para oficiales y suboficiales y el terciopelo mezclado con pana en el mismo color para cornetas y tambores. Según avanzaba la guerra también se confeccionaron en color gris oscuro. En el pecho llevaban una chapa circular metálica que representaba el escudo oficial del Gobierno vasco de 1936.

Buzo, de color azul mahón. Correaje, de cuero o de goma. Las cartucheras eran de lona en color blanco. Polaina de lona en color verde; era la más antigua. Tenía tres enganches, que eran tres tiras de cuero, y tres hebillas en el costado. Eran usadas por los milicianos y soldados. La polaina de goma en color gris claro, muy común entre milicianos y gudaris de otros batallones, se distribuyó después. Tenía tres enganches —tres tiras de cuero- y tres hebillas metálicas en el costado y estaba forrada con tela de saco en su interior. También había polainas de goma en color negro, que había que descalzarse para ponérselas y se rompían con facilidad. Se usaron por primera vez en el entierro del sargento Aperribañez —fallecido en Ubidea- durante el acompañamiento a la comitiva fúnebre hasta el cementerio de Portugalete. Se equipó con ellas a cornetas y músicos. Tenían forma de tubo y estaban forradas con tela de saco en su interior y sin sujeciones. Las vendas eran usadas por el Ejército regular y las llevaban los prisioneros de guerra de las compañías disciplinarias, que mantuvieron su uniforme del reglamento de 1926 durante su estancia en el Disciplinario. Las botas de goma, de media caña, eran color negro y sin sujeción. Si se metía el pie en el barro, se quedaban dentro. Finalmente, también recibieron ponchos de goma en color gris muy claro, los cuales no tenían capuchas ni mangas y estaban abiertos por los costados, con un hueco para meter la cabeza. Se descartaron por incómodos, aunque todavía se utilizaron en Ubidea. Estaba fabricado en la fábrica de gomas Garay (Barakaldo) y se repartieron a la práctica totalidad de los batallones del Ejército vasco.

En cuanto al armamento, al principio, cuando no estaba previsto que combatieran en el frente, los soldados encargados de la custodia de prisioneros y arrestados estaban equipados con 236 fusiles de 11 mm de un solo disparo, con toda probabilidad vetustos Grass o Kropastchev excedentes de los arsenales franceses (4). Esto era lo normal en unidades de segunda fila. Poco después les llegó el turno a los penados, que empezaron a ser instruidos con este tipo de armamento bajo estricta supervisión, como recogen algunas de las imágenes que tomó el fotógrafo freelance David Seymour “Chim” durante su estancia en Bizkaia de enero de 1937.

El 5 de febrero de 1937 el Disciplinario tenía 570 fusiles Berthier cal. 8 mm Level, una ametralladora de 7 mm, una de 7,92 mm, 13 pistolas de 9 mm, y 18 revólveres del cal. 38 usados por los cornetas y tambores, a los que estos llamaban Tom Mix, famoso actor estadounidense de películas del Oeste, que después se dejaron de usar, aunque en Ubidea todavía los utilizaban para las prácticas de tiro que realizaban en un remanso del río, a las afueras del pueblo, pero guardando las vainas para recargarlas.

Cuando comenzó la llamada ofensiva del general Mola sobre Bizkaia, las adversas circunstancias del frente que defendía el Ejército vasco y la falta de reservas forzaron la entrada en combate del Disciplinario, que hasta ese momento solo era un batallón de trabajadores penados y castigados con un destacamento en la localidad Ubidea, por lo que hubo que repartir armas entre los miembros de la compañía disciplinaria del capitán Eliseo Pancorbo. Las primeras ametralladoras que pusieron en combate los de Amós Ruiz fueron prestadas por el batallón UHP para las operaciones del Gorbea a primeros de abril de 1937, y después fueron devueltas. En ese momento no tenía morteros. El día 14 de abril, durante el ataque al monte Saibigain, los disciplinarios pudieron hacerse con dos ametralladoras capturadas al enemigo (5).

Continuará...

(1) Guillermo Tabernilla y Julen Lezamiz. (2004). El Cuerpo Disciplinario de Euzkadi. Bilbao: Asociación Sancho de Beurko.

(2) Ibídem.

(3) Esto no es así, por cuanto la intendencia del Gobierno de Euzkadi repartía botas a todos los combatientes vascos.

(4) Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH), PS Bilbao, 156/15.

(5) Entrevista de Carlos Blasco a Faustino Lekanda (Archivo Histórico de Euskadi, fondo Blasco de Olaetxea).

El Cuerpo Disciplinario de Euzkadi estaba unido indisolublemente a la figura de su creador y alma mater, el conquense Amós Ruiz Girón. Hace 16 años la Asociación Sancho de Beurko editó un libro sobre esta unidad, el batallón de castigo del Ejército vasco (1936-1937), que hoy en día es una rareza prácticamente imposible de encontrar (1). Ruiz Girón nació en Osa de la Vega (Cuenca) en 1902 y se trasladó a Donostia a finales de la década de los 20 del pasado siglo tras su paso por la campaña de Marruecos, de donde regresó con la graduación de sargento. Aficionado a la montaña, se afilió al partido socialista y ganó la plaza de jefe de la Policía Municipal de Eibar. En la villa armera se hizo amigo de Juan de los Toyos y cuando estalló la sublevación militar del 18 de julio fue el primero en gritar “¡A las armas!”, participando en no pocos de los combates que tuvieron lugar en Gipuzkoa aquel verano de 1936.