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VÍDEO | 75 años de la gesta del batallón Gernika, capítulo 1: la llegada al frente del Médoc

En 2013, la Asociación Sancho de Beurko comenzó a trabajar la memoria del batallón Gernika, la única organización militar vasca que combatió como tal durante la Segunda Guerra Mundial (SGM), aunque hubo otra unidad, el 3º Batallón de Fusileros Marinos (3e BFM), pero no pasó de la fase de organización y fue disuelta en Inglaterra en mayo de 1942, además de los miles de combatientes que lo hicieron a título individual y a los que va dedicado nuestro “Fighting Basques Project”. En aquel momento recogíamos los materiales que se habían producido en los últimos tiempos, incluyendo libros, documentales y eventos que tuvieron por catalizador al socialista Andrés Prieto Arana, que fue teniente del Gernika y albacea de su memoria durante largos años —los últimos prácticamente en solitario (1)-, de cara a participar en los actos del 69º y 70ª aniversarios de la batalla de Pointe de Grave, que tuvieron lugar en 2014 y 2015 respectivamente, donde la Recreación Histórica tuvo una especial relevancia, componiendo desde la Asociación una guardia que rindió honores a las banderas vasca y francesa ante las máximas autoridades vasca y aquitana.

Con este videoblog de tres capítulos que hoy comenzamos, rodado el pasado mes de febrero antes de la pandemia del COVID-19, pretendemos rendir homenaje al batallón Gernika en su 75º Aniversario, incorporándonos, en este 2020 en el que el mundo se encuentra en una encrucijada por culpa de un virus, a una fecha tan redonda en la que la memoria de un pueblo pequeñito como el nuestro se sumará a la del final de la Segunda Guerra Mundial tanto en Europa como en el Pacífico. Con ello también queremos rendir tributo al sueño del lehendakari José Antonio Aguirre “de presentarse ante el mundo como beligerante contra el nazismo” (2).

El batallón Gernika se formó a comienzos del año 1945 con voluntarios procedentes de la llamada Brigada Vasca, que fueron trasladados desde la localidad de Sauveterre-de-Bearn, muy cerca de la frontera, hasta Burdeos, para lo que tuvieron que romper relaciones de manera no muy amistosa con los guerrilleros de la Unión Nacional Española (UNE, de adscripción comunista). Bajo el mando del irunés Kepa Ordoki se agrupaban voluntarios procedentes de todo el espectro político vasco que se mantuvo leal a la República durante la Guerra Civil en los que primaba más su sentimiento de pertenencia a un pueblo que otros condicionantes. Las gestiones con las autoridades francesas fueron llevadas a cabo personalmente por el consejero Jesús María Leizaola (refugiado en Lestelle-Bétharram, a 25 kilómetros de Pau, durante la ocupación alemana), que ejercía la máxima autoridad en representación del Gobierno de Euzkadi, teniendo como objetivo la formación de una fuerza que sirviese tanto para utilizarla en combate contra las tropas alemanas que aún quedaban embolsadas en la costa atlántica francesa (concretamente la de Pointe de Grave) como para organizar un fuerza de seguridad que garantizase el orden público en el País Vasco en un momento en que se auguraba un pronto final del régimen franquista arrastrado por la derrota de la Alemania nazi.

Los 187 hombres que formaban parte del Gernika se alojaron en un abandonado acuartelamiento alemán en Le Bouscat, en las afueras de Burdeos, que estaba formado por 11 barracones de madera y fueron equipados con uniformes excedentes de los Chantiers de la jeunesse —la organización paramilitar juvenil del gobierno títere de Vichy-, llevando la ikurriña o bandera vasca en el brazo como distintivo de nacionalidad. Sin embargo, sufrirían las mismas penalidades que el resto de fuerzas de las Forces françaises de l'intérieur (FFI) de las que formaban parte: se comía mal y escaseaba material de higiene y armamento. Esa situación se intentó resolver a través de las delegaciones vascas de París y Baiona, que donaron “camisetas, calzoncillos, toallas, calcetines, utensilios de afeitar y jabón” (3). En un chateau cercano se alojaban los miembros del batallón Libertad o Santos, que al igual que ellos también se habían desgajado de la UNE por una cuestión de discrepancia política, ya que en su mayoría eran exiliados españoles de ideología anarquista. No se les mezcló con los gudaris del Gernika, pero ellos se conocían y tuvieron ocasión de confraternizar de manera mucho más cercana durante las operaciones de Pointe de Grave, donde formaron parte de la misma unidad. Es posible que el hecho de tener a un gobierno como el vasco detrás con toda una estructura de inteligencia trabajando para el esfuerzo de guerra aliado marcase la diferencia, pues en el cuartel de Le Bouscat había campo de fútbol, piscina y todo lujo de comodidades en torno a un patio central flanqueado por dos edificios de dos plantas, uno para las cocinas y otro para la cantina, aunque no sabemos en qué estado se encontrarían las instalaciones tras la retirada de las tropas alemanas.

El tiempo en Le Bouscat transcurría entre guardias y salidas de esparcimiento a la cercana Burdeos, cuyo puerto estaba totalmente bloqueado al tráfico marítimo debido a la presencia de potentes guarniciones alemanas en ambas márgenes de la desembocadura del río Gironda (Royan y Pointe de Grave), por lo que había verdadera carestía en un momento en que la atención del esfuerzo de guerra aliado no estaba en estos frentes olvidados sino en la frontera alemana, donde se libraban durísimas batallas desde Las Ardenas hasta Alsacia. En Le Bouscat los gudaris del Gernika recibieron la visita del consejero Heliodoro de la Torre y de Juan Manuel Epalza, a quien se nombró delegado del Gobierno de Euzkadi adjunto al batallón. Poco después marcharían a un nuevo acuartelamiento en Macau, desde el que partieron en tren el día 22 de marzo de 1945 para sumarse a las fuerzas que defendían el llamado frente del Médoc, relevando al regimiento del Lot. Ordoki se llevó con él a estas operaciones a poco más de 100 gudaris. Una modesta participación que no nos puede hacer caer en el grave error de minusvalorar el peligro que afrontaban aquel puñado de hombres en una primavera de 1945 llena de incertidumbres. Muchos de ellos eran veteranos del Ejército vasco en 1936-1937, pero también había jóvenes sin experiencia para los que la Guerra Civil era un vivo recuerdo que había marcado de modo indeleble su infancia, y que estaban deseando entrar en combate, si bien algunos habían abandonado la unidad antes de las operaciones de camino a la Legión Extranjera.

Cuando los hombres llegaron a Lesparre se encontraron con una población rural que padecía las penalidades de la guerra tras un invierno que había sido especialmente frío y lluvioso, en una tierra de pantanos y pinos que sufría desde hacía días los bombardeos de represalia de la artillería alemana. Además, la actividad de patrullas enemigas en la tierra de nadie era tan intensa que los franceses se habían visto obligados a establecer una franja de seguridad de cuatro kilómetros, lo que debía servir para minimizar el efecto de las infiltraciones. El equipo de los gudaris del Gernika era sencillo y netamente guerrillero, correspondiendo a material procedente de los depósitos alemanes o parachutado por los británicos: cascos MKII, fusiles Kar-98 y Vz-24, subfusiles Sten, granadas Stielhandgranate del modelo 24, fusiles ametralladores Bren, ametralladoras MG-42 y un par de morteros. Como estandarte llevaban la ikurriña Trula del batallón de ametralladoras Saseta (CONTINUARÁ).

(1) El archivo de Andrés Prieto, fundamental para el estudio del batallón Gernika, se encuentra depositado en el Archivo Municipal de Eibar (AME), su localidad natal.

(2) Guillermo Tabernilla y Ander González. (2018). Combatientes vascos en la Segunda Guerra Mundial. Desperta Ferro: Madrid. P. 42.

(3) “Informe sobre el balance de la caja del batallón Gernika”, firmado por el teniente Andrés Prieto y el brigada Julián Mateo el 19/10/1945 (AME).

En 2013, la Asociación Sancho de Beurko comenzó a trabajar la memoria del batallón Gernika, la única organización militar vasca que combatió como tal durante la Segunda Guerra Mundial (SGM), aunque hubo otra unidad, el 3º Batallón de Fusileros Marinos (3e BFM), pero no pasó de la fase de organización y fue disuelta en Inglaterra en mayo de 1942, además de los miles de combatientes que lo hicieron a título individual y a los que va dedicado nuestro “Fighting Basques Project”. En aquel momento recogíamos los materiales que se habían producido en los últimos tiempos, incluyendo libros, documentales y eventos que tuvieron por catalizador al socialista Andrés Prieto Arana, que fue teniente del Gernika y albacea de su memoria durante largos años —los últimos prácticamente en solitario (1)-, de cara a participar en los actos del 69º y 70ª aniversarios de la batalla de Pointe de Grave, que tuvieron lugar en 2014 y 2015 respectivamente, donde la Recreación Histórica tuvo una especial relevancia, componiendo desde la Asociación una guardia que rindió honores a las banderas vasca y francesa ante las máximas autoridades vasca y aquitana.