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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Del arte a la política (Nuevas Generaciones)

Es difícil de creer que el arte, en lo que se refiere a cultura y pensamiento, que se promueve desde las instituciones, no tenga un marcado perfil ideológico. Sencillamente porque es una herramienta potente; un medio para generar opinión. Por no decir que, filtrado convenientemente para la ocasión de cada cual, puede servir para adoctrinar, controlar y manipular.

Empezaré diciendo que para mí el arte se representa de muchas maneras. El propio concepto es lo suficientemente abstracto como para que cada uno lo coja por donde quiera. He estado en algún museo. Sobre todo en esas excursiones del colegio cuando éramos unos enanos. Estaban destinadas al aprendizaje, o eso nos decían, pero para nosotros eran como vacaciones con amigos. Luego he tenido oportunidad de viajar un poco. He estado en París, por ejemplo, y no me metí en un museo ni loco. Soy más del a pie de calle, y sus gentes y cultura. Le doy tanta importancia al entorno del creador y al contexto de la obra, como a la propia obra. Y también soy de los que cree que el original ha perdido su valor. Tal vez por eso, no tenga problema en consumir arte, como mucha gente que conozco, por Internet.

Las posibilidades son inmensas, solo hay que teclear bien el nombre del autor, y a veces ni eso, en Google para conocer la obra, el contexto, y hasta alguna coletilla extravagante a la que no le darás mucha fiabilidad pero que es indispensable para acabar generando esa magia del mito. Internet es, en esto, libertad. Pero hay quien ve un cuadro de Francis Bacon y piensa: ese está pirado. Y lo entiendo. También a todas esas personas que cuando van al cine prefieren una de esas comedias, porque dicen que no quieren pensar, solo pasar el rato. Por eso no me preocupa cuanta gente consuma esto o aquello. O si la gente lee a Nietzsche o prefiere Las cincuenta sombras de Grey. Me da, más bien, igual.

Y en esa misma línea, creo que es un error buscar en las instituciones la respuesta al interés o no de los jóvenes. Me preocupa más que la política moleste al arte. Es cuestión de poner las facilidades suficientes y necesarias para emprender y crear. Como en demasiadas ocasiones creo que basta con que las administraciones públicas dejen que se haga, con que no pongan palos en las ruedas, y que la burocracia no entorpezca la creación de una obra, de un rodaje, de un ensayo. Basta con legislar pensando en potenciar la actividad artística. Y dejarse de politiqueo. No es soltar pasta y poner el sello de tu pueblo en cada obra, es algo mucho más importante: permitir un entorno artístico.

En el arte hay política, es inevitable, porque contiene ideas, emociones y todo eso tiene su deriva ideológica. Pero la influencia debe caminar siempre en la misma dirección, porque cuando la política pretende dominar el arte, este se corrompe. Es en lo que, como poco, deberíamos coincidir todos los que escribimos en este foro.

Al final, guste o no, el Estado tiene que aparecer, como siempre, aunque sea solo para acabar este post, y sin tener demasiado sentido.

Es difícil de creer que el arte, en lo que se refiere a cultura y pensamiento, que se promueve desde las instituciones, no tenga un marcado perfil ideológico. Sencillamente porque es una herramienta potente; un medio para generar opinión. Por no decir que, filtrado convenientemente para la ocasión de cada cual, puede servir para adoctrinar, controlar y manipular.

Empezaré diciendo que para mí el arte se representa de muchas maneras. El propio concepto es lo suficientemente abstracto como para que cada uno lo coja por donde quiera. He estado en algún museo. Sobre todo en esas excursiones del colegio cuando éramos unos enanos. Estaban destinadas al aprendizaje, o eso nos decían, pero para nosotros eran como vacaciones con amigos. Luego he tenido oportunidad de viajar un poco. He estado en París, por ejemplo, y no me metí en un museo ni loco. Soy más del a pie de calle, y sus gentes y cultura. Le doy tanta importancia al entorno del creador y al contexto de la obra, como a la propia obra. Y también soy de los que cree que el original ha perdido su valor. Tal vez por eso, no tenga problema en consumir arte, como mucha gente que conozco, por Internet.