Soy Dani Álvarez, presento y dirijo cada mañana Boulevard en Radio Euskadi entre las 6 y las 10 de la mañana. A los 12 años escuché por primera vez a Iron Maiden y me dije “esto es lo mío”. Desde los 22 busco y cuento noticias, y a todas horas escucho Metal. He entrevistado a más lehendakaris (5) que veces he visto a Metallica o he ido a Wacken (4). Decir más sería reiterativo.
Dima: la Euskadi rural que se transformó en el pueblo del Metal vasco
El Heavy Metal es un negocio ruinoso. El estilo está en constante regresión y su estética y el universo que construyó a su alrededor encajan malamente con el mundo que tenemos en 2018. En Euskadi, el género siempre estuvo ensombrecido por el Punk y el Rock Radical Vasco, que tenían mejor acomodo político y propagandístico. De modo que pensar en el Metal como una forma de ganarse la vida es algo condenado al fracaso. Al menos para un vasco que tenga un mínimo de sensatez. Sin embargo, no todo el mundo tiene por qué estar bien de la cabeza.
En su cuarta edición, la organización del Dimetal Fest ha decidido arriesgar, crecer y dar un salto adelante en todos los sentidos. Después de haber apostado fuerte en 2017 con Su Ta Gar, querían más; y eso que a pesar del éxito de convocatoria no habían logrado beneficios. Más bien al contrario. Pero como el Metal no es negocio, deciden subir el riesgo, pasar de un día de festival, a dos; llamar a 30 bandas en lugar de a media docena, y causar un terremoto de escala 9 entre unos aficionados que llevan tiempo reclamando contar con otro festival en tierras vascas.
En la era de Internet y las redes sociales, cuando se confunde la cruda realidad con los espejismos, y las pataletas de los 'haters' y amargados con una gran indignación social, que a la hora de la verdad se confirma como inexistente, conviene no caer en ilusiones. Posiblemente, este no es el festival que soñaban los que tienen el culo aplanado de estar sentados escribiendo opiniones en Facebook, pero es de lo mejor que se puede construir desde la humildad y, sobre todo, siendo gratis. Los dos principales reclamos, a falta de que se desvele una última sorpresa, son Angelus Apatrida y Crisix, dos grupos que representan lo mejor del Thrash español de nuevo cuño. Pertenecen a la vanguardia de las generaciones más jovenes y seguramente arrastrarán a un buen número de seguidores, aunque sean habituales en la oferta metalera vasca cada año.
El resto del cartel, hasta treinta grupos, es una amalgama de lo mejor que se puede encontrar en este país: desde el Heavy Metal rocoso de Vhaldemar, en el mejor momento de su carrera, hasta los evocadores The Wizards; desde el Hard Rock de Auritz, con una alineación de mucho nivel, hasta los prometedores gipuzkoanos Overloud, probablemente sin rival en su estilo ahora mismo; de la furia juvenil de Late to scream, al sonido extremo de Aposento. Las plañideras virtuales podrán escribir muchas gilipolleces sobre el Dimetal Fest de este año, pero lo que no podrán decir es que no se apuesta por los grupos de aquí.
Como he solido decir en otras ocasiones, Dimetal Fest es una experiencia, y en septiembre se propulsará durante dos días, con un sinfín de iniciativas paralelas (charlas, concursos, las ya famosas Metal Olimpiadas) y un ambiente que, ahora mismo, no hay en ningún otro acontecimiento metalero en Euskadi. Seguramente, dinero no van a ganar, pero pasar, nos lo vamos a pasar como pocas veces.
Dimetal Fest
(Dima, Bizkaia, 28 y 29 de septiembre de 2018)
-4 escenarios, 30 grupos (Angelus Apatrida, Vhaldemar, Crisix, The wizards, Late to scream… A falta de nuevas confirmaciones)
El Heavy Metal es un negocio ruinoso. El estilo está en constante regresión y su estética y el universo que construyó a su alrededor encajan malamente con el mundo que tenemos en 2018. En Euskadi, el género siempre estuvo ensombrecido por el Punk y el Rock Radical Vasco, que tenían mejor acomodo político y propagandístico. De modo que pensar en el Metal como una forma de ganarse la vida es algo condenado al fracaso. Al menos para un vasco que tenga un mínimo de sensatez. Sin embargo, no todo el mundo tiene por qué estar bien de la cabeza.
En su cuarta edición, la organización del Dimetal Fest ha decidido arriesgar, crecer y dar un salto adelante en todos los sentidos. Después de haber apostado fuerte en 2017 con Su Ta Gar, querían más; y eso que a pesar del éxito de convocatoria no habían logrado beneficios. Más bien al contrario. Pero como el Metal no es negocio, deciden subir el riesgo, pasar de un día de festival, a dos; llamar a 30 bandas en lugar de a media docena, y causar un terremoto de escala 9 entre unos aficionados que llevan tiempo reclamando contar con otro festival en tierras vascas.