Blogs Opinión y blogs

Sobre este blog

El escorpión de Yosi

René Higuita es uno de los porteros más célebres del fútbol mundial. El arquero colombiano fue uno de los más excéntricos de su tiempo. Capaz de lo mejor y de lo peor, acabó retirándose cuando tenía 43 años, mucho más tarde de lo habitual. Cuando tenía 41 y estaba jugando en un equipo de segunda división, le contestó a un periodista que le preguntó, otra vez más, cuándo tenía pensado dejarlo: “cuando me vaya a retirar yo les aviso”.

Reconozco que era vibrante ver jugar a Higuita. Cuando el fútbol se empezaba a convertir en algo totalmente bajo control, en el que mandaban las estrategias conservadoras, de repente aparecía un tipo de bigote y melenas y se iba de su portería con el balón ante la sorpresa generalizada, o hacía un escorpión para despejar un balón intrascendente. Ocurre que verle hacer eso con veinte años era sorprendente, con treinta era previsible, y con cuarenta uno ya estaba cansado de la broma. Y sus entrenadores, más, pues se exponían a riesgos absurdos e innecesarios debido a sus ocurrencias.

El cantante de Los Suaves, Yosi, es como Higuita. Era la espontaneidad personificada. No disponía de un gran chorro de voz ni de unas capacidades vocales superiores. Sin embargo, su personalidad desprendía un magnetismo total, y sus letras hacían que te sintieras reflejado en muchas ocasiones. Sobre el escenario podía darte la noche de tu vida o el mayor fiasco. Y sus canciones formaban parte de tu recorrido, con himnos que recuerdan cada etapa que has pasado. Pero su hora ya pasó.

Si Higuita intentara hacer un escorpión con 67 años lo más probable es que la jugada acabara en gol en propia puerta y una lesión para él. Por eso no es conveniente hacerlo a esa edad. Si te lanzas al público en medio de un concierto con 67 años lo más probable es que tu salto no alcance el objetivo, y que te golpees contra la valla de seguridad. Eso es lo que le sucedió a Yosi el fin de semana pasado, en Ponferrada (León). Cuando llevas a tus espaldas esa edad con sus correspondientes excesos, la agilidad no es tu virtud. Verle salir arrastrado por el equipo de seguridad, mostrando a “regaña do cú” (la raja del culo, que se dice en Ourense) y en unas condiciones lamentables es triste. Muy triste.

Hace tiempo que renuncié a verle en directo. Fueron muchas noches, pero no quiero recordarle así. Ahora deambula por el escenario, no se entiende lo que dice, y en ocasiones son los colabadores quienes le tienen que indicar dónde está el micro. No entiendo este empeño por alargar innecesariamente las carreras que ya han dado todo lo que podían de sí.

En 1990, durante el Mundial de Italia, el portero colombiano tuvo una de sus revelaciones y salió con el balón en los pies del área para animar al público. Un delantero rival, Roger Milla, de 40 años nada menos, fue a por él y le arrebató el balón para marcar a puerta vacía, ante la torpeza de Higuita. No importó. Los colombianos estaban entregados a su portero. Nosotros nos comportábamos igual: no importaba si Yosi no se tomaba en serio el concierto o no subía a las tablas en condiciones. La siguiente vez, volíamos a verle y a aplaudirle.

No es el único que ha accedido a arrastrarse en público. En 2013 estaba en Alemania esperando un concierto de Motorhead. Hablaba con unos amigos y Lemmy salió a escena. Empezó el concierto. Me di la vuelta para pedir unas cervezas y cuando me giré Lemmy ya no estaba. Su cuerpo le había dicho basta en unos minutos. Dos años después, montaron otra gira para demostrar que seguían en la brecha. Les vi en Viveiro (Lugo) y casi no se le oía. El hilillo de voz que salía de su garganta no daba ni para presentar las canciones, cosa de la que se encargaban Phil Campbell y Mikkey Dee ante la impotencia del líder.

Ahora Lemmy dice estar harto de que le pregunten cuándo se va a morir. Y tiene razón. Como diría Higuita, uno se muere cuando le da la gana, sobre todo si hay gente dispuesta a pagar a pesar de que salgas del escenario enseñando la regaña. Cosa que a Yosi y los suyos no parece importarles.

René Higuita es uno de los porteros más célebres del fútbol mundial. El arquero colombiano fue uno de los más excéntricos de su tiempo. Capaz de lo mejor y de lo peor, acabó retirándose cuando tenía 43 años, mucho más tarde de lo habitual. Cuando tenía 41 y estaba jugando en un equipo de segunda división, le contestó a un periodista que le preguntó, otra vez más, cuándo tenía pensado dejarlo: “cuando me vaya a retirar yo les aviso”.

Reconozco que era vibrante ver jugar a Higuita. Cuando el fútbol se empezaba a convertir en algo totalmente bajo control, en el que mandaban las estrategias conservadoras, de repente aparecía un tipo de bigote y melenas y se iba de su portería con el balón ante la sorpresa generalizada, o hacía un escorpión para despejar un balón intrascendente. Ocurre que verle hacer eso con veinte años era sorprendente, con treinta era previsible, y con cuarenta uno ya estaba cansado de la broma. Y sus entrenadores, más, pues se exponían a riesgos absurdos e innecesarios debido a sus ocurrencias.