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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El valor de tocar gratis

Llevo casi 18 años en el periodismo. En este tiempo me ha tocado dar noticias

comprometidas, delicadas y confusas. A veces, noticias que hubiera sido mejor no dar. Pero nunca, repito, nunca, me había encontrado con un caso como el de hoy: para elaborar este artículo he consultado a músicos, promotores, intermediarios y personas con criterio porque trabajan por y para la música. Sin embargo, y a pesar de ser personas todas ellas con experiencia, no podréis saber quiénes son. Nadie quiere exponerse ni significarse en este tema. Todos prefieren aparecer con su identidad cubierta. Es más, ha habido quien directamente ha evitado contestar a las preguntas.

Supongo que esto confirma una tesis que mantengo desde hace tiempo: las redes sociales e Internet, lejos de aumentar la pluralidad y la libertad, lo que están haciendo es aumentar el fanatismo y el linchamiento. ¿Para qué opinar, si diga lo que diga, me van a poner a parir? Dicho queda, todas son opiniones reales de gente que no desvelaré.

En primer lugar, empezaré por contaros de dónde sale este planteamiento. Recientemente, un grupo al que conozco recibió una oferta para actuar en un importante festival de verano. No era la primera vez que contactaban con ellos, a través de un intermediario, y la oferta que les planteaban era la siguiente: 300 euros por una actuación de menos de una hora. Hablamos de un festival al que acuden decenas de miles de asistentes, y que cuenta con una importante proyección, cada vez más internacional, por lo que actuar allí es algo goloso para cualquier músico.

Ahora bien, con 300 euros un grupo de varios componentes no cubre los gastos que le supone tener que trasladarse cientos de kilómetros en una furgoneta alquilada, a lo que hay sumar estancia y personal de apoyo (técnicos, etc). Hace unos meses, en ese mismo festival, otra banda que conozco sí aceptó por el mismo precio y condiciones (hay un extra, les dan un pase para los días que dura el festival con acampada gratuita). Los que sí aceptaron sabían que iban a perder dinero, pero corrieron el riesgo de hacerlo a cambio de la promoción que les reportaba estar en un cartel con bandas de talla mundial. Los primeros, dijeron que no tocarán en esas condiciones.

Más allá del circuito de festivales masificados, hay una realidad cotidiana que son los bares, pubs o locales que organizan conciertos. Ahí la recaudación es modesta y la remuneración depende casi siempre de la generosidad del organizador. Además, todos sabemos que la música Rock es un negocio ruinoso hasta que se alcanza un determinado nivel, al que, por cierto, sólo llegan los privilegiados. De modo que hace mucho que tocar a cambio de nada es una práctica habitual.

La pregunta es: ¿Deberían los grupos y artistas prestarse a tocar por debajo de coste? ¿O es una inversión de futuro? S.L. cree que este es un dilema “complejo” y se muestra partidario de que “siempre” se pague por tocar: “establecer un mínimo es difícil, porque depende de lo que el grupo genere. Sí creo que un mínimo de 50 euros por músico podría fijarse”.

G. J. Lleva más de 20 años pisando escenarios, con bandas de todo tipo, desde tributos a combos con temas originales. “Un grupo que puede vivir de ello, que va con su vehículo, técnico de sonido, una persona para vender el 'merchandising' y dos más de apoyo no debería tocar por menos de 3.000 euros”. Pero, ¿Y si hablamos de grupos –que son la mayoría- que no pueden vivir de lo que generan? “Un grupo amateur en un local de 100 a 200 personas de aforo debiera tener 300 euros asegurados, pero todos incumplimos eso”. La pregunta es, ¿Por qué? Y aquí hay coincidencia: los grupos se enfrentan a un público que puede activar el boca a boca y, a veces, simplemente “porque esto es música y te apetece tocar. Y qué hostias, lo haces gratis porque te gusta. No es bajar a la mina, ¡es disfrutar!”, admite G.J.

Pero, ¿Y tocar gratis? S.L. recuerda que siempre por tocar “generas unos derechos de

autor, y cobras en función de lo que genera ese festival, al margen del caché. Así que

puedes renunciar al caché, pero compensa por la vía de la SGAE“.

En consecuencia, los promotores se suelen aprovechar de los grupos locales, a los que les ofrecen actuar de teloneros o comparsas de bandas que provienen de fuera y que tampoco son capaces de llenar un recinto, lo cual acaba suponiendo un abuso.

Ingresos con la venta de entradas

En el otro bando, están los organizadores: N.L.C. asegura pagar siempre. “Hay organizadores que se aprovechan de los grupos locales. Les llaman como teloneros de una banda internacional que no está en condiciones de llenar el recinto para que, entre conocidos y cercanos, completen un aforo de recaudación positiva. Yo no hago eso: si cobra uno, cobra el otro. Eso sí, hay que tener en cuenta lo que genera cada cual, y casi siempre me veo obligado a negociar los cachés. Aún así, es muy raro que yo logre ingresos con la venta de entradas”.

El público suele quejarse del precio de las entradas, en muchas ocasiones abusivo -incluso desde la bajada del IVA-, pero este promotor distingue entre diferentes situaciones: “En mi caso, tengo ventaja, porque soy propietario de mi sala, y eso me permite ganarle a las barras. Los que, además de contratar al grupo, tienen que pagar el alquiler, es muy frecuente que pierdan dinero. A veces me piden 500 euros de caché, y yo replico, lo dejamos en 250 y, si pasamos de una cifra determinada en recaudación, subimos. Eso también les obliga a ellos a implicarse en la producción, porque es muy cómodo que te lo hagan todo y, encima, cobrar bien sin garantizar una entrada decente”, señala.

En el Rock duro es muy común el victimismo entre los músicos cuando se encuentran con que su realidad es la de escasos asistentes y nulo entusiasmo. Prefieren buscar responsables en terceros, o incluso en el propio público, sin darse cuenta de que la constancia, el esfuerzo y, a veces, el fracaso, forman parte de esto, como de cualquier otra actividad. Una de las frases más escuchadas es esa de “la gente sólo mueve el culo cuando vienen los grandes, tipo Maiden, pero no apoyan a los que estamos empezando”, como si los seguidores, aparte de disfrutar de la música, estuvieran obligados a hacer favores.

ï‚· Me habría gustado que músicos de primera línea y grandes promotores, además de intermediarios, hubieran respondido a esta pregunta, pero por ahora sólo he conseguido silencio. Espero que con vuestras aportaciones logremos sacar una conclusión de si es acertado o no, en ocasiones, tocar gratis.

Llevo casi 18 años en el periodismo. En este tiempo me ha tocado dar noticias

comprometidas, delicadas y confusas. A veces, noticias que hubiera sido mejor no dar. Pero nunca, repito, nunca, me había encontrado con un caso como el de hoy: para elaborar este artículo he consultado a músicos, promotores, intermediarios y personas con criterio porque trabajan por y para la música. Sin embargo, y a pesar de ser personas todas ellas con experiencia, no podréis saber quiénes son. Nadie quiere exponerse ni significarse en este tema. Todos prefieren aparecer con su identidad cubierta. Es más, ha habido quien directamente ha evitado contestar a las preguntas.