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Torrijas de Carnaval

¿Desempolvando el disfraz del año pasado? ¿O acaso afanad/a con aguja e hilo dando las últimas puntadas? Se aproxima el Carnaval y las ganas de olvidarse por unas horas del frío febrero, sirvan las bajas temperaturas como metáfora para todo lo demás. Si tienen un hueco para dedicarle a la cocina, les presento una de mis recetas favoritas, las torrijas de Carnaval. Valgan para celebrar esta fiesta pagana o para darse un gustazo viendo una buena peli con manta y sofá.

Las torrijas me gustan por muchas cosas, desde los recuerdos infantiles (mi madre las borda) hasta por el hecho de que son uno de esos postres aprovechateguis en los que se demuestra que lo sencillo suele ser sublime. Hemos convivido con ellas desde hace siglos en sus distintas versiones, con vino y miel o con huevo y leche. Reconstituyente para parturientas allá por el siglo XV, ahora tienen el sabor de la fiesta y la primavera que llega. Vamos allá.

Ingredientes (para cuatro personas)

- 8 rebanadas hermosas de pan del día anterior. Recomendamos emplear un pan con una miga consistente. Si es hecho por uno mismo, mejor. Y, si no, muchas panaderías comercializan pan para torrijas e incluso otro tipo brioche. Personalmente me resulta un poco pesado pero puede ser perfecto para súper golosos.

- 1 litro de leche entera

- Una rama de canela

- La ralladura de una naranja

- Un par de huevos batidos

- Aceite de girasol

- Azúcar y canela en polvo

Elaboración

- Vamos a infusionar la leche con la canela y la ralladura de naranja. Esto es, calentamos la leche en un cazo con la canela y la ralladura hasta que rompa a hervir. En ese momento apagamos el fuego y tapamos hasta que enfríe. Recomiendo hacerlo de un día para otro porque la leche estará mucho más rica y aromática.

- Cortamos las rebanadas de pan, más o menos de un dedo de grosor, y las colocamos en filas en una bandeja con algo de fondo.

- Templamos la leche si está muy fría y la vertemos sobre las rebanadas de pan para que empape bien. Dejamos reposar al menos un par de horas.

- Llega el momento de la verdad. Calentamos abundante aceite de girasol (no empleamos de oliva porque el sabor sería demasiado fuerte) en una sartén. Sacamos las rebanadas de pan a una rejilla para que escurra el sobrante de leche. Es un paso delicado porque están blandas, así que nos ayudamos con una espumadera o una espátula de madera.

- Batimos los huevos y pasamos cada rebanada por la mezcla. Freímos por ambos lados hasta que la torrija esté dorada (de nuevo con cuidado porque se rompen con facilidad) y la sacamos a una bandeja o un plato con papel absorbente para quitar el sobrante de aceite.

- Mezclamos el azúcar con la canela, espolvoreamos sobre las torrijas y… a disfutar!

¿Desempolvando el disfraz del año pasado? ¿O acaso afanad/a con aguja e hilo dando las últimas puntadas? Se aproxima el Carnaval y las ganas de olvidarse por unas horas del frío febrero, sirvan las bajas temperaturas como metáfora para todo lo demás. Si tienen un hueco para dedicarle a la cocina, les presento una de mis recetas favoritas, las torrijas de Carnaval. Valgan para celebrar esta fiesta pagana o para darse un gustazo viendo una buena peli con manta y sofá.

Las torrijas me gustan por muchas cosas, desde los recuerdos infantiles (mi madre las borda) hasta por el hecho de que son uno de esos postres aprovechateguis en los que se demuestra que lo sencillo suele ser sublime. Hemos convivido con ellas desde hace siglos en sus distintas versiones, con vino y miel o con huevo y leche. Reconstituyente para parturientas allá por el siglo XV, ahora tienen el sabor de la fiesta y la primavera que llega. Vamos allá.